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5 islas de Portugal a las que querrás viajar este verano (y, ya de paso, darte el baño de tu vida)

Aguas turquesas, pueblos de pescadores, senderos infinitos, playas vírgenes y calas de ciencia ficción. Todo, sin salir de Portugal. ¿Planeamos una visita a la cara menos conocida del país vecino?

Por
Costa de Funchal en Madeira, Portugal
Dennis Fischer Photography

Perdernos en el casco histórico de Lisboa o pasear frente a las coloridas fachadas de Oporto, junto al Duero, ocupa los primeros puestos en nuestra lista de favoritos en materia viajera. Pero Portugal va mucho más allá de la manida escapada de fin de semana a cualquiera de sus ciudades estrella. Incluso más allá de sus fronteras naturales.

Hablamos de sus islas, claro está, esos pedazos de tierra diseminados por el azul del Atlántico con un magnetismo y un carácter propio. Al inexplicable encanto natural que tienen de por sí aquellos destinos rodeados completamente por agua hay que sumarle una rica cultura y gastronomía portuguesa, playas envidiables y paisajes que cortan la respiración. No le des más vueltas: resistirse no es una opción.

São Miguel

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Anik Messier

Hay que alejarse unos 1.500 kilómetros de la costa lusa para llegar hasta el archipiélago de las Azores. Nueve islas lo completan, siendo São Miguel la más grande todas ellas y la que aloja su capital, Ponta Delgada. Las pinceladas de color y los mosaicos de adoquines que adornan sus calles serán lo primero que capte nuestra atención, aunque el verdadero atractivo de São Miguel está en las afueras: el tándem que forman el lago azul y el lago verde de Sete Cidades, las rutas de senderismo y los miradores que rodean la laguna ‘de Fogo’, las salvajes playas de arena negra de Mosteiros… Al comer tampoco podremos ponerle pega. ¿Un imperdible? Las ‘caldeiras’ de Furnas, una oportunidad para saborear el tradicional ‘cozido’ o una sencilla mazorca de maíz cocida bajo tierra por obra y gracia de la actividad volcánica de la zona. Aprovecha ahora que las masas todavía no son conscientes de la joya que aguarda en pleno Atlántico.

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Madeira

Barcos fondeados en la costa de Funchal, Madeira, Portugal.
Benoit BACOU//Getty Images

Siguiendo la estela de las islas todoterreno llegamos hasta los paisajes abruptos y las temperaturas suaves de Madeira. Comenzaremos por Funchal, que cumple todos los requisitos de ‘capital coqueta’: funicular, jardín tropical, una catedral del siglo XVI, un colorido mercado (Dos Lavradores) con productos frescos… Menos urbanita ─aunque todavía más apetecible─ será zambullirse en las piscinas naturales de Porto Moniz para nadar, entre roca volcánica y agua salada, con el sonido de las olas rompiendo de fondo. Los contrastes toman el paisaje de Madeira. Si buscamos aridez y acantilados dramáticos, Punta San Lorenzo aguarda en el extremo este. Si echamos de menos el verdor, siempre podremos realizar una ruta de trekking por alguna de sus numerosas 'levadas' y recorrer la senda de los canales de agua que abastecían el sur de la isla. ¡Ah!, tampoco podrás irte de Madeira sin visitar las tradicionales casas triangulares con techo de paja en la localidad de Santana, asomarte por el mirador de cristal de Cabo Girao ni probar uno de sus famosos vinos tintos. Imprescindible.

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Porto Santo

Atardecer en la playa de Porto Santo, Madeira, Portugal
simonbradfield//Getty Images

Aunque si lo que realmente buscas es que tus horas en el país vecino se traduzcan en un espectacular bronceado mientras te invade un eterno estado de calma, Porto Santo es tu isla. Llegaremos tomando un ferry desde Madeira. Dos horas y cuarto después, comprenderemos por qué recibe el apelativo de ‘isla dorada’: nueve kilómetros de arena apetecible ─con propiedades terapéuticas, dicen─ y un mar turquesa para bañarse prácticamente en cualquier estación del año. A este clima suave de aguas cálidas hay que sumarle la tranquilidad de la localidad de Vila Baleira, con su Casa Museo de Cristobal Colón, sus terrazas y sus restaurantes. Igual de calmados son los lugares recónditos y mágicos para el baño como Porto das Salemas o Ponta Da Calheta. Aunque que no te lo plantees como visita única, te aseguramos que Porto Santo es un valioso complemento a unas vacaciones en Madeira.

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Berlenga

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Si decimos Peniche, probablemente no te venga nada a la cabeza. Si añadimos que es la localidad ubicada a unos 80 minutos de Lisboa a través de la cual llegaremos al archipiélago de las Berlengas, quizás comencemos a captar tu atención. Los portugueses son conscientes del “regalo” que flota frente a sus costas, por eso durante los meses de verano se suceden los ferrys para recorrer los 10 kilómetros de agua salada que separan Berlenga Grande de la península. La fórmula de su éxito es sencilla y tiene un protagonista claro: una espectacular cala de arena blanca y aguas turquesas donde solo los más osados se atreven a darse un baño dadas las bajas temperaturas, llamada Praia do Carreiro do Mosteiro. Igual de fotogénica es la fortaleza de São João Baptista, con sus puentes de arco, que perfectamente podría ser una de las localizaciones de Juego de Tronos. Para evitar que esta isla pierda su esencia, ya se están aplicando medidas que limitarán el número de visitantes a 550 diarios.

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Culatra

En el Algarve, bañando las costas de ciudades como Olhao y Faro, encontramos la ría Formosa, un vistoso Parque natural resguardado del mar gracias a un conjunto de islas que abarcan desde la soledad de Barreta ─también conocida como la Ilha Deserta─ al ajetreo Tavira. Entre todas ellas, Culatra se presenta como el equilibrio perfecto entre lo inhóspito y lo pintoresco. Llegaremos en ferry desde Olhao o Faro y nuestro primer flechazo será el pueblo de Culatra, una localidad pesquera que ha sabido preservar su identidad hasta niveles asombrosos. Coloridas barcas atracadas en su puerto, calles de arena y el encanto de la sencillez como reclamo. Llegada la hora del baño, cruzaremos el pueblo, la pasarela de tablones de madera, y llegaremos hasta la playa principal. Una vez aquí, no hay límites. Nos esperan kilómetros y kilómetros de arena blanca hasta alcanzar su extremo más desierto… o el gran faro que guía a los visitantes de la playa Ilha do Farol.

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