Hay prendas que por mucho que el tiempo pase, son un éxito asegurado. Piezas que sin importar el año en el que te encuentres, se convierten en un lugar seguro al que recurrir siempre que no sabes qué ponerte, y que 100% te va a hacer sentir preciosa. Ya sea una prenda heredada de tu madre a la que le guardas un especial cariño, o una confeccionada a medida que sin importar los años sigue intacta como el primer día, o incluso ese modelo de vaqueros que por alguna extraña razón son los únicos que te sientan bien y los compras en todos sus colores.
Zara de esto sabe bastante, de tener prendas atemporales que sin importar lo que pase alrededor del mundo, esa prenda paraliza el tiempo y queda bien siempre. Un lugar seguro al que regresar cuando una prenda sienta bien, favorece y a todo el mundo conquista, independientemente del lugar. Desde sus básicos, pasando por los vaqueros o sus abrigos manteco.
Pero algo extraño sucede entorno a una pieza en particular, un clásico de Zara que, en cada regreso, lo hace con mucha más intensidad y fuerza que la vez anterior y que por alguna razón, tiene a media Europa enamorada, tanto que ya casi están sin existencias. No, no exageramos, sin importar si eres del estilo de las danesas, pasando por el londinense o hasta llegar al más castizo, todas hemos caído ante este vestido.
Se trata de vestido midi satinado con estampado en blanco y negro, que destaca por un precioso escote en pico que finaliza con un nudo favorecedor que a su vez enmarca la cintura, de manga larga. Además de este nudo/frunce que marca la silueta, el bajo es de corte asimétrico, por lo que la falda del vestido tiene un vuelo de lo más delicado y de los más bonitos que hemos visto hasta el momento. Un fondo de armario que no puede faltar esta temporada.
