La puerta metálica lo deja bien claro: este es el acceso a un garaje. Pues no. Tras ella aparece un patio a modo de preludio de un pantagruélico estudio de fotografía. Un altavoz Marshall vintage despide decibelios de reguetón. Martilleante. Descarado. ¡Pumba, pumba! La portada del vinilo Like A Prayer de Madonna y una enorme instantánea iluminada de una vertiginosa calle de Tokio nos miran. Dos sofás avejentados, curtidos en el noble arte de repantigarse, nos sirven de observatorio privilegiado de la sesión. Amparo me cuenta cosas. Que igual van en coche rumbo a París para realizar turismo. Que su hija estudia segundo de bachillerato y que si la prueba de la EBAU tiene que dejarla para más adelante, pues nada...

Ella es la madre de Ana Carvajal, la jovencísima protagonista de todo este montaje que sucede un sábado de marzo por la mañana: con 17 años es olímpica. Obtendrá la mayoría de edad el próximo 3 de septiembre. Ana mide 1,72 m y pesa 54 kilos. «No me someten a ningún régimen alimenticio, porque estoy delgada, y quieren que siga así, es lo que necesito para la plataforma y hacer entrada». Hacer entrada es tomar contacto con el agua tras lanzarse de una altura de 10 metros, ese justo momento en que una saltadora de trampolín sabe, y siente, que lo ha realizado bien... o la ha pifiado. Ana es espigada, pelo negro, de facciones cortadas con un escalpelo, mandíbulas, pómulos y nariz perfilados, rotundos. Seria. Tímida, ensimismada, es la primera vez que se somete a una producción de moda. Su medio natural es el agua, la competición, el trampolín. Ahí sí que reluce su naturalidad, como sucedió en el Campeonato Mundial de Natación de 2023 del pasado julio, celebrado en Fukuoka, cuando obtuvo el billete a los Juegos Olímpicos de París 2024. «Los saltos no me estaban saliendo bien porque acababa de entrenarlos, me encontraba inestable. Fui a Fukuoka por el sincro, porque no tengo los cinco saltos de individual, sólo cuatro más uno que es más fácil. El sincro me salió bien y en el individual... no sé, no estaba nerviosa, no me agobié y me salió mejor. Si me pongo a pensarlo, nada más saltar sabía que estaba clasificada para las Olimpiadas, pero fue inesperado. Al terminar el último vinieron todos mis compañeros a decirme: “¿Tú sabes lo que has hecho?” Fue impactante». Resultado: una chica de 17 años que vive en la localidad madrileña de Villanueva de la Cañada con sus padres y su hermana (dos años menor) participará en las Olimpiadas de París 2024.

¿Cómo entraste en el mundo del deporte?
Empecé a nadar en la piscina de mi municipio cuando era superpequeña y, de repente, ahí lo vi: el trampolín. Me encantó. Era divertido y me gustaba estar en el agua... Al ver a los mayores tirarse desde él comenzó mi pasión, y a mis padres les pareció bien. Yo quería, y allá que fui.

ana carvajal elle mayo
Pedro Walter
Traje de baño de Hermès.

¿Qué te apasiona de saltar desde un trampolín?
La adrenalina, tener un poco de miedo pero querer hacerlo... Todo. Así que dejé la natación y me centré en los saltos.

Dentro de la natación, es la modalidad más peligrosa...
Desde luego, porque en cualquier momento te despistas y te desorientas en el aire o te puedes dar con el trampolín. Tanto en los campeonatos como en los entrenos, pienso en los posibles peligros. Es algo que debes tener presente. Afortunadamente, no he sufrido ninguna lesión.

¿Qué cualidades tienes... o crees que tienes para ser una buena saltadora de trampolín?
Soy perfeccionista, entreno mucho y no paro hasta que no me sale bien. Soy más testaruda en la piscina que en mi vida.

Saltas desde los 10 metros. ¿No te gustaría ascender a la plataforma de los 20 metros?
No, porque si salto más alto habría que caer de pie y a mí me gusta entrar de cabeza. No pienso subir a los 20 metros.

Estás en una piscina. En una competición. Ves el trampolín. ¿Qué pasa por tu cabeza?
Todo el salto. Lo visualizo, los movimientos que tengo que realizar. Me centro en eso, no pienso en nada más.

ana carvajal elle mayo
Peter Walter
Vestido palabra de honor de Christian Dior y pendientes de titanio de Joaquín Berao.

¿Y mientras subes las escaleras?
En el salto. Ahí es el momento de «ya he hecho lo que debía y ahora únicamente me toca saltar».

¿Y cuándo vas a tomar el impulso?
Sólo en lo que me ha corregido mi entrenador y en lo que me ha dicho que haga, ya está. Se llama Arturo, me apoya muchísimo, también es cabezota, así que estamos los dos ahí... Tenemos mucho carácter ambos.

Vas a las Olimpiadas, ¿lo habías soñado alguna vez?
Sí, siempre, desde pequeña ha sido mi mayor deseo. Pasaba a menudo por mi imaginación.

¿Cómo espantas la presión que supone una competición?
Hablando con mis compañeros y con mis amigos, con el móvil... Y respiro. Si me dejaran llevar cascos mientras salto, me pondría alguna canción de reguetón (ahora entendemos la música ambiente de hoy) que me animara, del antiguo, del que escuchaba cuando era más pequeña. Me encanta.

¿Sientes ahora mucha? ¡Vas a ir a unos Juegos Olímpicos!
Si lo pienso, sí, pero en mi día a día intento no hacerlo. Me centro más en la siguiente competición que tenga.

A nivel junior empezaste en la alta competición en 2021. En 2023 diste el paso a la categoría absoluta. ¿Cuál es tu rutina para mantener ese nivel?
Me levanto a las 6. Entreno de 7.30 a 10; luego, clases de 10.30 a 16.20 y vuelta a entrenar hasta las 19.00 en la piscina M86. Voy y vengo todos los días de Villanueva de la Cañada a la capital, me quita mucho tiempo pasar tanto rato en el transporte público, pero estoy acostumbrada.

Y encima la EBAU a la vuelta de la esquina...
Lo tengo complicado. Por el calendario de las competiciones y los entrenamientos, estudiar es difícil, así que casi seguro vaya a la convocatoria de julio. Estoy en el Bachillerato tecnológico... El dibujo técnico al menos me va bien. Me gusta lo relacionado con el diseño, por ejemplo, de interiores, pero aún no estoy segura de lo que quiero hacer.

ana carvajal elle mayo
Peter Walter
Vestido corto de punto de Casoná.

Estuviste a punto de abandonar el trampolín, ¿por qué?
De repente, me dieron miedo los saltos. Tendría siete u ocho años, empecé a sentir pánico, lloraba en todos los entrenamientos, no lo pasaba bien... Pero, obviamente (este adverbio es muy de una chica de su edad), al final no quería dejarlo. Fue un pensamiento fugaz y ya. No me ha vuelto a pasar.

Imagino que esos instantes de bajona te sobrevienen todavía hoy de vez en cuando.
Claro. Me apoyo en Valeria, mi compañera de sincro, ella siempre me entiende, y en el resto de mis compañeros, que son mayores que yo, en mi entrenador y en mis padres.

En el nivel de alta competición en el que te encuentras, la concentración resulta fundamental...
Sí, voy a un psicólogo para aprender a respirar, porque me agobio mucho. A veces no me salen los saltos como quiero, y como soy tan perfeccionista y autoexigente...

¿Y con los estudios también eres así?
No. Sólo busco aprobar. Está siendo un año complicado.

ana carvajal elle mayo
Peter Walter
Top de punto y pantalones estampados, ambos de Emporio Armani.

¿Qué esperas de París?
Coger experiencia, pasármelo muy bien y que los saltos me salgan lo mejor posible. Dar todo de mí y ya está. Y después empezar otro ciclo olímpico concentrándome en todo, sin tanta presión de competir. Y sacar los estudios (la Física y la Historia se le han atragantado).

¿Cómo sientes que tu salto ha sido estupendo, preciso?
Cuando entro totalmente vertical al agua, que es lo que todos buscamos. Y las burbujitas que se forman bajo el agua, cómo escuchas la entrada. Lo más complicado son los tirabuzones, pero ahora los practico menos, porque dispongo de otras opciones para realizar, como el equilibrio, que me resulta más fácil... El tirabuzón no es lo mío.

¿Piensas a menudo en tu futuro?
No mucho. Me centro más en el ahora, aunque soy muy soñadora. Siempre tengo en mente conseguir algún día una medalla olímpica, aunque sé que es muy difícil.

¿Crees en el talento?
Sí. Mis entrenadores me repiten que lo tengo, pero que sólo con él no puedes sacar todo adelante, tienes que esforzarte. No se me complican tanto las cosas como al resto, porque yo visualizo los saltos, muchos no los ven, y se me da bien.

¿Soñamos a lo grande en París 2024?
No, soy más de esperarme lo malo y, si pasa lo bueno, pues mucho mejor. Si subo al podio en París, claro que voy a llorar, aunque no va a suceder. No es que sea negativa, pero es imposible, porque no tengo todos los saltos, me hace falta uno más. De todas formas, voy a disfrutarlo y a tratar de llegar a la final. Siento presión y nervios ante las Olimpiadas, pero sé que este no es mi año, quiero ir a por las siguientes.