“Me puse bótox en la frente. ¿Acaso elimina las arrugas? Sí, pero a cambio, pareces una figura de plástico. Espero que la gente tome mi ejemplo para hacer lo contrario. No funciona y veo cómo la gente se obsesiona”. Estas palabras son de Jamie Lee Curtis, que durante la gira promocional de ‘Halloween Ends’ ha sido otra de las actrices que han alzado la voz para intentar frenar la obsesión con frenar el tiempo que invade Hollywood y por supuesto, el mundo ajeno a los focos. Así lo indica la Sociedad Española de Medicina Médica, que señala que de los 900.000 tratamientos médico-estéticos que se realizaron en España en 2021, el 72 % (626.778) correspondieron con tratamientos faciales. Los expertos advierten, eso sí, que para frenar la huella estética negativa (cuando apreciamos un resultado no deseado después de un tratamiento) hay que apostar siempre por profesionales cualificados.

“Debido a un aumento de la demanda de medicina estética, y a una falta de rigurosidad de los tratamientos, estos pueden dejar secuelas permanentes en rostros y causar cierta deformación. Esto es debido a los tratamientos forzados y reiterados, el no respetar los tiempos, mezclado con falta de profesionalidad. Lo que sucede es que no se le da el tiempo natural a la degradación del producto y en ocasiones, probablemente por el no seguimiento de un único y mismo médico prescriptor, se mezclan tratamientos indebidos. Esto se conoce como huella estética acumulativa teniendo connotación negativa”, explica la Dra. Margarita Rodriguez de AZERO, Secretaria General de la Asociación Española de Cirugía Estética y Plástica.

"Echaba de menos ver en la tele a mujeres de mediana edad que parecieran mujeres de mediana edad"

Llama la atención que al ver a Kate Winslet en 'Mare of Easttown' o a Naomi Watts en ‘El Vigilante’, lo que más se comente sea que el rostro de las actrices muestren (por fin) arrugas. “Estoy extasiada con la cara de Naomi en la serie, porque su rostro no para de moverse. No me había dado cuenta de lo que mucho que había echado de menos ver en la pantalla a mujeres de mediana edad que parecieran mujeres de mediana edad”, escribe Hillary Fray en ‘Slate’. A la actriz, que comenzó su carrera a gran escala a comienzos de la treintena, le recomendaron que trabajara todo lo posible antes de los 40, porque a partir de entonces, le dijeron que dejaría de ser deseable y por ende, dejaría de recibir ofertas de trabajo. Fue entonces cuando se dio cuenta de que mientras que la industria señala que los hombres se vuelven más atractivos al envejecer, a las mujeres se nos condena a odiarnos (aún más) a medida que crecemos. De hecho, fue precisamente al cumplir 40 años cuando Gwyneth Paltrow se agobió al plantearse si a partir de entonces, dejaría de ser sexualmente deseable. “Me obsesioné con envejecer y fui corriendo a un dermatólogo en Londres que me puso el peor bótox del mundo. Entré en pánico”. Asegura que tuvo que aprender a aceptar que su metabolismo era diferente y que tenía arrugas, y que al asumirlo fue cuando comenzó a sentirse mejor.

naomi watts botox
Netflix
Naomi Watts en ’El vigilante’

Por su parte Naomi Watts se preguntaba en la revista ‘Good Health’ cómo el bótox podría afectar a su carrera. “La mayoría de los personajes que interpreto están pasando por un torbellino emocional, por lo que mi trabajo exige que tenga expresión facial. Si mi rostro estuviera paralizado, ¿qué derecho tendría de interpretar ese rol?”.

"Por alguna razón, el bótox sigue siendo un pecado para el feminismo"

Sin embargo, es importante no caer en la trampa, explica Caitlin Moran en su paso por el Festival de Literatura Expandida de Magaluf, de creer que las actrices de las que se dice están “envejeciendo con dignidad” no han contado con aliados inyectables. “Espera a llegar a los 47 años son haber dormido durante años. Entonces cambiarás tu opinión sobre el bótox. En el feminismo esta bien blanquear los dientes, teñirte… Pero por alguna razón, el bótox sigue siendo un pecado. Vemos a esas actrices famosas de las que se dice que no se han hecho nada, pero yo voy a la doctora de Londres que les inyecta bótox. Os hablo de actrices de 70 años, supermodelos y mujeres cuyo rostro se alaba por su expresividad. Todas llevan bótox. ¿Por qué nos dicen que es vergonzoso, cuando las más bellas lo han hecho? Solo quiero que parezca que he dormido durante los últimos diez años. He aprendido a cambiar de mentalidad y también que las mujeres de 30 nunca le tienen que decir a las de 48 lo que hacer”.

Hubo una época en la que el bótox era un secreto, pero ahora se ha convertido en parte de la narrativa pop gracias a realities como la franquicia de las ‘Real Housewives’ o al programa de agentes inmobiliarias hiper glam ‘Selling Sunset’, donde se enseñan mansiones de lujo en fiestas en las que se inyecta bótox de forma gratuita a los posibles compradores en eventos llamados ‘Burger and Botox’. Por supuesto, la industria de la belleza se ha aprovechado de que la toxina botulínica haya salido del armario, pues ahora el discurso relaciona el bótox con la resiliencia e incluso con la autenticidad.

"Somos las enriquecedoras de un grupo de crápulas que viven a costa de nuestro cuerpo"



Anna Freixas, autora de ‘Yo, vieja’, nos explica que la tortura por el cuerpo y la belleza la interiorizamos desde pequeñas, cuando se nos enseña ya a no estar satisfechas con nuestro físico. “Es un enorme negocio. Somos las enriquecedoras de un grupo de crápulas que viven a costa de nuestro cuerpo y de nuestra estupidez al no defender una belleza a todas las edades. La belleza en realidad tiene mucho que ver con tu espíritu, tu ser y tu expresión. Está en ti, no es a través del lápiz de labios o de las cejas. Mientras siendo las pobres del planeta decidamos gastarnos el dinero en sostener un imaginario que les gusta a unos fulanitos que viven de nosotras, pues ánimo”.

"Para luchar contra la presión, hay que dejar de estigmatizar a quien se inyecta y a quien no

Podríamos decir como conclusión final que el verdadero vigilante que ha de preocuparle a Naomi Watts y a todas es el que sustenta una asfixiante presión estética y una industria que se aprovecha de la obsesión por frenar el tiempo y sus huellas, pues como asegura Caitlin Moran, nos pasamos casi toda la vida odiándonos… Y eso es precisamente lo que hemos de dejar de normalizar. Nos vigilan la sociedad y la industria cosmética, y la mejor manera de enfrentarnos a esta mirada escrutadora es dejar de estigmatizar a quien se inyecta bótox, pero también a quien no lo hace.