Quizás seas de los que acuden a las webs de alquiler de pisos, ponen un filtro de precios desorbitado y disfrutan viendo todos esos hogares de ensueño que jamás podrán tener. Tal vez te hayas sorprendido a lo largo del confinamiento observando con esmero (e incluso haciendo capturas de pantalla sobre las que luego hacer zoom) el fondo de los hogares de las celebridades, que durante los meses de aislamiento convirtieron sus templos de intimidad sagrada en sus improvisados escenarios invitándonos a pasar a sus salones. Incluso es posible que seas una de las miles de personas que disfrutan viendo los realities inmobiliarios 'Sunset: la milla de oro', 'Negocio familiar: viviendas de lujo' o incluso 'Las casas más extraordinarias del mundo'. ¿Por qué nos gustan tanto los realities de venta de pisos imposibles? ¿Por qué vemos en Idealista pisos que jamás podremos obtener?

Para comprender este fenómeno, del que las plataformas de 'streaming' están sabiendo sacar partido, hemos de hablar del síndrome de Walter Mitty, que afecta a quienes se instalan en un mundo alternativo y fantasean más allá de su realidad habitual. Este síndrome nace del relato de James Thurber 'La vida secreta de Walter Mitty', una historia acerca de un soñador compulsivo que, en el mundo real, afecta a ciertas personas hasta el punto de que no les basta con ver mansiones desde sus dispositivos móviles, sino que acuden a verlas en persona empujando a los agentes inmobiliarios a perder tiempo y dinero.

Por supuesto, este primer motivo es el más preocupante, pero lo más probable es que nuestra obsesión por ver casas imposibles no sea alarmante. Lo que nos gusta de este tipo de 'realities' es que no solo muestran hogares idílicos, sino las historias de quienes las venden. Cualquier cambio inmobiliario va ligado a una variación personal, bien sea una ruptura, un nuevo trabajo o la llegada de un nuevo miembro a la familia.

Por eso existe la tendencia a compararnos con ellos y a sentir curiosidad por sus vidas. 'Sunset: la milla de oro' ha logrado que lo que menos nos importe sean las vidas de los clientes, pues las agentes inmobiliarias del show tienen más de 'Real Housewives' que de una agente al uso. Lamborghinis, 'total looks' logomaníacos y planos que se recrean en cómo las protagonistas intentan subir con esmero escaleras enfundadas en tacones de alturas vertiginosas logran que nuestra necesidad de ver hogares de súper lujo se acompañe de nuestro amor por el drama más excéntrico.

Y qué decir del placer resultante de comprobar que el fondo perfecto, es decir, esa 'infinity pool' majestuosa, no quiere decir de forma necesaria que sus vidas lo sean. Nada como ver a una millonaria con extensiones, facciones cinceladas y mini vestidos de alta costura llorar en su jacuzzi porque su jet privado no está disponible o porque la prensa ha fotografiado a su marido con su asistente. Por eso amamos los realities en los que sus protagonistas son multimillonarios, porque los dramas, si son ajenos y ocurren entre bolsos Birkin, son más disfrutables.

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Netflix



No podemos olvidar que hablamos de Netflix, por lo que la imagen prima. Si en 'Sunset: la milla de oro' sus protagonistas parecen modelos de Victoria’s Secret, en el recién llegado 'Negocio familiar: Viviendas de lujo' una familia compuesta por tres irresistibles hermanos franceses se convierten en la versión preferida de quienes prefieran disfrutar del atractivo masculino.

Hablamos de porno inmobiliario porque disfrutamos viendo casas imposibles, pero gracias a un elenco de agentes inmobiliarios dignos de Abercrombie, el término cobra aún mayor significado. La diferencia entre ambos programas no radica únicamente en que unos parecen salidos del equipo de waterpolo y otras de un catálogo de lencería, sino que el show francés prefiere ahondar en los asuntos familiares, y al ser mucho más caseros de lo que la nueva televisión nos ha acostumbrado, resultan carentes de drama y performance.

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Netflix

La pandemia ha hecho que cuidemos más que nunca nuestro hogar, que ahora no vemos solo contemplamos como nuestro lugar de descanso, sino como nuestra fortaleza e incluso nuestro espacio de trabajo. Por eso nos gusta más que nunca ver los entresijos de áticos de precios desorbitados que jamás nos podríamos permitir, los house tours de los famosos (¿quién no se conoce ya de memoria a estas alturas la casa de Kendall Jenner?) y los trucos de almacenaje de las estrellas de Hollywood… Porque en el fondo, los utilizamos como referente.

La ventaja de esta “obsesión” es que no exige fianza ni aval. La desventaja es que tal vez cuando mires a tu sofá de Ikea tras ver los sillones Wassilly y las escaleras de caracol de los programas, es posible que una lagrimita recorra tu mejilla.