Hay pocas actrices que conciten una opinión tan unánime por parte de sus compañeros de trabajo. «Generosa, profesional y divertida» son los tres adjetivos que más se repiten cuando describen a Belén Rueda (Madrid, 1965). Difícil encontrar una pega a esta doña perfecta, que muestra esas mismas cualidades en esta entrevista, que se alarga más de lo previsto sin que haya un representante cronometrando los minutos que la actriz dedica a la promoción de su último filme, 'La familia perfecta'. Cercana y cariñosa, atiende con gusto desde su casa las preguntas, mientras de soslayo se entrega al vapeo y se levanta un par de veces para que su perrita, que empieza a inquietarse, pueda salir al jardín.

belén rueda
Mario Sierra
Vestido de gasa de Alberta Ferretti

¡La madurez le sienta tan bien! Ha ganado en experiencia, y se nota en esta charla que transita entre la hondura y la ligereza, y que deja intuir las luces y las sombras de una mujer valiente, que a día de hoy irradia serenidad. A estas alturas de la película se ha sacudido ya las «comeduras de cabeza de cuando empiezas». Y es que esta profesión te obliga a saber navegar en un carrusel de emociones, si no corres el riesgo de ahogarte. «Cuando estás bien en un papel, no hacen más que aplaudirte, todo el mundo te quiere, pero en el momento en el que pinchas, ay, entonces, te quedas muy sola. Así que hay que poner todo en contexto», reflexiona desde la tranquilidad de quien ya tiene más que superada esa etapa.

La película que acabas de estrenar se inscribe en la tradición española de las cintas costumbristas de enredo. ¿Qué dificultades te plantea este género de equívocos y gags?

A veces te ponen un cartel y te lo crees, y entonces estás muerta. Pues no, yo me niego. Ahí está Carmen Machi, que es la reina de la comedia, pero cuando le toca drama, lo hace como nadie. Los actores tenemos que saber interpretar distintos palos, para eso estamos. De hecho, aquí lo más difícil no fue el personaje, sino torear con la pandemia.

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¿Cómo afectó esa situación inesperada al rodaje?

Bastante, nos tuvimos que adaptar a un nuevo método. Ensayábamos de dos en dos para protegernos del covid. Pero de esas situaciones, y de las conversaciones que manteníamos, fueron saliendo muchas cosas, aunque el guion estaba ya escrito, y algunas de ellas se incorporaron.

¿Eres muy de improvisar?

Sí, adoro a esos directores que te dicen: «Bueno, ya está hecho lo que teníamos que hacer, así que ahora vamos a grabar la toma como queráis. Y es que, claro, el texto no es sólo la literalidad, sino qué pretendes contar, lo que transmites. Recuerdo que cuando hice 'Mar adentro' mi personaje mandaba una carta a Ramón Sampedro que no estaba escrita, sencillamente se hablaba de ella. Y hay un momento, cuando rodamos la despedida del protagonista, en el que yo le digo a Alejandro Amenábar: «Creo que debería leerse un extracto de esa misiva para que se entienda». Y me respondió: «Vale, escríbela». La redacté, y Javier Bardem, cuando está postrado en la cama, lee un pasaje. A eso le llamo yo improvisar.

¿Comparte esta visión de dar voz y voto a los actores Arantxa Echevarría, la directora de tu última cinta?

Sí, rescató varias cosas. La verdad es que ha sido muy fácil trabajar con ella, he aprendido mucho, porque tiene un ritmo de comedia muy personal. Ha conseguido una peli divertida pero con trasfondo. Refleja los contrates sociales a través de dos familias con situaciones económicas y culturales muy distintas. Como la vida misma.

"Un día les dije a mis hijas: 'Veo que os apañáis fenomenal, así que voy a aceptar proyectos fuera'"

¿Qué es para ti 'la familia perfecta'?

Yo me separé siendo las niñas muy pequeñas, aunque he disfrutado, y disfruto, mucho con ellas. Claro, no todo es de color de rosa. Criar a los hijos entraña dificultades, pero tanto si sigues con tu pareja como si no. Hay que tomar decisiones constantemente, ocurren cosas que no te esperas y te cuesta saber qué es lo correcto, te equivocas, aciertas...

Y haces renuncias.

Sí, también. Yo no quería perderme su evolución, me gustaba estar ahí viéndolas crecer. Por eso cuando eran pequeñas siempre dije que no a las propuestas para hacer cine en otro país. Pero en cuanto tuvieron una edad, me senté con ellas y les solté: «Ya veo que os apañáis fenomenal, así que mamá va a aceptar proyectos fuera». Al principio fue un 'shock', porque estaba acostumbrada a pasar mucho tiempo en casa, aunque como las había educado en la independencia, lo llevaron bien, pese a me llamaban cada dos por tres. Cuando se produce un cambio, hay que adaptarse. Tengo la suerte de trabajar en algo que me apasiona y de haber hecho muchos proyectos aquí, pero no puedes cerrarte oportunidades.

belen rueda con chaleco con escote elegante
Mario Sierra
Vestido ‘nude’ y botas altas de Hermès y collar dorado con concha de Dior

¿Los espectadores estamos muy acostumbrados al tándem con José Coronado, con el que compartes protagonismo en esta película. ¿Conocerse muy bien ayuda?

Sí, facilita las cosas, porque tienes confianza y sabes la forma que tiene de actuar, pero es un arma de doble filo. No debes quedarte en lo que ya conoces, porque puedes resbalar. Nuestro trabajo es muy psicológico, cambias de compañeros y de jefe en cada proyecto. Y luego dicen que los actores estamos un poco desequilibrados, imagínate... (Risas).

De ti se alaba mucho la naturalidad. ¿Cómo consigues ese efecto? ¿Pones mucho de tu cosecha en los personajes?

Mira, cuando estaba haciendo 'Los Serrano', donde Julia Gutiérrez Caba interpretaba a mi madre, me ofrecieron hacer mi primera obra de teatro. Yo estaba mucho más que aterrorizada. Y ella me dio este consejo impagable: «Apréndete muy bien el texto, es la única manera de hacerlo tuyo». Y sí, es verdad, sólo así puedes jugar con él.

No es casualidad, entonces, que interpretar se diga en inglés 'play' y en francés, 'jouer'.

Efectivamente. A veces los actores dicen eso de «no voy a fijar el texto –que es una frase maravillosa entre actores–, porque si no pierde espontaneidad». No señor. La naturalidad viene cuando el texto lo tienes tan interiorizado que puedes hacer el personaje a tu manera, más duro, más tierno, más inseguro... Es lo que te da el control. Solo puedes jugar cuando conoces las reglas. Las herramientas hay que aprenderlas y olvidarlas para apropiarte de la interpretación.

"Tenemos que perseguir la igualdad, en salarios y oportunidades, plantarnos en esos temas"

En unos días te marchas a Colombia a rodar 'El grito de las mariposas', una coproducción hispano-argentina.

Sí, estoy feliz. Es una serie de 13 capítulos que cuenta la historia de las hermanas Mirabal, asesinadas en Santo Domingo durante la dictadura de Trujillo. A partir de aquel hecho la ONU señaló el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer.

¿Cómo abordas un trabajo de este calado? ¿Te da respeto?

El enfoque que le han dado me entusiasma. Lo malo es que cuando leo un guion que me gusta, siempre me digo: «A ver qué hago yo ahora. Oh, Dios mío, hay que estar a la altura». Me entra siempre un poco de miedo.

¿Tienes alguna técnica que pongas en marcha para superar ese momento crítico, de pánico escénico?

Hago un trabajo de documentación, veo películas sobre el tema y si las personas están vivas, intento hablar con ellas. Después lo comento con el director para saber ver qué quiere, hacia dónde busca enfocarlo, y quedo con los actores para intentar establecer una relación de cotidianidad.

belén rueda
Mario Sierra
Trench’ de Chloé y vestido de Zara

Eso de que las actrices de más de 40 no encuentran papeles no se aplica en tu caso. ¿Por qué crees que es así?

Hay que luchar para que no nos pongan esas etiquetas, insistir e insistir. Tenemos que perseguir la igualdad, en salarios y oportunidades, plantarnos en esos temas.

Acabas de recibir el Premio Honorífico del Festival de Cine Fantástico de Sitges. ¿Cómo te lo has tomado?

Cuando me lo dieron tuve sentimientos encontrados, porque pensaba que se lo daban a personas muy mayores, que tenían una carrera larguísima. En serio, estoy muy agradecida, ese festival me encanta. Todo el que va allí es un cinéfilo, un apasionado y da mucha oportunidad a creadores que están empezando. Llevan 54 ediciones y sigue siendo así. Pero les dije que esto no había acabado, que tengo todavía mucho que contar (risas). Esto de los premios conmigo es curioso. También me dieron el Goya a la Mejor Actriz Revelación... ¡a los 40 años! Mejor tarde que nunca (risas).

Y en esa dilatada carrera, sin embargo, hasta el año pasado no habías pisado el Festival de Mérida.

Así es. Me ofrecieron subirme a las tablas después de mucho tiempo con la obra 'Penélope', que dirigía Magüi Mira. Una maravilla, porque se cuenta la historia desde la perspectiva femenina, no desde la de Ulises. Impone.

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Mario Sierra
Vestido de tirantes de Amateur y ‘top’ de punto de Elisabetta Franchi. La silla es de Mido. Maquillaje y peluquería: Roberto Sigueiro para Lancôme

¿Le das más valor a subirte a las tablas que a la tele o al cine?

He de confesar que nunca lo he visto así. El primer sitio en el que trabajé fue la televisión, de la que muchas veces se hablaba con desprecio, aunque era puro desconocimiento. Evidentemente, tienes menos tiempo para preparar los personajes, pero cada cosa tiene su dificultad y, al fin y al cabo, somos actores, el medio es lo de menos. Yo creo que, por fin, se han roto esas barreras, los tiempos han cambiado.

¿Cómo llevas que una de tus hijas siga tus pasos? Hasta hacéis un guiño juntas en la tercera temporada de 'Madres'.

Hace poco leí un artículo que decía que sólo el 8% de los actores pueden vivir de esto. Es muy bestia. Como madre, me preocupa, pero también entiendo que persiga aquello que quiere. Le aconsejo que se rodee de gente que la quiera bien y le ponga los pies en la tierra, porque esta profesión es muy canalla. Tienes mucho éxito y crees que eso va a durar toda la vida, ¡cuidado! Has de seguir trabajando y ser humilde. No creer nunca que todo está hecho.