A estas alturas de la película se entendería queLeticia Dolera (Barcelona, 1981) saliera con un desplante al preguntarle por 'Al salir de clase', la mítica serie juvenil que marcó una época y que se convirtió en cantera de futuras promesas interpretativas, pero a ella no le molesta lo más mínimo. Hasta le hace gracia. «Le tengo mucho cariño a aquella etapa. Era la primera vez que trabajaba de actriz, que estaba en Madrid y que salía con un grupo de amigos que empezábamos en este mundillo». De aquello han pasado más de dos décadas, y Leticia ha evolucionado personal y profesionalmente. Tanto que hace dos años fue ella la que creó la exitosa 'Vida perfecta', galardonada con los premios a la mejor serie y mejor interpretación en el festival Canneseries. Ahora estrena la segunda temporada (Movistar+), seis capítulos que ponen el punto final a un caleidoscopio de historias que se cuentan desde la perspectiva de las mujeres. No podía ser de otra manera, tratándose de una feminista declarada. «Intento establecer puentes de empatía y favorecer las relaciones entre las personas», concede, desde una postura de reivindicación serena y optimista.
Con una primera entrega tan aplaudida, ¿a qué desafíos has tenido que enfrentarte en esta segunda parte?
Mi mayor anhelo era estar a la altura de los personajes, mostrar sus luces y sus sombras. Para ello seguí un proceso de documentación: hablé con mujeres que habían sido madres, con otras que sufrieron depresión posparto, con mujeres que tenían hijos mayores, con psicólogos... Quería honrar los testimonios que me habían confiado y plasmar esas realidades que compartieron conmigo.
Eres la protagonista, la coguionista –junto con Manuel Burque– y la directora. ¿No resulta muy estresante?
Es muy bonito, una oportunidad para estar en el corazón de una historia. Te hace sentir el pálpito todo el tiempo, eres la que bombea la sangre para que el resto de los órganos funcionen. Y, sí, puede ser muy estresante, pero no es algo que vayas a hacer todos los días del resto de tu vida.
¿Decidiste convertirte en mujer orquesta porque no te ofrecían papeles o querías desarrollar tu faceta creativa?
Una suma de todo. Yo siempre llevaba mi cámara de vídeo a los rodajes y luego editaba las cintas en casa. Me encanta el montaje, porque es donde reescribes el guion. Pero también coincidió con que estuve casi dos años en paro. Eso me condujo a un proceso personal de desmitificación de la profesión. Fui consciente de que uno no vale según lo que trabaje.
¿Te dio miedo dar el paso?
Fue algo progresivo. Empecé escribiendo un corto y un poco más tarde me planteé el reto de dirigirlo. Aquel primer trabajo, Lo siento, te quiero, ganó en el festival de Austin (EE UU), y ahí descubro mi pasión y a la Leti directora. Tampoco es que yo me sintiera la hostia, sabía que me quedaba todo por aprender, pero experimenté lo que era contar una historia con imágenes y ser la brújula de un equipo.
En 'Vida perfecta' planteas una visión de los problemas de las mujeres desde una perspectiva auténticamente femenina. ¿Faltaba algo así en la producción audiovisual española?
Yo no diría que viene a llenar un vacío, porque no lo siento así. Lo que falta son más 'showrunners' mujeres, más guionistas y más directoras. En el cine hay cierto despertar femenino, pero en la televisión parece que el capital sigue confiando más en los hombres. Cuando la realidad es que esto no va de sexos, todos tenemos las mismas opciones de triunfar o de fracasar. Pero nosotras podemos aportar un punto de vista distinto a la ficción audiovisual, porque no somos un colectivo, sino la mitad de la población. Y yo no he hecho una peli sobre mujeres para mujeres, sino para seres humanos.
¿Crees que nos dejamos llevar por un rol que nos marcan y que eso acaba explicando muchas frustraciones?
Sí, los estereotipos culturales y tu herencia familiar van a condicionar tu manera de ver el mundo y de construir tu vida. A veces te puedes encontrar averiguando si las decisiones que has tomado son tuyas o consecuencia de tu entorno y de la presión social. No digo que sea bueno ni malo, cada cual tiene que hacer su camino, y no pasa nada si te equivocas, pero nos aterroriza el cambio, la ruptura de la norma social, y hay que superar esa barrera.
¿Qué papel ocupan los hombres en tu serie?
Los personajes masculinos tienen un arco propio, a ellos también les pasan cosas, son caracteres muy sutiles, con muchos momentos de verdad, porque también me apetecía mostrar esa vulnerabilidad de los chicos.
En estos capítulos se pone de manifiesto los fuertes lazos de amistad entre las mujeres, pero hasta no hace mucho se ridiculizaba la sororidad. ¿Algo está cambiando?
La cultura patriarcal nos ha enseñado que somos enemigas, que nos criticamos, que no podemos trabajar juntas..., y no es verdad. En muchos lugares de poder hay solo una mujer porque el sistema nos hace competir entre nosotras, aunque no tenemos ni más envidia ni más rencor, eso es un invento machista. De todas maneras, vamos avanzando. Por ejemplo, en el grupo de 'Los Goonies' solo había una chica, como de comparsa, pero 'Sexo en Nueva York' rompió con eso.
En realidad, fue una rara avis en su época.
Absolutamente. Lo que quiero decir es que resulta fundamental que veamos reflejado esto en todos los ámbitos, porque funciona como un referente para que los niños y las niñas crezcan sin prejuicios ni clichés de género.
Hablando de inspiraciones, ¿de cuáles te confiesas deudora?
Lena Dunham ha sido un espejo en el que me he mirado. Su serie 'Girls' revolucionó la industria, porque hizo que muchos productores se diesen cuenta de que una mujer de 20 años podía tener voz propia y audiencias increíbles.
También Phoebe Waller-Bridge y Michaela Coel han creado exitosas series con referencias a sus propias vivencias. ¿Lo personal transciende a la colectividad en estas sitcom de autora?
No sé si se puede hablar de un fenómeno o es pura casualidad, pero lo cierto es que genera un efecto de confianza en nosotras, porque lo que contamos suscita gran interés.
Te has significado mucho en temas feministas. ¿Crees que eso ha provocado una polarización respecto a tu persona y a tu trabajo?
Ni idea. Entendería que pudiera inquietar si yo fuera una persona que no respetara los derechos humanos, pero no que se genere un debate en torno a mi persona o a mi obra por expresar mis opiniones. Yo tengo amigos de todos los partidos políticos.
¿Consideras que las personas que tenéis visibilidad debéis adquirir un compromiso social o no necesariamente?
No le diría a nadie cómo actuar, pero siento que cuando eres conocido tienes un altavoz, y eso conlleva una responsabilidad, así que cada vez que me han dado un espacio público lo he aprovechado para hablar de cosas importantes.
El Festival de San Sebastián ha suprimido la distinción de sexos en el premio a la mejor interpretación. ¿Qué opinas?
No me parece bien, porque esa decisión parte de un presupuesto que no es cierto: que estamos en igualdad numérica. Pero no existe la misma cantidad de personajes femeninos que masculinos, y ya no te digo a partir de cierta edad, ¡que son los 35! Cuando tú, como actriz, vas a hacer un 'casting', el primer filtro es el sexo, cosa que no pasa en otros trabajos.
¿Qué te ronda ahora por la cabeza?
La postproducción de 'El fin del amor', una miniserie basada en el ensayo del 'bestseller' de Tamara Tenenbaum. Es la primera vez que dirijo una obra que no he escrito.
Formula ese sueño que te gustaría cumplir.
La abolición de la prostitución, porque se trata de una forma de abuso y explotación. Confío en verlo antes de morirme.
