No podemos negar (más que nada, porque publicamos un artículo al respecto) que cuando Julia Fox explicó en la revista ‘Interview’ que se había sentido como una Cenicienta cuando Ye le sorprendió en su segunda cita con una habitación llena de ropa a estrenar, sentimos un escalofrío. Lo que entonces no supimos comprender del todo es que la actriz se había diferenciado del resto de celebridades al apoderarse del arma de comunicación pre-redes sociales por antonomasia, la prensa, para poner voz a su historia y adueñarse de su narrativa. Desde entonces, la pareja más controvertida (aquí un ‘spoiler’: y fugaz) del panorama pop se paseó por las semanas de la moda y por fiestas junto a Madonna convertidos en una suerte de villanos hiper fashionistas que habían cambiado las capas por diseños de Balenciaga. Ye accedió a aparecer en los totales de 'Keeping up with the Kardashian' porque le hacían sentir como un personaje de 'Los increíbles', y tras ver cómo su ex se vestía como la heroína de su película soñada, decidió que tanto él como su nueva compañera de aventura iban también a convertir la moda en su disfraz.
Al regalarle a Julia looks similares a los de Kim y salir a cenar con la modelo Chaney Jones, vestida con un outfit y una estética con los que guardaba un escalofriante parecido con Kim, parecía estar creando su propio "ejército de Kimions". ¿El aterrador mensaje que subyace? Que él es el verdadero creador de Kim, por lo que puede crear tantas como quiera. Como dijo Jean Baudrillard, "el simulacro no es lo que oculta la verdad. Es la verdad la que oculta que no hay verdad. El simulacro es verdadero". Por supuesto, lo que no sabían ni el filósofo ni el rapero es que el intento de convertir a Julia en un clon no solo iba a ser un fracaso, sino que se iba a rebelar contra un creador que en realidad, no lo era. Julia Fox ya era un icono pop antes de conocerlo, y lo que ha hecho es la peor pesadilla de todo Dr Frankenstein: vencerlo y apropiarse del poder. Lejos de ser su musa o su obra, la actriz se ha apropiado de sus herramientas y de su pócima de fama.
Mientras tanto, en el otro lado del edén de la popularidad extrema, Kim Kardashian es fotografiada junto a Pete Davidson saliendo de pizzerías de poca monta (Ye y Julia prefieren el prestigioso Carbone) sin importarle en absoluto que su chico recorra la ciudad en pijama. Las celebridades de tal calibre pueden tienen tan poco espacio para su vida privada que o convierten su intimidad en un espectáculo, o hacen del mundo su hogar, y "los Kimso" parecen haber optado por la segunda opción. Lógicamente, Julia y Ye prefirieron la otra posibilidad. Sin embargo, algo unía a ambas parejas: la devoción (querido Enrique Iglesias: te vamos a robar tu frase) casi religiosa que una mitad sentía por la otra. En el podcast ‘Call her daddy’, Fox hablaba con auténtica admiración del diseñador, a quien sus estilistas le enviaban las imágenes de su look para obtener el 'ok' del rapero, que le regaló a Fox por su trigésimo segundo cumpleaños cinco bolsos Birkin. Por su parte, Pete Davidson concedía una entrevista a la revista ‘People’ en una videollamada en la que tras el humorista se podía ver una vela en la que Kim Kardashian aparece convertida en una virgen. Al fin y al cabo, el poder de las Kardashian, que venden sus prendas de segunda mano en Kardashian Kloset (podríamos hablar de cada diseño como de una reliquia del siglo XXI, pues el valor añadido no lo da la marca, sino quien la ha llevado) es que han impuesto una religión propia con millones de devotos.
Kim y Pete parecen vivir en una 'sitcom' relajada, mientras que en el particular Gotham de la moda y del amor creado por Ye, siempre hubo más oscuridad que violines. La forma en la que el rapero comenzó a emplear su perfil de Instagram se encargó de dar un radical giro a la historia. Por la noche, lo veíamos de la mano con Julia. Por la mañana, subía un sinfín de posts a sus redes con memes encontrados en internet en los batalla contra Pete en una guerra en la que en su cabeza, por supuesto, el villano es Davidson, a quien acusa de romper su familia en desconcertantes textos escritos en mayúsculas. No solo no para de repetirle a Kim Kardashian que quiere volver con ella una, sino que en San Valentín le envió un coche repleto de flores.
Julia es fan de las Kardashian y ha sido modelo de Skims
En este surrealista marco, fue el día de los enamorados el elegido por Julia para comunicar al mundo la crónica de una ruptura anunciada. ¿La forma de celebrar el fin? Abrir el desfile de LaQuan Smith como modelo luciendo un vestido muy similar a un diseño de Thierry Mugler que Kim había lucido antes, algo que por cierto, ya ha ocurrido con su vestido de Jean-Paul Gaultier y sus botas de Balenciaga. ¿Provocación? Para nada: pura admiración. Cuando se ha topado con noticias que aseguran que Julia ha dejado de dar ‘like’ a los posts de Kim Kardashian, la actriz no ha dudado en comentar públicamente que sigue haciéndolo. Reconoce que es fan de las Kardashian desde 2007, y por si fuera poco, fue modelo de Skims, la marca de Kim, en 2019.
La actriz acaba de ser fotografiada corriendo por el aeropuerto, y las imágenes han sido publicadas junto a titulares que señalan que estaba llorando a causa de su ruptura con Ye. ¿Su reacción? Subir un story que la perfila como la superheroína de las relaciones que es. “A la prensa le encantaría poder escribir la fábula de que soy una mujer triste que está sola y que va llorando en un avión, pero no es cierto. ¿Por qué no me ven como lo que de verdad soy, la estafadora número 1? Kanye y yo hemos terminado bien. Le tengo mucho cariño, pero no estaba enamorada de él. Por el amor de Dios, ¿acaso pensáis que tengo 12 años?”.
Ha conseguido lo que Ye nunca pudo: dominar su propia narrativa
En su Instagram deja caer que pronto podremos sabremos más de esta fascinante historia en su libro (también está escribiendo una película y un show televisivo), una prueba más de que Julia no ha venido aquí a ser ni la musa, ni la víctima de la historia, sino a aprovecharse de las triquiñuelas de la cultura pop, a colarse en sus grietas y a sacar partido de todo esto. Por cierto: si el final feliz 3.0 implica tener cinco Birkin nuevos, un armario de Balenciaga, Diesel y Schiaparelli y recorrer Nueva York después de la ruptura con la codiciada chaqueta azul de Yeezy x GAP y medio millón de nuevos seguidores, esta historia de amor es la que sí nos interesa. Además, al igual que Kim Kardashian, ella ha conseguido lo que Ye nunca pudo: dominar su propia narrativa. El rapero está obsesionado con ser el dueño y la voz de su historia, pero el aluvión de posts que sube y borra a una velocidad que haría palidecer a Usain Bolt no consigue que su narrativa cale, sino que sea puesta en duda. Por el contrario, Kim se ha limitado a subir un único post que sin duda ha sido revisado cien veces por su equipo de asesores y publicistas, un escueto escrito que nadie ha cuestionado. Julia prefiere confirmar y desmentir rumores en su podcast, disponible en Spotify, porque ella es una experta en sacar provecho de todo. “Las celebrities no son tan importantes. Estamos en plena pandemia. Dadle a la gente algo de lo que hablar. ¡Es vuestro trabajo!”, acaba de declarar a ‘The Cut’. Y qué queréis que os digamos: si Julia quiere entretenernos, no le vamos a decir que no lo haga...
En pleno San Valentín, nos regaló una historia amorosa diferente y empoderadora: la del amor propio. Aunque existe una incontable cantidad de 'merchandising' que reza “quiérete a ti mismo tanto como Kanye se quiere a sí mismo”, proponemos sacar nuevo material que diga “Exprime tanto la vida como lo hace Julia Fox”. Nuestra heroína no para de darnos lecciones de sororidad (no solo por mostrar su apoyo a Kim Kardashian, sino porque siempre va rodeada de su inseparable grupo de amigas) y nos ha demostrado que aunque comparte con Kim la virtud de aguantar cualquier chaparrón, lo hace de forma diferente. La diseñadora ha asegurado que su superpoder es permanecer calmada en situaciones de estrés. ¿El de Julia? Hacer siempre lo que le da gana sin tomarse nunca nada demasiado en serio.
