Se cumplen 25 años de ‘Sexo en Nueva York’, la serie que cambio de forma definitiva la manera en la que hablamos de sexo entre amigas, convirtiendo esa charla ya no en un secreto casi de Estado, sino en una celebración ‘afterwork’. También fue la encargada de dar tienda suelta al placer femenino. De hecho, aunque en la actualidad los succionadores de clítoris han hecho que la masturbación (de las mujeres, claro) por fin comience a salir del armario, fue la popular serie de HBO la que hizo del consolador Rabbit el responsable de que miles de mujeres se atrevieran a ir a un sex shop a por uno.

Sororidad en Nueva York

Sin embargo, ‘Sexo en Nueva York’ es mucho más que posturas sexuales y paseos por la Gran Manzana a cámara lenta con looks de impacto: también es una oda a la amistad femenina, esa que ahora es tan habitual en series como ‘Valeria’ y que hacen que las amigas sean esa familia elegida en la que confiar en todo momento. “¿Y si en realidad nuestras amigas son nuestras almas gemelas y los hombres, simplemente personas con quien pasarlo bien?”, se pregunta Charlotte en la sexta temporada.

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Cortesía de HBO
Sexo en Nueva York

“Sin duda, soy muy fan de ‘Sexo en Nueva York’. Cuando tenía 17 o 18 años, recuerdo que la serie se emitía súper tarde, y en aquel momento, para una post adolescente, era muy aspiracional. Querías que te pasaran esas cosas, y la historia quedó dentro de mí para volcar esa ficción que crearía en el futuro”, explica a ‘Elle’ Elísabet Benavent, autora de ‘Cómo (no) escribí nuestra historia’ y de la serie de libros 'En los Zapatos de Valeria', cuya adaptación podemos ver en Netflix de la mano de ‘Valeria’, que asegura es un homenaje a ‘Sexo en Nueva York’.

“Pone de manifiesto la sororidad antes de que se hablara del término"

“Digamos que es una versión española más cañí, más propia y menos glamourosa”, dice entre risas. Asegura no sólo que la serie de Darren Star ha envejecido bien y sigue siendo un referente de moda, sino que lo que mejor ha aguantado el paso del tiempo es la forma en la que narra la amistad de cuatro amigas muy diferentes. “Pone de manifiesto la sororidad antes de que se hablara del término. Habla de mujeres que se apoyan, viven su sexualidad sin prejuicios y buscan su hueco en el mundo sin tener que depender de un hombre, aunque es cierto que refleja bien el lastre social heteropatriarcal en el que una mujer busca un hombre, porque si no, de algún modo, la siente incompleta”, dice Benavent.

"Es tan válido ansiar las uniones platónicas como las románticas"

Hablamos de cuatro amigas con sus carreras labradas que no dependen de nadie más que de sí mismas (y de sus reuniones ante un buen Cosmopolitan, por supuesto) y que se gastan su dinero en lo que quieren sin tener que dar explicaciones. En cada capítulo demuestran además que es tan válido ansiar las uniones platónicas como las románticas.

La precursora

Como ocurre ante cada fenómeno pop, quienes llegan después se encuentran con el yugo de tener que ser “el siguiente fenómeno”. Sin duda la llegada de ‘Girls’ hizo a muchos celebrar que por fin una serie se encargara de rellenar ese vacío que Carrie y sus amigas habían dejado, cuando en realidad lo interesante es recordar que el motivo por el que era imposible que una serie con protagonistas femeninas fuera vista como la siguiente ‘Sexo en Nueva York’ no era otro que la dolorosa ausencia de ficción con protagonistas femeninas que por entonces había. ¡Si incluso se intentó tildar a ‘Ellas y el sexo débil’, de Ana Obregón, como su versión castiza! Durante la primera aparición de Lena Dunham, responsable de ‘Girls’, en la gira promocional en Television Critics Association press tour, se esforzó en aclarar que eran totalmente diferentes.

"¿A que no comparamos series por el mero hecho de tener cuatro protagonistas masculinos?"

¿Alguna vez hemos visto a los medios comparar series con un elenco eminentemente masculino, como ‘Silicon Valley’ y ‘Entourage’ por el mero hecho de que se trata de shows con cuatro protagonistas masculinos que trabajan juntos? No, ¿verdad? Por cierto: la diferencia vital entre ‘Sexo en Nueva York’ y ‘Girls’ es que la serie de Dunham no va sobre la amistad, sino sobre la transición hacia la edad adulta.

El arte de meterse en jardines

Aunque hay decenas de artículos sobre lo mal que han envejecido algunas escenas y algunos diálogos de la serie, censurar obras del pasado desde la mirada actual sin tener en cuenta el contexto en el que fueron creadas resulta ciertamente naíf e incluso problemático. “Fueron precursoras de una apertura mental muy grande. Es una de las primeras ficciones en las que se pone el punto de mira en el placer femenino y en la que la mujer no es sólo un objeto deseado, sino deseante. Se habla también del miedo a las ETS y de embarazos no deseados. Fue muy transgresora: eran los 90, cuando todo era muy moderno y en realidad, no lo era”, explica Elísabet Benavent.

La moda, el quinto personaje

Los looks de las protagonistas son tan importantes que cuando salió ‘Emily in Paris’, la serie fue una vez más catalogada como “La nueva Sexo en Nueva York" no sólo por tener un personaje claramente narcisista (¿Lo hemos dicho en alto? ¡Lo hemos dicho en alto!), sino porque la protagonista es incapaz de salir de casa sin un look que cuesta más que su piso. No es casualidad, por descontado, que Patricia Field sea la responsable del vestuario de ambas series. Toda una experta en hacer del más es más y de huir del lujo silencioso (¿no estáis por cierto hartas de escuchar el término?), demostró que la ropa no sólo está para vestirnos y expresarnos, sino también para divertirnos.

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Craig Blankenhorn//HBO
Carrie Bradshaw

Antes de que se hablara del ‘balletcore’, Sarah Jessica recorría Nueva York con una falda de tutú (¿Te has dado cuenta de que el bus que empapa a la protagonista ataviada con dicho look en la intro de la serie pasa de estar lleno a completamente vacío de un plano a otro?), apostaba por leggings con tacones tiempo antes de que el ‘athleisure’ se impusiera y en definitiva, hizo de su armario un laboratorio de experimentos fashionistas que ha cambiado la forma en la que vestimos hasta el punto de que es complicado que si apareces con un look extravagante, alguna amiga no te diga “Hoy vas muy Carrie”.

Mucho más que una rom-com

La serie siempre ha sido tildada de “comedia romántica”. El guionista Miguel Hauge asegura que “la mayoría de las comedias románticas de Hollywood se basan en el engaño", pero como explica Nicole Evelina en ‘Sex and the City: A Cultural History’, “es posible que el engaño en ‘Sexo en Nueva York’ no sea externo, sino interno. Cada una de las cuatro mujeres principales, a su manera, se está mintiendo a sí misma. En esencia, la serie trata sobre la identidad femenina, tanto para cada personaje, como en general", escribe la autora, que señala que tal lucha interna se ejemplifica mejor con la columna semanal de Carrie.

"Las preguntas de Carrie hacen al público identificarse con ella"

“Aparentemente es su trabajo, pero también le proporciona un vehículo a través del cual explorar sus pensamientos y sentimientos internos (y los de sus amigas) sobre sus vidas. la pregunta que hace rara vez se trata de algo trillado; es la oportunidad que tiene el público de entender lo que Carrie está reflexionando y supone una invitación a hacerse la misma pregunta, proporcionando así otra vía para que el público se identifique con ella y con los demás personajes principales”, asegura.

"Dudo que en unas décadas valoremos tanto el amor idealizado como el armario de Bradshaw"

En definitiva, la serie ha sido la responsable de que hablemos con nuestras amigas de sexo sin tapujos, de que valoremos el placer femenino e incluso de que no nos tengamos que disculpar por querer encontrar el amor. Quien quiera tirar por tierra sus historias por tildarlas de excesivamente románticas, bien puede examinar ‘And just like that’, pues al haber sido creada en el presente, la diversidad existe y el maldito amor romántico es tan cuestionado como antaño lo eran los looks de Carrie. Sin embargo, dudo que en unas décadas valoremos tanto el amor idealizado como el armario de Bradshaw.