• #10 / Incapacidad para sentir emociones, o hacerlo de modo superficial
  • #13 / Pensar que el mundo es peligroso

La prohibición de salir de casa, el cierre de las universidades, el teletrabajo forzado, la preocupación por la salud (la propia y la de nuestros seres queridos)... Desde que el coronavirus llegó a Europa, la sensación de vivir algo traumático nos ha alcanzado a todos. Y no sin razón.

En psicología, un trauma es un “choque emocional que produce un daño duradero en el inconsciente” (Diccionario de la RAE).

La situación que estamos atravesando estas semanas puede considerarse, por tanto, un trauma, al nivel de fenómenos naturales como los incendios de Australia, o de atentados como el 11-M en Madrid o el de Mánchester, durante el concierto de Ariana Grande en mayo de 2017. En esas ocasiones, no sólo tú, sino todos notamos un desajuste emotivo y una serie de reacciones relacionadas con estos eventos, con consecuencias no sólo en la esfera física, sino también en la sentimental o comportamental.

Las reacciones a un trauma más habituales:

1) Temor y ansiedad. “El miedo es la emoción más potente, al estar conectada con el instinto de supervivencia”, escribe el psicoterapeuta Giorgio Nardone en su reciente libro ‘Emozioni, istruzioni per l’uso’ (aún no traducido al español, aunque la editorial Herder ha publicado en nuestro idioma otros muchos títulos de este especialista en terapia breve). Por descontado, ante algo como la expansión de una enfermedad desconocida, el recelo es una de las reacciones más fuertes, y llega asociada a la ansiedad que provoca la incertidumbre por lo que podrá suceder.

2) Rabia. Quizá te parezca absurdo, pero no lo es: ligado a la ansiedad y el miedo, está el enfado, que puede darse como respuesta a la experiencia vivida. Es, asimismo, una emoción primaria, y es posible sentirla porque no comprendas las razones por las que ocurren ciertas cosas, o porque no compartas leyes y decretos que, de todas formas, debes respetar.

3) Pesadillas. Es frecuente tenerlas justo después de un trauma porque el sistema nervioso elabora también durante la noche los sentimientos generados en momentos difíciles. Son, con mucha probabilidad, consecuencia de patrones de sueño desajustados.

4) Insomnio. Dormir poco y mal es muy común. Si tus sentimientos han sufrido un ‘shock’, puedes tener dificultades para conciliar el sueño o que, aun cuando lo hagas, no descanses de verdad.

5) Tristeza. Otra emoción a la que hay que enfrentarse es el dolor. Llorar es una reacción muy normal del sistema nervioso porque es una de las maneras en que descargamos la tensión típica de la primera fase del trauma. De nuevo, Nardone ofrece una explicación clara en su ensayo: “El dolor emotivo representa para nuestra mente lo mismo que la fiebre para el cuerpo; es decir, es lo que nos permite curarnos de una herida”.

6) Revivir la experiencia. Tu memoria vuelve a los instantes en los que te diste cuenta por primera vez de la existencia del coronavirus, y a tus acciones de entonces. Es algo usual que el cerebro repase varias veces un suceso para intentar comprenderlo y darle sentido.

7) ‘Flashback’. Quizá a ti no te pase, pero tu abuela o personas mayores que hayan pasado momentos muy duros (por ejemplo, la Guerra Civil) pueden tener un verdadero ‘flashback’; es decir, la sensación de que, con esto, vuelven a vivir aquel trauma por segunda o tercera vez.

8) Culpa. Es una de las reacciones más probables, porque nos sentimos la causa de lo que ha pasado, aunque en realidad no haya ninguna atribución de responsabilidad.

9) Pensar que podrías haber actuado de otra forma. Repetir en tu mente las circunstancias lleva aparejada la idea constante de que tu conducta podría haber sido diferente, y, tal vez, mejor de la que tuviste.

10) Incapacidad para sentir emociones, o hacerlo de modo superficial. Es una especie de parálisis emotiva que nace del deseo inconsciente de protegerse. La sensación es la de no experimentar lo mismo que los demás, aparentemente más involucrados, y que demuestran una rabia, un miedo o una tristeza más evidentes.

11) Eliminar el suceso. No pensar en ello o fingir que el evento no haya ocurrido nunca es otra reacción común. Puede que hayas oído decir a alguien que el coronavirus no es verdaderamente la emergencia actual. Como en este caso, también para otros traumas la negación ayuda a superar el dolor o, más bien, a no quererlo afrontar.

12) Evitar aquello que te lo recuerde. Para no vivir y revivir el dolor, es posible que trates de rehuir a todas las personas y situaciones que te lo recuerden.

13) Pensar que el mundo es peligroso. En los primeros momentos, tener miedo de lo que pueda pasar a nuestro alrededor es una respuesta que surge de ser conscientes de haber subestimado los riesgos.

14) Pérdida de confianza en los otros. Se da más cuando el trauma proviene de acciones cometidas por humanos, como un atentado, y es la sensación de estar rodeada de gente amenazante de la que no es seguro fiarse.

15) Pensar que podrías haber gestionado esto de manera diferente. En muchos casos, no hay una forma buena y otra mala de actuar, pero, a menudo, te interrogarás sobre cuál habría sido la mejor reacción, y seguirás pensando qué se debe hacer en una coyuntura de estrés.

16) Autocriticarse. Como consecuencia del punto anterior, es habitual cuestionarse y creer que te has confundido en tus acciones.

17) Pensar que no das la talla. Es obvio que, si juzgas negativamente tu comportamiento, es muy probable que pierdas autoestima en cuanto a tus capacidades.

18) Estar constantemente en guardia. El sistema nervioso, que se activa para luchar contra una amenaza, sigue estresado, y puede que tengas la sensación constante de estar en peligro. En la práctica, tu umbral de atención permanece alto durante un tiempo después del trauma.

19) Ver peligros por todas partes. Si estás siempre en guardia, los riesgos de muchas situaciones o personas que te cruces te parecerán mayores.

20) Estar particularmente irritable. Con el sistema nervioso siempre alerta, es fácil que estés más irascible, que saltes por cualquier cosa y que reacciones con enfado.

21) Perder interés en el sexo. Aunque lo vivido no tenga relación directa con la esfera sexual, es posible que, mientras te recuperas, descienda tu deseo o tu percepción del placer.

Cuando experimentas un trauma, bien sea personal o bien colectivo, como un terremoto, te vuelves más sensible y vulnerable, pero no eres la única. Y, por naturaleza, todos nosotros (tú también) somos resilientes y, por tanto, capaces de adaptarnos a los sucesos, no de manera pasiva, sino activa, para superar esos momentos difíciles. Además de que, una vez hemos salido, aunque cambiados, tenemos la posibilidad de crecer gracias a las dificultades.

He aquí las conductas que puedes poner en práctica con ese fin:

· Concédete tiempo para metabolizar lo sucedido y para adaptarte a los cambios, sin imponerte prisas para estar bien.

· Llora si es necesario. El motivo es que el llanto ayuda a descargar la tensión de tu sistema nervioso.

· Habla de cómo te sientes. No ocultes tu malestar; al revés, transmítelo a quien creas que te entiende.

· Pide ayuda. Si crees que no vas a poder soportar la carga emocional de un trauma, solicita apoyo a las personas que están a tu alrededor o a expertos.

· Busca grupos con los que compartir tu sufrimiento. Confrontar tus experiencias con quienes han vivido cosas similares es una gran ayuda para no verte sola.

· Come y duerme bien. El descanso y las energías que proporciona la comida son importantes para superar el estrés y recuperar una sensación general de bienestar.

· Cambia la rutina buscando algo positivo. Si estás en casa durante el confinamiento forzado, inicia nuevas actividades que, además de ayudarte a pasar el tiempo, te aporten cosas.

· Evita tomar decisiones importantes. Cambiar de trabajo o de casa puede ser demasiado estresante después de un trauma; las ganas de novedad o de volver a la normalidad quizá te lleven a querer revolucionar tu vida y partir de cero, pero, para el cuerpo y la mente, que acaban de salir de una situación de mucha tensión, no es buena idea.

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Vía: Cosmopolitan IT