¿Por dónde empezar a quererse cuando la percepción física general que tienes sobre ti misma, es negativa? Dice la doctora Vicky Dondos en su libro 'La gran guía del cuidado de la piel' (Zenith), que cuando alguien entra a su consulta, lo primero que hace es formularles la misma pregunta: "¿qué impresión tienes al verte la cara?". Y también cuenta que la respuesta suele ser siempre negativa: "Tengo cara de cansancio", "Parece que estoy siempre enfadada o triste" o "Se me está cayendo todo".

Y es que para "usar" la cosmética o la cirugía estética a nuestro favor, antes es recomendable comenzar por una parte fundamental: tu mentalidad y el autoconcepto.

Usar todo lo anterior con el objetivo de cambiar, no va a tener un final feliz: aunque sientas que todo es estupendo después de remodelar tu rostro, tan sólo pusiste una tirita que, con el tiempo, se desprenderá.

No es tanto tu aspecto, como la opinión que tienes de ti misma lo que determina tus emociones

La doctora Dondos hace hincapié en este trabajo previo de sentirse bien con una misma antes de ir a consulta. "Al fin y al cabo, la belleza tiene tanto que ver con el físico como con nuestras impresiones: cómo te sientes al mirarte al espejo", dice.

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Petr Kamanin / EyeEm

Porque recuerda que "no es tanto tu aspecto, como la opinión que tienes de ti misma lo que determina tus emociones, pensamientos y decisiones y, muy probablemente, tu calidad de vida".

Es interesante conocer los entresijos que mueven a las personas a ir a un centro de estética. Dondos aconseja que "si decides acudir a una clínica estética movida por la negatividad, es probable que te lleves una buena decepción" y cuenta cómo es, por esta razón, ver de forma habitual a tantas personas que se les ha ido de las manos y están demasiado inmóviles, infladas o estiradas.

"Preferiría que no viniera nadie a la clínica por creer que necesita corregir algo, o que pida un tratamiento porque siente la presión de encajar en los cánones de belleza o juventud", afirma.

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Siri Stafford

En definitiva, tras cualquier uso cosmético y estético, debe haber un trabajo previo, a veces duro, de sanación personal, de crecimiento. La doctora lo ha definido como "envejecimiento positivo".

De hecho, en su libro, la doctora explica y especifíca cómo debería desarrollarse ese envejecimiento positivo, en la que la base de todo es, sin duda, la mentalidad. Y ese trabajo personal debe centrarse, sobre todo, en cuatro grandes pilares. Cuatro fantasmas que, en mayor o menor medida, nos asustan a todas:

  1. El miedo a envejecer
  2. Las reflexiones negativas sobre una misma
  3. Las críticas
  4. La positividad sobre nuestro cuerpo y aspecto

Trabajados estos cuatro pilares, el camino se dirige después al siguiente nivel de la pirámide, centrado en la "medicina del estilo de vida". Es decir, reunir esfuerzos para mejorar otros cuatro aspectos fundamentales:

  1. Mejor control del estrés
  2. Prestar atención a nuestra nutrición
  3. Recordar la acción que nuestras hormonas tienen sobre nosotras
  4. Recordar también la influencia del entorno

Una vez tomadas las riendas de todo lo anterior es entonces cuando puedes tomar mejores decisiones sobre cómo usar a tu favor la cosmética y la medicina estética. Resuelto lo anterior, es decir, reflexionado y conseguido el control por ti misma de forma positiva, podrás utilizar todos los recursos estéticos para 4 cosas muy diferentes a lo inicial. Ya no buscarás cambiarte o mejorarte, sino:

  • Optimizar determinados aspectos
  • Regenerar
  • Conservar
  • Cuidarte de forma activa
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CSA-Printstock

El exterior de los demás

"Sabemos que todo el mundo cuelga versiones editadas de lo "mejor" que les pasa en la vida, pero aún así nos arrastran y acabamos clavando la mirada en sus cuerpos, su ropa, sus caras, y nos sentimos insuficientes. Vemos el exterior perfeccionado de los demás, no sus inseguridades, tristezas, preocupaciones o lo que no les gusta de su aspecto", dice la doctora. Y continúa: "si a esa mezcla le añades además el envejecimiento, tanto los factores físicos como los emocionales de percibir tu propia "mortalidad en el espejo", entonces las personas acaban sintiéndose tan inseguras que muy a menudo piden citas en clínicas estéticas como la mía".

A grandes rasgos, como la doctora lo describe, es un bagaje emocional demasiado voluminoso como para resolverse con agujas y pinchazos. Es interesante su reflexión sobre lo que en ocasiones son las clínicas estéticas: "negocios integrales para las mujeres que están desperadas por "hacer algo". Cuando quizás, en vez de un análisis de la morfología facial o corporal, sería más necesaria una escucha, activa o pasiva, de esa persona.

"Hay muy pocas personas inmunes a cumplidos como "estás mucho más joven que esa". Y la mayoría de nosotros vivimos aferrados a una imagen poco realista de nuestro aspecto". Tendemos a utilizar nuestra imagen como cubo de sentimientos negativos, pocas veces positivos. A desvalorizarla. Pues como bien recuerda: "si estás estresada o eres infeliz, es probable que lo primero que te obsesione sea tu físico".

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Envejecer es TREMENDAMENTE complicado

¿Y cómo no va a serlo, si a menudo -y especialmente las mujeres-, nos enfrentamos a mensajes que son TREMENDAMENTE contradictorios? Por un lado, vivimos en una sociedad que tiende a devaluar a las personas con cada año que cumplen. Pero por otro lado, se les invita a "envejecer con gracia". Cosa que para la doctora, tal y como opina, "es vergonzoso y trivial".

Normalicemos LO QUE ES NORMAL. Es normal sentir cierta pérdida de juventud con esos años que cumplimos. Es normal sentir un cierto duelo cuando ya no está frente al espejo esa persona que fuimos 20 años atrás. Es normal "preocuparse" por esa cara de cansancio que tenemos después de haber dormido, incluso, 10 horas. Claro que es normal que nos afecte. Se trata de cambios de identidad y transformaciones que, por descontado, no son superficiales. Involucran un sentimiento de nostalgia de perder ese rostro que una vez tuvimos. Y sí, puede doler. No se es menos por aceptarlo, ni más superficial. Ahora bien, sólo es una parte de tu realidad. Y hay mucho más. ¿Qué hacer entonces? ¿Cómo llegar a ese paraíso de autoaceptación al que alude la doctora?

El valor de la introspección

Una buena cavilación sobre quiénes somos. Una reflexión para encontrar dentro de nosotras, es el primer paso. "Puede que encuentres una parte de ti que está dispuesta a darle la bienvenida a los cambios y a los beneficios que pueden aportar los años, ya sea la confianza en unas capacidades más que probadas, el coraje de haber superado las dificultades, el conocimiento de tu yo verdadero y sus necesidades y anhelos o esa tenacidad que te hace vivir con los pies en el suelo", recuerda Dondos. Y aquí debes pararte un segundo. Poner en valor quién eres y pensar en si has pensado suficiente en ello. Valorar la introspección.

Hay muchas más cosas que puedes hacer para llegar al camino de la autoaceptación. Para no comprarte una crema pensando en que será la solución, sino tu aliada. Enumeremos unas cuántas. Toma las que quieras, es tu camino.

Acepta la pérdida que sientes

Acepta quién eres en ese momento, pero también ábrete a las nuevas etapas, a sus beneficios y a todo lo que te enseñará sobre tu momento presente.

No eches la vista atrás tanto como lo haces

Y mantenla en el presente. En tu yo de ahora. Deja que tus prioridad sean tus valores y no tus kilos de más o las arrugas de tu frente.

Deja de preocuparte por el qué dirán

Y pon en primer lugar lo que digas tú.

Revisa tu diálogo interno

¿Qué te dices a diario? ¿Eres amable contigo misma? O más bien, ¿te acosas cada día e incluso te desprecias? Esos "qué vieja estoy", "qué cara más horrible tengo" o "qué gorda me he puesto" son esas cosas que no dirías a tu mejor amiga y, por ende, tampoco a ti.

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George Marks

Cambia tus hábitos... de pensamiento

Y deja de flagelarte. Comienza a cambiar los adjetivos con los que te diriges a ti misma. Verás como incrementa incluso tu nivel de cortisol y ayudarás a calmar, incluso, la inflamación. Todo está conectado.

Encuentra algo en ti que te guste y poténcialo

Comienza con una pequeña piedra y halágate. Sé compasiva contigo misma. Tendrá un impacto muy positivo, no sólo en ti, sino en la actitud con la que los demás se dirijan a ti.

Desactiva tu flujo de imperfección

Y cuando decimos que lo desactives, es que dejes de compararte mirando en el móvil, por ejemplo. Y así lo recuerda la doctora: "el problema no es sólo nuestro diálogo interno, sino también las imágenes que vemos, cómo las juzgamos y cómo afecta eso a la opinión que tenemos de nosotros mismos". Incluso la doctora confiesa el poder de autodestrucción de su autoestima que ejercen redes como Instagram: "en mi caso, creo que Instagram tiene una capacidad única para destrozarme la autoestima, así que intento dedicar unos minutos cada día a hacer limpieza y eliminar todas las cuentas que me perjudican mentalmente". Y desde aquí, te sugerimos a hacer lo mismo si también es tu caso. Limita el tiempo que pasas en estas redes o busca otras cuentas que ejerzan el efecto contrario.

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Segundopremio

Lecturas recomendadas para sentirte bien

  • Este libro te hará cuidar de ti, de la doctora Jessamy Hibberd y Jo Usmar. Es una guía práctica para ayudarte a combatir los problemas de autoestima y con la que sentirte más segura de ti misma.
  • Al diablo con las dietas, de Caroline Doone. Un libro tremendamente divertido que devorarás entre risas y pensamientos positivos porque demuestra, sin lugar a dudas, que comer debería ser fácil y reconquistar tu autoestima y tu poder personal cuando rompes con todo.
  • El principio, de la doctora Tara Swart. Un libro revelador que cambia la vida como pocos lo hacen. Muestra cómo es posible aprovechar nuestro potencial para transformar nuestra mente y atraer todas las oportunidades que se nos pongan por delante.