Las docu series y los ‘realities’ siguen explorando los límites de la intimidad hasta límites insospechados. Es difícil olvidar ese primer ‘edredoning’ de Gran Hermano que escandalizó a media España y que que ahora no desataría en nosotros ni un suspiro. Nos hemos acostumbrado tanto a la intimidad sin filtros que ni lo que ocurre entre sábanas nos escandaliza ya. Antes nos incomodaba ver en programas televisivos a parejas discutir sus detalles más privados o incluso ver a familiares hablar ante las cámaras acerca de problemas de adicciones, pero en la actualidad, los límites entre la intimidad y lo público parecen haber sido eliminados por completo. ¿La mejor prueba? El que ahora las sesiones de terapia de los que participan en docu series y de las estrellas de los realities pasen a formar parte del show.

"Ir al psicólogo se está convirtiendo en la nueva foto de Snapchat"

Al fin y al cabo, si hemos visto cómo a las Kardashian les hacen ecografías ante las cámaras… ¿Cómo nos va a sorprender el que ahora también compartan las celebridades sus sesiones con sus psicólogos? La duda, sin embargo, es si no estamos haciendo del ‘sadfishing’ un nuevo cebo, pues las redes sociales, pese a haber sacado por fin del armario a la salud mental, en ocasiones parecen estar llevando los límites hasta el extremo. “En realidad, la terapia se está empezando a ponerse de moda, al igual que subir un vídeo llorando. Ir al psicólogo se está convirtiendo en la nueva foto de Snapchat", explica Elizabeth Clapes, autora de ‘Querida yo: tenemos que hablar’.

"Se ha vendido el mensaje de que hasta la ansiedad es guay"

"Aunque las influencers están normalizando ir a terapia, a la vez están dulcificando tener problemas de salud mental. Esos trastornos y sus realidades son muy duros, y son mucho más que un vídeo de Instagram o que una mala tarde entre lágrimas. Creo que se está romantizando la imagen de la salud mental, se vende ese mensaje de que estamos todos en el mismo barco... Los problemas de salud mental tienen diferentes grados de gravedad, por supuesto, pero de alguna forma se ha vendido el mensaje de que hasta la ansiedad es guay, y creo que quien tiene esos problemas de salud mental no presume de ellos”, asegura la psicóloga.

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Filmin
Autodefensa

La serie de Filmin 'Autodefensa' plantea una cuestión esencial: pese a que las nuevas generaciones identifican los problemas y han construido un discurso emocional con mayor seguridad que sus antecesores, a la hora de la verdad, no saben qué hacer con él. Es habitual escuchar a jóvenes hablar en términos psicológicos, cayendo en el denominado 'therapy speaking', pero en el fondo, aunque las palabras suenan con fuerza, el mensaje que subyace sigue vacío. En el tercer capítulo de la serie, dedicado a la ansiedad, una de sus protagonistas, en pleno ataque de ansiedad, llama a su compañera de piso para que la grabe y suba el momento a sus redes, algo que desafortunadamente, no nos parece ya tan descabellado como nos lo habría parecido años atrás.

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Amazon Prime
Dulceida en una sesión de terapia

En 'Dulceida al desnudo' vemos a la influencer visitar a su psicóloga, a la que le cuenta sus problemas abiertamente ante las cámaras y cuyas enseñanzas repite a lo largo de los episodios. “Como siempre, siendo la pionera. Esta vez en mostrar que detrás de una estrella, hay una persona con sus problemas como todos y normalizar el buscar ayuda profesional para salir del pozo cuando la vida nos empuja. La salud mental y emocional es esencial para poder gestionar lo que nos pasa para mirarlo, darle su lugar y aceptarlo”, escribe Araceli Gutiérrez, su psicóloga.

"Poco se habla del trabajo de estar expuesto"

En realidad, no hemos de olvidar que estamos hablando de personajes acostumbrados a vivir ante la atenta mirada de las cámaras y de las redes, por lo que la naturalidad con la que exponen su intimidad no tendría que sorprendernos tanto… “Al fin y al cabo, la vida de una influencer consiste en mostrarse y en generar revuelo, porque viven de ellos. Pero ojo: poco se habla del trabajo de estar expuesto. Puede ser realmente estresante, porque hay gente muy mala, aunque al mismo tiempo, no tenemos que dejar de lado que también son personas afortunadas, porque viven con el trabajo que les hace felices, tienen un buen salario y las comodidades que otros no tienen. Comprendo que haya gente a la que le moleste que personas con esos recursos puedan estar en cierto modo banalizando algo que hace a tantas personas sufrir... De hecho, hay muchas personas que ni siquiera pueden ir a terapia teniendo graves problemas", dice Elizabeth Clapés.

Dos pilares de la terapia, la privacidad y la confidencialidad, desaparecen en el instante en el que las cámaras entran en juego, pero esta dinámica lleva en realidad mucho tiempo en la práctica como para que a estas alturas, nos haga escandalizarnos. De hecho en 2008, Drew Pinksy lanzó ‘Celebrity Rehab’, donde personajes famosos pasaban por su consulta en una era en la que sus compañeros de profesión pensaron que ese sería el punto final de su carrera. Sin embargo, y pese a que él mismo reconoció haberse planteado si la terapia televisada podía ser realmente ética y moral, decidió seguir adelante para visibilizar al mundo la salud mental y las terapias, algo que por aquella época deambulaba por las sombras y era un secreto casi de estado. ¿Otro motivo por el que decidió seguir con el formato? Porque las celebridades, al estar más familiarizadas con las fórmulas de consentimiento a causa de su experiencia en la industria, restaban más adecuadas que los ciudadanos de a pie, resultando en cierto modo más moral exponer sus problemas. Lo que no comentó, claro, es que también resulta más morboso ver llorar a un futbolista famoso que a tu vecino del quinto…

"Hay una solución mucho más sencilla que no necesita prescripción médica: apagar el televisor"

Estemos a favor o en contra de mostrar las sesiones de terapia en televisión, lo que es indudable es que estos formatos han ayudado a normalizar pedir ayuda, por lo que antes de lanzarnos a criticar cada programa o a cada personaje en sus redes o en foros, hay una solución mucho más sencilla que no necesita prescripción médica: apagar el televisor.