¿Recuerdas cuando era posible ver a tu artista favorito por 30 euros? Si la respuesta es un tajante “no”, preferiría que no me aclares tu fecha de nacimiento, pues es posible que seas muy joven. La crisis, la inflación y el precio de la energía fruto de la guerra en Ucrania son algunas de las causas de la desorbitada subida de precios, motivos a los que hemos de sumar los gastos de gestión de los portales de venta online y los precios dinámicos, que son los de las mejores entradas del enclave (que no son más del 10% del aforo) y que pueden variar en función de la demanda. "En las giras internacionales, entiendo que hay una repercusión en los precios de los costes de transporte, que se han disparado. También creo que hay algo de abuso por parte de ciertos promotores y ticketeras, pues las entradas en sí no han subido tanto, pero sí lo han hecho los gastos de gestión. En lo que respecta a Moby Dick, y sobre todo a los conciertos de artistas locales, los precios no han aumentado significativamente en los últimos años", asegura a 'Elle' Hugo García, responsable de comunicación de la sala madrileña Moby Dick.

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Kevin Winter/TAS23//Getty Images
Taylor Swift

"A pesar del aumento de los costos, todavía vemos una fuerte demanda de experiencias y una disposición de los clientes a gastar en momentos inolvidables", dice Adam Pearson, director comercial del londinense ‘The O2’, a ‘Refinery29’. "También seguimos viendo una gran demanda de entradas premium, ya que la mayoría de nuestros productos actualmente están agotados y funcionan con listas de espera. Si bien no podemos mitigar completamente estos costos crecientes, lo que podemos hacer es buscar áreas en las que podamos invertir y desarrollarnos aún más para seguir ofreciendo la mejor experiencia de su clase a nuestros fanáticos, bandas y marcas", asegura.

Los conciertos multitudinarios son cada vez más caros, pero las entradas se agotan cada vez antes, algo que hace que los locales más pequeños se encuentren con una situación delicada. Sin embargo, según asegura a Hugo García, podría ser una pincelada generacional. "El público más joven prefiere grandes despliegues, gentío, pantallas gigantes... Aprecia más la magnitud del evento que la calidad del sonido o la proximidad con el artista. Pero sigue habiendo mucha gente que prefiere el recinto pequeño, aunque no haya tantos fuegos artificiales", señala.

"La oleada de turistas que han viajado para ver el ‘Eras Tour’ ha ayudado a reflotar la economía"

No podemos dejar de mencionar el hecho de que nos encontramos en un momento en el que el fanatismo está (¡por fin!) bien visto y tiene más poder que nunca. Cuando Ticketmaster se vio incapaz de gestionar la inmensa solicitud de entradas para disfrutar de la gira Eras Tour, de Taylor Swift, los fans se aliaron con la abogada Jennifer Kinder para demandar al titán de las ventas online. El poder de los conciertos es tan titánico en la actualidad que como señala el último informe de Reserva Federal sobre la situación actual de las finanzas del país, la oleada de turistas que han viajado para ver el ‘Eras Tour’ ha ayudado a reflotar la economía de algunas de las ciudades americanas. Sin ir más lejos, Philadelphia registró su mejor dato en gasto turístico desde la pandemia gracias a la cantante, y según los nuevos datos de Axios, los consumidores están priorizando las experiencias y el entretenimiento sobre la compra de cosas, por lo que no están dudando en invertir más para conseguir los mejores asientos en la gira de Taylor Swift o ir a ver a Beyoncé haciendo de ese concierto un evento de dos días con buenos hoteles y cenas de postín.

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Kevin Mazur//Getty Images
Beyoncé en concierto

Como explica en ‘Understanding Fandom’ Mark Duffett, el fandom es un fenómeno sociocultural asociado en gran medida con las sociedades capitalistas modernas, los medios electrónicos, la cultura de masas y la actuación pública. “En la mayoría de las investigaciones existe una tendencia a hablar del fenómeno como si siempre hubiera existido, plenamente formado, en la sociedad. A medida que se aborda cada vez más esta cuestión, los escritores han comenzado a desenterrar una historia compleja que demuestra la afirmación de Henry Jenkins de que "nadie funciona enteramente dentro de la cultura de los fans, ni la cultura de los fans mantiene ninguna pretensión de autosuficiencia: no hay nada atemporal e inmutable en esto. El fandom se origina como una respuesta a condiciones históricas específicas que surgen de cambios en los medios de comunicación y su tendencia a reconfigurar la experiencia cotidiana".

El tipo de fandom más respetado es el vinculado a los deportes, un poso machista

Lo llamativo es que el tipo de fandom más respetado es el vinculado a los deportes, y no es difícil sacar la conclusión de que nos hallamos una vez más ante un poso machista que tiende a discriminar el tipo de fanatismo que se asocia tradicionalmente a las mujeres.

Ser fan es complicado en la actualidad, o mejor dicho caro, para quienes quieren tener el último merchandising de sus artistas, desean verles en directo (especialmente cuando han de viajar para hacerlo) e incluso para quienes quieren acudir a esos 'meet & greet' por los que hay que pagar para conocerlos. Sin embargo, hay fans que aseguran que el verdadero amor por sus ídolos no exige nada material y apenas depende de gastar dinero. Nosotras añadimos que quien tenga una buena conexión a internet lo va a tener más complicado, porque cuando entra en juego el FOMO, es difícil no sufrir al descubrir que la mitad de tus contactos están viendo a Beyoncé mientras tú ves el concierto a través de sus stories. Por si fuera poco, TikTok se ha convertido en una red social ideal para compartir experiencias y conocer gente con gustos similares, pero al mismo tiempo puede promover cierta toxicidad, determinado afán competitivo y cómo no, una forma de subrayar los privilegios, pues quien puede viajar para ver a su artista favorita, pagarse un hotel y disfrutar de un mejor sitio tiene un presupuesto que otros pueden envidiar y por ende, puede generar cierto desdén.

"Depende de quién seas fan, evidentemente. Pero claro, si hablamos de fenómenos globales tipo Taylor Swift, Madonna, Harry Styles o Coldplay, y tu nivel de fanatismo hace que no concibas otra localidad que no sea el golden ring o la zona VIP, entonces sí: hace falta ser rico o atracar un banco. Yo sin ser muy fan, fui a ver a Beyoncé a Barcelona en pista por 90 euros, que creo que es un precio bastante razonable para el pedazo de show que disfrutamos", añade Hugo García.