Donde quiero incidir es en que eso debe pasar, en el momento del cambio de armario y no antes. Y para el cambio de armario como mínimo queda un mes y medio, o más. Eso ya depende del clima y sus historias.

Las colecciones de primavera ya están en la calle, y como consecuencia directa, hemos empezado a castañear los dientes cada vez que vemos prendas nuevas, que nos transportan al verano. ¿Cómo termina el castañeo? Con compras no meditadas y sobre todo que no se corresponden con necesidades reales.

¿Por qué esa necesidad de cambio antes de que cambie el tiempo?

Responde a la necesidad de dejar atrás la mentalidad de invierno. La ropa, ya lo sabes, son emociones, y esas emociones muchas veces van asociadas a momentos. Si has utilizado esas prendas a lo largo de todo el invierno en momentos de mal tiempo, días cortos y trabajo sin fin, te “duele” tener que seguir usándolas cuando el olor a jazmín ha invadido la calle y las temperaturas, sobre todo en las horas centrales del día, se vuelven más cálidas, y por eso sientes que necesitas cambiar.

¿Cómo contrarrestar esas ganas?

En primer lugar, intentando hacer combinaciones diferentes con las prendas de esta temporada que está llegando a su fin. En segundo lugar, abandonando hasta el próximo invierno, las prendas que te tienen hastiada, las que has utilizado con más frecuencia las últimas semanas; y por último, y este es mi secreto, buscando la prenda abandonada.

¿Qué es la prenda abandonada?

Es esa prenda del principio del invierno que dejaste abandonada cuando llegó la navidad porque apostaste por prendas más festivas, en tonos más navideños y que no has vuelto a utilizar estos meses pasados. Suele ser una camisa, un jersey fino de lana o cashemere, una chaqueta acolchada de algodón, un top de punto. Puedes tener una o varias prendas que abandonaste al principio de la temporada, rescátalas y recupera la ilusión sin caer en la compra innecesaria.

¿Por qué no debes aventurarte a comprar antes de realizar el cambio de armario?

Porque entonces no estás comprando necesidades. No eres consciente por mucho que creas que te acuerdas, de lo que necesitas para la próxima temporada.

Te estás dejando llevar por el capricho, por la cantidad ingente de imágenes nuevas relacionadas con el verano, que te hacen soñar con experiencias que muchas veces no son realistas y están fuera de tu alcance, y crees que, comprando esa prenda, estarás más cerca de vivir ese tipo de experiencias.

Tiendes a pensar “esta vez sí”, este año voy a hacer tal, tal o tal plan y ahí ya los cortocircuitos emocionales entran en acción y se desencadenan todo tipo de sentimientos negativos a causa de la inaccesibilidad que intentamos paliar con la compra impulsiva de una o más prendas.

Racionalizar ese tipo de sentimientos negativos, es tu mejor arma para recuperar la calma. Suena a cliché, pero hacer un ejercicio corto de proyección de realidades que sí que van a suceder los próximos meses en tu vida y que te apetecen, muchas veces es suficiente para volver a tomar el control y dejar atrás la ansiedad.

Recuerda, abandona las prendas de las que te has hartado, recupera aquellas que abandonaste hace meses y disfruta de la llegada de la nueva temporada. Las necesidades reales, ya llegarán, pero aún faltan unas semanas.