No cabe duda de que Grace Kelly llevó uno de los vestidos de novia más bonitos de todos los tiempos. A día de hoy la norteamericana sigue siendo todo un referente de elegancia para las novias, como pudimos comprobar con los vestidos de la duquesa de Cambridge y de Miranda Kerr.

El vestido diseñado por Helen Rose sigue figurando en la lista de los mejores vestidos de novia de la historia, pero mucha gente olvida que la actriz llevó en realidad dos vestidos de novia durante aquel fin de semana de abril de 1956.

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El día antes de casarse con el príncipe Rainiero III de Mónaco en la catedral de San Nicolás, la pareja ya se dio el "sí quiero" en una ceremonia civil celebrada en el palacio real.

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Rose, que ya había sido la responsable del vestuario de la actriz en cuatro de sus películas, asumía ahora el reto de diseñar sus dos vestidos de novia, el que todo el mundo conoce para la boda religiosa y otro para la ceremonia civil. Este último era un modelo compuesto de chaqueta de tafetán entallada, abotonada y con cuello redondo, falda evasé y corsé. Todo el conjunto estaba recubierto con encaje Aleçon y con diferentes brocados en hilo de seda para darle un toque verdaderamente femenino y elegante.

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A diferencia del vestido color marfil que luciría al día siguiente, este vestido era de color rosa pálido. Como complementos, un tocado Julieta y unos guantes de seda hacían de Grace Kelly toda una princesa de cuento de hadas.

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Convertida ya en princesa, una vez acabada la ceremonia, Grace Kelly lució un tercer vestido con falda evasé, mientras comparecía en rueda de prensa. Unas horas más tarde Kelly aparecía con el último vestido de la jornada: un vestido blanco de seda de Lanvin acompañado de una tiara y un collar de rubíes y diamantes, regalo de sus nuevos súbditos.

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Vía: Good Housekeeping US