Lamentablemente, la discriminación por peso ocurre en el 69 % de los lugares de trabajo, y poco después de dar con este sorprendente dato, nos encontramos con un artículo publicado en ‘Wall Street Journal’ que nos puso los pelos de punta. En él, diversos trabajadores aseguraban haber logrado ascenso laborales y un mayor reconocimiento en el instante en el que comenzaron a perder peso. Si bien es cierto que cuando alguien mejora su autoestima y la confianza en sí mismo es posible que se convierta en un trabajador más productivo y con mejores dotes de comunicación, resulta llamativa la forma en la que muchos trabajadores identifican de forma positiva a quienes tienen un tallaje normativo.

"Interesa un trabajador que no solo se cuide a nivel físico, sino también mental"

“Tener una buena relación con nuestra imagen corporal tiene beneficios a todos los niveles, no sólo a nivel laboral. Cuidar no únicamente la relación con la alimentación, sino también con nuestro cuerpo e imagen, es muy importante para sentirnos en paz en muchas áreas de nuestra vida”, comenta Raquel López, técnico superior en dietética y psicóloga del Centro de Nutrición y Psicología Laura Jorge. Matiza que pese a todo, es esencial destacar que tener una satisfacción corporal no se logra sólo por medio de la alimentación y los buenos hábitos físicos, sino que también tiene que ver con hábitos relacionados con la salud mental. “Si una persona no tiene un buen auto-discurso mental, difícilmente va a tener una buena auto imagen corporal. Interesa un trabajador que no sólo se cuide a nivel físico, sino también mental”, aclara.

"Las mujeres obesas tienen menos probabilidades de estar empleadas"

El sesgo de peso en el lugar de trabajo está bien documentado, con estudios que muestran que a las personas con obesidad se les paga menos y se les promueve menos en el ámbito laboral que a aquellos compañeros de oficina más esbeltos. “Los estudios económicos que relacionan los salarios y el peso sugieren que las mujeres obesas tienen menos probabilidades de estar empleadas, en comparación con las personas con peso "normal" (IMC de 20 a 25). Estas penalizaciones no sólo han aumentado en las últimas décadas, sino que continúan aumentando a medida que las mujeres envejecen”, detalla un estudio llamado ‘Worth your weight?’ (¿Vales tu peso?).

¿Cómo puede afectar estos datos a alguien con sobrepeso? “Los prejuicios relacionados con el peso ocurren en muchas áreas, y por supuesto, también en la laboral. El sobrepeso se asocia con el abandono, la falta de cuidado, el poco éxito, la incapacidad... y viene relacionado con "creemos que una persona tiene un peso o figura determinados porque así lo ha decidido", pero esto no es cierto. Nuestra figura física no es directamente proporcional a lo que comemos o el ejercicio que hacemos, pues hay variables que están fuera de nuestro control (enfermedades, genética, prescripción de medicamentos, hormonas, estrés...)”, explica Raquel López.

“Esta creencia generalizada, puede llevar a que las oportunidades y presiones de las personas de corporalidad grande sean mucho inferiores, generando una sensación de indefensión de la cuál es difícil de escapar y puede tener graves consecuencias negativas: más presión por cumplir determinadas expectativas, mayor vulnerabilidad a la ansiedad y la depresión, rabia y frustración, mayor sensibilidad a padecer un TCA…”, señala.

"El sentido común nos dice que una persona en forma es disciplinada y constante"

Las personas que parecen estar en buena forma física a menudo disfrutan de un "halo de salud", y tendemos a pensar que son personas trabajadoras que tienen claros tanto sus objetivos, como cómo lograrlos. “El efecto halo es un “juicio emocional inconsciente” en el que atribuimos a las personas más atractivas como más trabajadoras y orientadas a objetivos. Supone una desviación en el juicio totalmente absurda en la gran mayoría de los casos y a menudo nos induce a error. Por otro lado, el sentido común también nos dice que una persona en forma es disciplinada, constante y que se valora. Y si bien esto puede ser cierto a nivel personal, en lo laboral no quiere decir que haya desarrollado esos mismos principios. Eso es precisamente lo que hace el efecto halo, inducirnos a presuponer que, como alguien tiene un buen físico y ha tenido que desarrollar cualidades para conseguirlo, también las tendrá en el puesto de trabajo”, explica a Elle Samuel Santiago, consultor de empresas en venta y prospección telefónica, fundador de Psicoventa Academy.

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Cómo influye el peso en tu trabajo

“Calificar a una persona por su esquema corporal es tan absurdo e injusto como etiquetarla por su color de ojos. La obesidad es un problema multifactorial, pero el desconocimiento sobre este tema lleva a pensar que si una persona que no está delgada, es a consecuencia de la falta de cuidado”, señala Yolanda Cambra, mentora, formadora y CEO de Cero Tontería.

“Por ende, si creen que no es responsable ni de su propia salud, piensan que tampoco lo será a la hora de desempeñar un puesto de trabajo. Del mismo modo, interpretan que alguien con un cuerpo normativo está así porque se cuida y es disciplinado, cuando en realidad, quizá simplemente disfrute de una genética privilegiada que le permite comer sin engordar, o su delgadez o su silueta responden a un trastorno de la conducta alimentaria o al culto al cuerpo”, asegura.

Sin embargo, es cierto que apostar por una vida saludable y tener rutinas 'healthy' puede trasladarse al trabajo y ser bueno para llevar ese orden al mundo laboral. “Si no tengo unos buenos hábitos alimentarios, puede afectar a mi nivel de energía, algo que a su vez puede afectar a mi rendimiento laboral. No crear espacios seguros fuera del trabajo puede provocar que nos sintamos más quemados con nuestro trabajo, al no tener válvulas de escape que nos permitan regular el estrés laboral y crear una identidad personal más allá de lo laboral”, aclara López.

"Cuando la báscula importa más que LinkedIn, tenemos un problema mayúsculo ante nosotros"

En una sociedad que de alguna forma ha definido a la obesidad como una forma de prejuicio socialmente aceptable, hemos de estar atentos de no caer en las muchas microgordofobias que nos rodean y ser conscientes de cómo el efecto halo puede estar alterando la forma en la que percibimos a los compañeros de trabajo que superan determinada talla. Sin duda, cuando la báscula importa más que LinkedIn, tenemos un problema mayúsculo ante nosotros, y lo primero es reconocerlo: lo tenemos.