Nueva York es el lugar donde nació todo hace diez años (en 2013). Yo salí de Venezuela por la situación que vivía el país, y decidí que era el momento de evolucionar como persona y como marca. Tuve que decir adiós a la Yliana que ya había creado una exitosa etiqueta de bolsos allí 18 años atrás (fundó Blues by Kyky con una amiga en 1994) y decirle hola a una nueva etapa». Así narra Yliana Yepez (París, 1972) los comienzos de la firma que lleva su nombre y que fundó con pasión, ilusión y un objetivo claro en mente: internacionalizar un proyecto que, una década después, cuenta con codiciados bolsos y carteras de lo más reconocibles, gracias a su personal sello YY, y a una línea de prendas de cashmere en las que la relación calidad-precio (sumada a un diseño único) es insuperable. ¿El resultado? Una década de evolución profesional y personal de la que la diseñadora hace un balance que no puede ser más positivo: «Ahora, estoy haciendo lo que tiene sentido para mí y estoy superfeliz, fucking great! ¿Te dejarán ponerlo así? (Risas). Porque es la realidad, me siento consciente con mi trabajo, con mis hijos, con mi marido, con mis amigos... Con esto quiero decir que me encuentro en el presente, que dedico tiempo de calidad a cada cosa y que lo disfruto al máximo». Toda esta reflexión la hace con la ciudad de los rascacielos, donde vive, de fondo.
¿Nueva York es tu ciudad?
Es mi vida y mi casa, y fíjate cómo ha cambiado mi ritmo estos últimos años que ahora siento que es mi centro zen (risas). Aquí está lo mejor y los mejores del mundo, todos vienen de diferentes países a perseguir un sueño, pero si no sabes vivirla, te come, porque siempre están pasando cosas. La energía es increíble.
En eso os parecéis, ¿no es así?
Soy como soy, y creo que todo empieza por uno mismo. Por eso quiero que cuando alguien compre uno de mis bolsos sienta que va a llevar mi energía consigo y le va a hacer bien.
¿Y qué más cosas llevará?
Credibilidad. Yo llevo una década con la firma, y todo el mundo que se compró una pieza durante este tiempo la tiene aún perfecta. Es lo que escucho de mis clientas, y eso no tiene precio.
¿Estás satisfecha con tu propuesta calidad-precio?
Mira (mostrándome el bolso que la acompaña en nuestro encuentro), este modelo lo tengo desde el 2019. El cuero se compra en Italia y se manda a Ubrique, donde lo cortan y lo preparan para que luego se pueda hacer todo el trenzado a mano en Italia. Y el siguiente paso es vuelta a Ubrique a ensamblar todo, más los herrajes, que son de una fábrica donde acuden casas como Chanel, Fendi o Hermès. Suma y sigue... Y al final el precio que marcamos, sabiendo el coste que lleva todo, está muy por debajo que lo que debería ser.
Si quiero un Yliana Yepez, ¿cómo puedo conseguirlo?
En España tenemos venta online y hacemos trunk shows privados para mostrar nuestras colecciones. Lo ves, lo tocas, lo escoges y te llega a los dos o tres días. Es lo que me gusta, porque, aunque Yliana Yepez es una marca grande, siento que es de nicho, hay que entenderla y amarla.
Emma Watson, Lady Gaga, Ana de Armas o Demi Moore han llevado y amado tus creaciones...
Para mí lo más importante no es que una celebrity use mis diseños, lo que me hace ilusión son mis clientas.
¿Cuáles son las estrellas de la casa?
La Mini Giovanna, que es una de las carteras que hice en mi primera colección y ahora está en todos los colores. La voy reinterpretando con trenzados (Mini Giovanna Braided). De hecho, el Museo del FIT de Nueva York acaba de hacer una muestra acerca del diseño latinoamericano, con grandes nombres como Carolina Herrera, Oscar de la Renta o Narciso Rodriguez, y eligieron una de nuestras carteras para mostrarla en la exhibición. Wow! Es un honor que me consideren una diseñadora latinoamericana asentada en New York.
Es lógico, llevas mucho tiempo creciendo en esta profesión...
Cumplo el año que viene 30 años haciendo bolsos solamente, y diez con Yliana Yepez. Comencé a los 23 años... Sí, es mucho (risas).
¿Y por qué decidiste crear bolsos?
Empecé diseñando carteras y bolsos, no mucha gente toma este camino, sólo diez locas como yo (risas). Lo lógico es hacer ropa y, cuando tienes el know how y los contactos de los departamentales, lanzarte a los accesorios, pero yo quise iniciar así mi proyecto.
¿Y sientes que has llegado donde querías con los accesorios?
Lo que realmente deseo es que Yliana Yepez sea una marca de lifestyle, por eso tenemos también cinturones, mantas, beanies... Pero lo estamos realizando poco a poco, de la forma que quiero. No me dejo llevar por tendencias o temporadas, no puedo vivir pendiente de crear algo porque hay que hacerlo. Todo tiene su tiempo.
¿Y ahora es el turno del cashmere?
Ha supuesto un largo proceso. Durante la pandemia decidimos mandar un hoodie a nuestras clientas con un abrazo para que se acordaran de nosotros mientras estaban pasando ese duro periodo en casa, y gustaron tanto que empezaron a hacernos pedidos. Pero mi reflexión fue que yo no quería hacer sudaderas, porque no casaban realmente con el espíritu de la firma, pero el cashmere sí, por eso comenzamos a aprender sobre él.
¿A qué te refieres con aprender?
Yo no puedo crear algo de lo que no sé. Así que tardé dos años en averiguar quién lo produce, cómo, cuántas vueltas tiene... Y también quería hacer un suéter que yo pudiera utilizar, diseñarlo como a mí me gustaría que fuera.
¿Y cómo es esa prenda?
Con las mangas no muy anchas, el largo perfecto y el logo que esté, pero que no se vea, que forme parte del diseño. Y lo más importante: con el mejor yard de cashmere de Mongolia.
¿Qué va a ser lo siguiente?
Vienen pantalones, jerséis con cremallera, monos... La familia crece.
Y tú, haciendo balance de estos diez años, ¿sientes que has crecido?
Siento que antes buscaba todo demasiado, y ahora disfruto mi trabajo y lo que sucede es consecuencia de él.
*Maquillaje y peluquería: Damien Monzillo.
*Asistente de fotógrafo: Joe Pluchino.
*Agradecimientos a restaurante Harry Cipriani.
