En enero de 2021, Emma Kathleen Hepburn Ferrer (Suiza, 1994) montó un gran escándalo cuando se mudó a la casa en la que vive ahora y que está ubicada en Buchignano, una bucólica villa que pertenece al municipio de Camaiore, en las montañas de la Toscana (Italia). Salió con uno de sus dos perros a andar por la campiña de Versilia, un paraje salpicado de fuentes naturales, pinos y cuevas... y, de súbito, se perdió. Ella misma llamó a su padre, Sean Hepburn Ferrer, para contarle que no sabía dónde estaba. Algunos vecinos planificaron batidas y los agentes de la policía organizaron un operativo para dar con ella. Pasadas unas cinco horas, la encontraron. «Al día siguiente, la prensa tituló: “La nieta de Audrey Hepburn, desaparecida durante unas horas”. Así fue mi accidentada llegada a este pueblo», relata entre risas la artista, que tiene su estudio de pintura en esta casa, que ha sido su refugio cada verano.

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Darío Aranyo
Vestido de gasa con capa de Cortana y sandalias de tiras de Martinelli.

«Vivía en Nueva York, pero llegó la pandemia. No había trabajo y decidí volver a Italia. ¡Soy feliz en medio de tanta paz!», confiesa. Pocos días después, el hijo de un buen amigo de la familia al que no conocía, el escultor Thomas Pucci, llamó al timbre de su residencia y le dijo que si quería hacer caminatas y no desorientarse, él podría acompañarla: se sabía cada senda al dedillo. Aquel ofrecimiento surtió efecto. Y, paso a paso, surgió el amor.

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Darío Aranyo
Chaqueta de terciopelo bordada y botas de ‘cowboy’, ambas de Dior, y chaleco y pantalón, los dos de Masscob.

El 17 de octubre de 2023, tres años después de aquel incidente y ya convertidos en una sólida pareja, Emma y Thomas viajaron desde Pisa a Madrid para participar en la tercera edición de nuestra gala solidaria ELLE Cancer Ball. La nieta de la estrella de cine, hija del ex matrimonio formado por Sean Hepburn Ferrer, productor y filántropo, y de Leila Flannigan, ex asistente de dirección y actual diseñadora de interiores, está comprometida con la lucha contra esta enfermedad desde joven. Esa noche contó que no tuvo la oportunidad de conocer a ninguna de sus dos abuelas. Ni a la materna, Erika, fallecida a causa de un cáncer de mama, ni a la paterna, la gran estrella de Hollywood, quien murió, el 19 de febrero de 1993, a causa de un cáncer de colon en su casa de Tolochenaz (Suiza).

Treinta años sin Audrey

Audrey Hepburn, consagrada como mito tras Desayuno con diamantes, tenía 63 años cuando falleció rodeada por su última pareja, el actor y director Robert Wolders, y sus dos hijos, Sean, fruto de su primer matrimonio con el actor Mel Ferrer, y Luca, de sus segundas nupcias con el psiquiatra Andrea Dotti. «No sabemos qué habría pasado, pero quizá con un diagnóstico más temprano, las cosas hubieran sido diferentes. Todavía hay muchas cosas que no se conocen sobre el cáncer. Ojalá algún día exista incluso una cura», reflexiona Emma, quien nació un año y casi cuatro meses después. Para ser exactos, el 17 de junio de 1994, en Morges.

En 2023 se ha conmemorado el 30oaniversario de su muerte. ¿Cómo lo ha gestionado la familia?

Es más una celebración. ¡Estamos ayudando a que la gente la recuerde de diferentes formas! Hay una exposición fotográfica con imágenes, cartas, discursos y grabaciones nunca vistos ni escuchados. Se llama Intimate Audrey, y nació como una idea en 2019 en Bruselas, ya que ella vino al mundo allí, para conmemorar el 90o aniversario de su nacimiento. Luego, la muestra ha estado en Holanda, en Italia y ahora se encuentra en Filipinas. ¡Me encantaría que viniera a España!

¿Conservas algún objeto personal de ella?

Sí, mi padre me regaló un collar cuando cumplí 17 años y tengo algún jersey de cashmere que fue suyo, aunque lo que más ilusión me hace es un osito de peluche de lino blanco que había en su casa de Suiza. Al parecer, se lo regaló Ralph Lauren y lo guardaba en su vestidor. Terminó en la cama de mi casa de Florencia, donde crecí, y siempre lo llevo conmigo. Nunca lo he lavado, a pesar de que tiene una mancha de café.

¿En qué crees que te pareces a tu abuela?

La gente siempre quiere ver una conexión, pero yo tengo mi propia personalidad. Mi padre dice que compartimos un sentido del humor parecido. Los que la conocieron recuerdan que te hacía sentir la persona más especial del mundo. Era generosa, hacía bromas todo el rato y estaba comprometida con las causas sociales. Como yo. En 2015, viajé junto a ACNUR a un campo de refugiados en Grecia. Me impresionó la profundidad de las emociones de las personas que encontré. Duelo, alegría, generosidad... Aquel momento es uno de los que más me han marcado.

Su sonrisa, parecida a la tuya, fue un arma fantástica para esconder algunas circunstancias duras de la vida, ¿no crees?

¡Sin duda! Ella sufrió mucho. Su padre la abandonó y no lo volvió a ver hasta los 15 años. Su infancia fue muy complicada, porque fue testigo de los bombardeos de la II Guerra Mundial. Estuvo privada de libertad, se tenía que esconder en los bajos de la casa por las bombas... y estuvo a punto de morir por desnutrición. Por eso, en cuanto pudo, se volcó con Unicef. Viajó a Somalia, Kenia y muchos otros países.

"No disfruto de una gran herencia, como la gente piensa"

Hubo un momento en el que parecía que tomabas el relevo de tu abuela. Formaste parte de una agencia de modelos... ¿Por qué decidiste abandonar este camino?

Siempre supe que quería ser artista. Pintaba desde pequeña. Iba a clases extraescolares, a un campamento de verano para dibujar... De pronto, el ballet se interpuso en mi camino –mi abuela Audrey también bailaba–, y lo practiqué de una forma casi profesional. Pero lo dejé. Estoy contenta, porque soy más artista que bailarina. Aun así, efectivamente, hice de modelo, gané dinero y fue excitante, aunque no quería una vida basada sólo en mi imagen.

¿Cuál es tu sueño en la pintura?

Convertirme en una pintora profesional. No disfruto de una gran herencia, como la gente piensa. Aunque tengo el privilegio de poseer una casa, trabajo duro. Muchos amigos me preguntan por qué no hago una exposición ya, pero yo quiero presentarla cuando me sienta preparada, segura de mi proceso de evolución y esté, de algún modo, orgullosa de mi obra. Ahora realizo un máster en Bellas Artes en Londres, mitad presencial, mitad en remoto, y me gusta mucho aprender cada día. También tengo un puesto a media jornada en la agencia de relaciones públicas James Black.

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Darío Aranyo
Camiseta de canalé y falda de capa ‘midi’, ambas de Dior, y cazadora vaquera de Levi’s.

Vacaciones en Madrid

2023 resultó agridulce, porque, a la vez que se recordó el fallecimiento de Audrey Hepburn, también se conmemoró el 70o aniversario del estreno de Vacaciones en Roma, película que le valió su primer Oscar cuando la actriz sólo tenía 25 años y por la que es recordada junto al elegantísimo Gregory Peck subida a una Vespa recorriendo la Ciudad Eterna. Sobre la estatuilla nos cuenta que la tenía su padre. «Ahora debe de estar guardada, pero la he visto muchas veces».

Emma, que de niña también conoció a Hubert de Givenchy –«cuando eres pequeña no eres capaz de entender la magnitud de esas cosas», aclara–, parece haber heredado el chic natural de su abuela. Y durante su paso por Madrid, ella y su pareja han emulado a la intérprete en sus primeras vacaciones en la capital. Ambos realizaron una suerte de recorrido sentimental por donde también paseó el icono: por la Gran Vía, donde Audrey fue fotografiada en una ocasión comprando en Mantequerías Leonesas, o en Las Ventas, donde, más de una vez, vio torear a Luis Miguel Dominguín. Y, como buenos artistas, no han dejado de visitar el Museo del Prado, el Thyssen, el Reina Sofía o el Palacio Real.

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Darío Aranyo
Vestido estilo años sesenta con pedrería bordada de Jorge Vázquez.

Como resulta obvio, Emma no guarda recuerdos concretos de la actriz, pero sí de su abuelo, el también actor Mel Ferrer, del que Audrey se separó en 1968. Para entonces, ya habían fascinado a España con sus apariciones en los albores de la época dorada de Marbella. «Mi abuelo y yo tuvimos una gran relación. Lo conocí siendo niña y lo traté hasta su muerte en 2008. Se compró un rancho precioso en Santa Bárbara e íbamos a verlo. Recuerdo que tenía un huerto con muchos aguacates y que jugaba conmigo muchísimo. Escondía el corcho de una botella de vino al que bautizó como Jumpy Wumpy por la casa y yo lo tenía que encontrar», ríe.

Emma habla perfectamente español. No es de extrañar si se tiene en cuenta que ha pasado muchas vacaciones en Granada, ya que su padre ha estado muy vinculado al Festival de Cine Clásico de la ciudad y pasaron muchos veranos allí. Durante uno de ellos, la artista trabajó en la forja de Miguel Moreno y elaboró una escultura llamada Flamenquera. Desde entonces, se atreve a esculpir, ahora en la fragua de su novio, Thomas, con el que forma una pareja que parecía destinada a encontrarse para no andar perdidos por la vida.