Mientras que la carrera de Nicole Kidman estaba alcanzando el mayor éxito posible, su vida personal tomaba un rumbo bastante distinto, en una dirección opuesta. Kidman (56) recibía en el año 2003 uno de los reconocimientos más importantes en la vida de una actriz, su primer premio Óscar. Su interpretación de Virginia Woolf en The Hours, dio el reconocimiento que un año antes por su papel en Moulin Rouge recibió su primera nominación. Pero tras todo el glamour que gira entorno a uno de los premios más esperados y tras una sonrisa que acompañaba a un espectacular Jean Paul Gaultier, la realidad y vida personal de Nicole escondía un halo de tristeza.

"Estaba lidiando con cosas de mi vida personal, pero mi vida profesional iba muy bien", revelaba la actriz al escritor Dave Karger en su último libro 50 Oscar Nights. La de Los Otros se encontraba lidiando con un reciente divorcio tras 11 años de matrimonio con Tom Cruise, una separación dolorosa con dos hijos en común y la religión Cienciología entremedias.

La actriz recuerda que en el escenario, justo antes de salir frente a todo el público se derrumbó brevemente, pero que el actor Rusell Crowe le dijo que "No llorase cuando subiese, y ahora estoy llorando". Consiguió dejar de lado por un instante las ganas incontrolables de llorar, para después sentir la necesidad de irse a casa.

nicole kidman en los oscar 2003
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"No soy muy fiestera, asi que iba a saltarme la fiesta de Vanity Fair y todos me dijeron: 'Tienes que ir. Tienes que pasearte por la fiesta con tu Premio de la Academia'", recoge el libro. "Dije: 'Eso suena a regodearte, no es nada humilde'. ¡Qué! No puedes pasearte con el premio, me parece realmente inapropiado. Y me decían: 'Es lo que se hace'".

A pesar de que Nicole no estaba por la labor, acabó cediendo: "Así que literalmente entré, llevé el premio, y estaba completamente abrumada, emocionada, temblando y no lo disfruté. Casi me disculpé, lo que suena estúpido. Ojalá lo hubiese disfrutado más".

nicole kidman oscar 2003
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La post fiesta fue bastante alejada del glamour de las puertas de Hollywood, más bien todo lo contrario: "Me fui a casa y terminé pidiendo comida para llevar y comiéndola en el suelo de la habitación del hotel Beverly Hills. Me senté en el suelo a comer patatas fritas y una hamburguesa con mi familia y me fui a la cama. Fue entonces cuando me di cuenta de que necesitaba encontrar el amor. Necesito un amor en mi vida. Porque ese es el tipo de situaciones en el que dices:'Esto es nuestro'".