Cristina Pedroche (Madrid, 1988) entra en el ascensor con gafas de sol. Es sábado y hace una mañana resplandeciente de primavera adelantada; pero no las luce por eso, sino porque hay días, como hoy, en los que se le mezclan emociones encontradas y, casi sin querer, aflora el llanto. Un gesto que la Pedroche –merecedora del artículo por derecho y notoriedad– no acostumbra a mostrar en público. La flamante presentadora de Password, una enérgica mujer a la que casi hemos visto crecer en televisión y en redes, conductora de programas y campanadas de Atresmedia desde hace diez años, la influencer con tres millones de seguidores y esposa de Dabiz Muñoz –tres veces Mejor cocinero del mundo–, también tiene sus días extraños.

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Andrés García Luján
Minivestido palabra de honor con lazo de trama hecho de enea, de Juana Martín.


El pasado verano, en una publicación compartida con el chef en Instagram, daba cuenta del nacimiento de su primera hija, y la frase «Te amaremos y protegeremos siempre. Laia Pedroche Muñoz. 14-07-2023» rubricaba una tierna foto con sus tres manos. Desde entonces, Cristina ha descubierto la felicidad con mayúsculas... y también otras sensaciones. «Trabajo mucho con mi psicóloga», confiesa tras abanicarse el rostro con las manos para serenarse, pero enseguida bromea sobre el momento en que la cámara recoge sus emociones: «Ay, no grabéis esto, que parezco Miss España», dice muerta de la risa.

Lo que le pasa a Cristina es un estado habitual de muchas mujeres tras el parto, una especie de tristeza, miedo y culpa que afloran en medio de la alegría más sublime. «Personalmente, creo que el término depresión postparto se usa un poco a la ligera y es algo que debe ser diagnosticado por un especialista», aclara. «No es mi caso, yo sólo estoy más sensible, lloro más... Por eso me he juntado con profesionales, intentando hacer tribu con mujeres que ya han sido madres y que te van contando cosas que explican cómo te sientes. Por eso ahora lo único que pido a los que me rodean es que validen mis sentimientos. No busco que intenten darme soluciones, creo que soy bastante inteligente para saber cuáles son... ¡Sólo quiero poder quejarme!», lamenta reconociendo que dejar a su pequeña, aunque sea por unas horas, le duele. «Ser madre es una maravilla, pero también... ¡qué duro!».

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Andrés García Luján
‘Body’ de ‘lycra’ con escote ‘halter’ de H&M y sandalias de ante, de Aquazzura.

¿Qué has aprendido en este último año?

Resulta imposible de resumir, aunque, sobre todo, que lo urgente no es lo importante. He aprendido a valorar las cosas y a encontrar la solución adecuada para cada una. Y también, que con la maternidad da exactamente igual lo que yo planifique, la que manda es mi hija.

La realidad impone sus momentos.

Yo siempre he tendido a ser un poco controladora y esto, cuando era más joven, me venía muy bien, porque, cuando controlas todo, vas con seguridad: a un examen, a una prueba... Sabes que, te pregunten lo que te pregunten, lo harás bien. Pero con la maternidad eso es imposible.

La determinación es una virtud muy útil.

Yo me he esforzado mucho. Y siempre he tenido a mis padres recordándome de dónde venimos, lo que somos, lo que cuestan las cosas. El valor del trabajo y el sacrificio. Y eso mismo voy a intentar inculcárselo a mi hija.

Pero su realidad, por muchas razones, es mejor que la que tú tenías cuando eras niña...

Y que la de mi madre y la de mi abuela.

¿Y cómo te lo planteas?

Intentando leer mucho sobre crianza respetuosa y trabajando con las psicólogas. Es algo que he contado abiertamente, he vivido un postparto complicado. Así que ahora sólo lo concibo diciéndome que lo importante es hacer las cosas en función de la madre que quiero ser.

¿Y cómo es esa madre?

Una madre presente, estar con la niña para todo lo que necesite. Pero la maternidad también te enseña que la perfección no existe. Voy a intentar ser ese tipo de madre y que el tiempo que comparta con ella sea de calidad. Ahora, por ejemplo, cuando estoy a su lado, suelto el móvil. Mis prioridades han cambiado.

Yo soy la cuidadora de mi hija, pero no es de mi propiedad. Los hijos no nos pertenecen.
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Andrés García Luján
Chaquetón cruzado con doble botonadura y salones de tela con medias unidas, todo de Dolce & Gabbana.


Y todo eso, sin olvidarte de ti...

Por supuesto. Ahora mi hija me requiere, porque es muy pequeña. Necesita mi teta, mi cariño, mis cuidados. Aunque va a crecer y un día tendrá su vida. Yo soy la cuidadora de mi hija, pero no es de mi propiedad. Los hijos no nos pertenecen. Por eso no quiero descuidar la profesional que soy ni la mujer, la amiga, la pareja, la hija que soy.

A las mujeres nos sigue pesando esa autoexigencia.

Creo que, en general, todas intentamos ser super perfectas. Los hombres seguramente también, aunque no puedo hablar por ellos. Nosotras, además de esa responsabilidad, parece que tenemos que estar siempre guapas, divinas, hacerlo todo bien. Por eso ahora me repito muchas veces que puedo con todo, pero no con todo a la vez.

¿Te culpas por ello?

No, es simplemente que ahora se me juntan muchas cosas. Estoy feliz, porque veo a mi hija y es que la amo. Aunque no consigo conciliarlo todo, porque yo quiero continuar siendo la profesional y la mujer que soy. Quiero seguir teniendo mis ratos para leer, para ir al cine, para seguir formándome como persona... pero cuando lo estoy haciendo, me siento mal por no estar a su lado. Me siento mala madre por estar aquí sin ella, como si esto fuera superficial, como que lo verdaderamente importante es estar con mi hija. Y eso es cierto, sin embargo, no puedo obviar a la mujer que soy.

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Andrés García Luján
Cazadora ‘bomber’ en seda negra y ‘jeans oversized’ con ‘strass’, ambos de Stella McCartney.

¿Seguimos las mujeres en cuestión?

Hemos avanzado muchísimo, aunque el paternalismo continúa existiendo y es evidente que nosotras tenemos que trabajar el doble para que nos hagan caso. He ido a reuniones en las que me digo: «No se me está teniendo en cuenta». Pero soy muy insistente, y si necesito meter codo para hablar, lo meto. También a veces piensas: «¡Qué pereza!».

¿Crees que lo que queda por hacer está en nuestras manos?

Considero que hay que prestar más atención a la nutrición, a la educación sexual y financiera. Y cuando de verdad decidamos empoderarnos, es que no va a haber quién nos detenga. A mí me da rabia cuando la gente me dice: «Jo, pobrecita, cómo te critican...». Pero siempre respondo lo mismo: «No las juzgues, que bastante tienen ya».

Explícate, por favor.

Creo que, en el fondo, esas mujeres que me critican seguramente hayan sido juzgadas, o tal vez no tienen los privilegios que yo haya podido disfrutar, o mis trabajos, mis logros o lo que sea. Habría que rascar en cada historia personal de cada mujer que critica.

Lo difícil no es aprender feminismo, sino desaprender el machismo.
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Andrés García Luján
Jersey de ochos en ‘cashmere’, de Max Mara, y maxigafas de cristal negro, de Versace.


¿Pero no te duelen esos juicios negativos constantes?

Claro que sí, pero en el fondo pienso que si pudiera hablar con cada una de esas personas que me juzgan y analizar cada caso, seguramente cambiarían de opinión. ¡Es que a lo mejor sólo necesitan un abrazo! Me da rabia que se ponga el foco en que son las mujeres las que me reprueban. Porque son ellas las que viven en una sociedad patriarcal en la que nos dicen que tenemos que estar calladitas, y no ponernos no sé qué tipo de prendas o que debemos comportarnos de tal manera para que nos tomen en serio. Lo difícil no es aprender feminismo, sino desaprender el machismo.

Y tú, ¿cuándo te sentiste libre y empoderada?

¿La verdad? No creo que todavía lo haya logrado, pero estoy trabajando en ello. Aunque sí hay momentos puntuales en los que me siento una mujer totalmente empoderada a quien que no la para ni dios. Como cuando di a luz: me vi poderosa, animal, salvaje.

Y cuando no te perciben así, ¿te frustra?

Me molesta cuando me hablan con paternalismo o piensan que soy una carita mona de la tele y nada más. Da igual las carreras que tengas, a mí particularmente me gusta estudiar... Pero que no vean que, sin ningún tipo de padrino ni madrina, he llegado hasta donde estoy sólo por mi trabajo y esfuerzo y viniendo de un barrio como Vallecas... me parece la hostia que se me cuestione. O que piensen que simplemente he tenido suerte. La suerte puede acompañarte un día, aunque llevo sin parar en mi profesión desde hace años. ¿Y que me gustaría trabajar más? Sí. ¿Que me gustaría tener más programas propios? Claro. ¿Que quisiera ser mejor mujer cada mañana? También. Y así voy, intentándolo cada día.

Sé lo que valgo. Sé lo que soy y sé quién soy. Y dónde quiero llegar.

¿Qué es lo último que has aprendido en el trabajo?

En televisión se aprende algo a diario. Yo llevo 14 años en ese medio, pero creo que todavía no sé ni la mitad de las cosas. O por lo menos esa es la actitud que quiero mantener. Antes de empezar cada entrevista, cada directo, cada programa o cada rodaje, siento las maripositas en el estómago. Y el día que no las note diré: «Pues a otra cosa». No estoy en televisión porque sea algo que haya deseado desde siempre... Yo llegué a ella mientras estudiaba. Me pareció que era un buen sitio para ir sacando un dinerito extra, sin embargo, fui encadenando un proyecto con otro... ¡y aquí sigo!

¿Y te asusta que eso cambie?

No, creo que cualquier proyecto que haya más allá de la tele podría ser igual de apasionante. Lo que sucede es que, a día de hoy, sigo poniendo en la balanza lo que me da y lo que me quita, y me sigue compensando. Pero no me causa miedo dedicarme a cualquier otra cosa. Es muy importante saber lo que vales. Y yo todo el rato me lo repito: «Sé lo que valgo. Sé lo que soy y sé quién soy. Y dónde quiero llegar». Si me acompañan y me dan la mano, perfecto. Pero si no, llegaré de otra manera.

*En el vídeo Cristina Pedroche lleva vestido de punto de Zadig & Voltaire y anillo de Morir de amor.

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Andrés García Luján
Mono de punto semitransparente, de Sportmax.