Suena el teléfono. «Soy el mánager de Ricky; llamo sólo para pediros disculpas y deciros que la conversación se va a retrasar 10 minutos. Tiene el día lleno de entrevistas internacionales y llevamos algo de retraso». Mientras espero, observo el esquema de su vida en mi bloc de notas: tiene 30 años de éxito ininterrumpido, uno de los rostros más populares del planeta, nueve discos, dos hijos gemelos, una fundación infantil que lleva su nombre, doble nacionalidad (puertorriqueña y española), varios tatuajes y un nuevo trabajo a punto para llenar estadios y emisoras de radio. Me pregunto por qué se llamará A quien quiera escuchar. Entonces, suena de nuevo el teléfono: «Hola, Gema. Soy Ricky, ¿dónde estas?».

¿Yo? En Madrid.
Ah, Madrid me encanta, ¡qué suerte!

¿Dónde estas tú?
En Puerto Rico...

Bueno, tampoco está mal...
Sí, cierto, soy dichoso, un suertudo.

Oye, ya cuatro años sin escuchar un disco tuyo de estudio... ¿Por qué?
¡Porque no he parado de hacer cosas en directo! Nunca estoy sin trabajar durante mucho tiempo porque es algo que no me gusta. Sólo lo he hecho una vez en mi vida, y fue cuando estaba a punto de ser padre.

Regresas con A quien quiera escuchar (Sony). ¿A qué suena lo que vas a decir? 
Hace justo un año me metí con diferentes compositores en un estudio de Australia para poner mis ideas en orden. Al final, acabamos trabajando también en Los Ángeles y en Miami, así que ha salido un sonido bastante internacional. Por otro lado, he creado este disco sin la obsesión esa de estar constantemente teniendo que ser aceptado por el público. Esta vez me he dejado llevar por mis emociones, pero también por historias que conozco gracias a amigos que están pasando lo suyo en lo que se refiere al amor. El resultado es un trabajo muy íntimo envuelto en poesía. Siempre he querido que mi música deje ver el momento en el que estoy en la vida. 

¿Y en cuál estás ahora?
Qué te puedo decir... Estoy muy tranquilo. Estoy pleno. Agradecido de levantarme y tener a mi familia cerca. Con mucho orgullo por todo lo logrado. Y más en este año que queda atrás, que ha sido muy intenso, con grandes cambios en mi carrera, con mucho trabajo... ¡Piensa que he visitado todos los continentes!

¿Cómo logras que el ser humano supere la vorágine de la fama del mito?
El público te hace sentir en las nubes y el aplauso te hace volar; todos los artistas vivimos de él, es nuestro alimento. Pero hay que buscar lo que sea para mantener los pies en la tierra. Y no es nada profundo lo que acabo de decir... Creo que es básico si no quieres empezar a caer en la trampa del ego y creerte la película. Yo crecí católico, pero en este viaje que es la vida he podido descubrir diferentes filosofías y construir una solidez espiritual de la que me siento agradecido. Así que, en toda esta locura de los itinerarios, del mañana aquí y pasado allá, trato de mantener el balance con mi alma y practicar meditación todo lo que puedo. Eso, definitivamente, me ayuda muchísimo a hacer música.

Además, tu labor filantrópica con los niños ocupa más espacio. Acabas de crear Tao, el primer centro educativo holístico infantil a través de la Fundación Ricky Martin... A tus 43 años, ¿cuál es el balance de lo vivido?  
De agradecimiento a todas las personas que me he encontrado en el camino. Y que me ayudan a seguir haciendo música sin pensar en el dinero. Yo no me puedo quejar por nada. He tenido momentos bajos en la vida, pero han sido mayores los altos. Y mira qué bueno que con mi música he podido romper fronteras, unir culturas, llevar mi idioma a lugares del mundo donde nunca había sonado el castellano, como me ha sucedido en muchos países de Asia y ahora me está pasando en Australia, donde estoy haciendo grandes conciertos. A través de mi música, el mundo se me ha hecho más pequeño y cercano, y eso es una bendición.

Hablando de bendiciones, llevas tu cuerpo lleno de tatuajes ilegibles. Me han dicho que uno de ellos es el padrenuestro en otro idioma, ¿es cierto?
Sí, está escrito en arameo, la lengua materna de Jesucristo. No importa cuál sea tu religión: se trata de una oración hermosa que, a mí, honestamente, me da mucha calma. Y, sí, decidí tatuármelo, igual que, debajo de ese padrenuestro, en la parte que no se ve del brazo derecho, llevo el Om mani padme hum, que es un mantra en sánscrito bastante poderoso; habla de la compasión, pero también sirve para romper los obstáculos que a todos se nos presentan en el camino de vez en cuando. 

Pues parece que funciona: ahora también triunfas escribiendo cuentos.  Dime, ¿cómo nace el escritor en ti?
En todo momento, necesito tener cerca un papel, un bolígrafo. Mis hijos son los que dictan la pauta de las historias. Más allá de la inspiración para la literatura infantil, es impresionante lo que ellos me están dando como hombre, como ser humano.

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Su saga de cuentos infantiles

Santiago, soñador entre las estrellas habla de un niño que quiere ser artista y que, gracias a su padre, descubre que con amor y confianza se puede lograr todo. «Este año lanzamos el próximo libro; tengo cinco ya escritos y la idea es hacer caricaturas», nos desvela Ricky Martin. Para dar vida a su protagonista, que arrasa en medio mundo, ha elegido una ilustradora  ‘made in Spain’: la gallega Patricia Castelao.