Vivir en la naturaleza
Una casona cántabra con alma de loft donde lo antiguo y lo moderno conviven sin prejuicios con art, design & craft. Es el reino de lo esencial; el refugio del artista alemán Nikolas Piper.
Confiesa que su principal fuente de inspiración es la naturaleza, el fluir del agua, el vaivén de las olas en el mar, el movimiento de la vegetación con el soplo del viento... El artista Nikolas Piper, muy conocido por sus muebles/escultura en hierro, madera, chatarra... no puede disfrutar aquí de las olas, pero sí de un entorno natural privilegiado. En el valle cántabro de Buelna, encontró hace casi diez años el lugar ideal para establecer su refugio de vacaciones. Él y su mujer quedaron prendados al instante, a pesar de que la casona, un palacete de 1754, estaba en un estado ruinoso. "Fue un flechazo, especialmente para mi mujer, Josefina; ella vio algo en esta casa y, aunque somos mucho más mediterráneos, siempre nos ha gustado la arquitectura de estas casonas de piedra tan macizas. Además, nos encantó el entorno; aunque la vivienda se encuentra a dos kilómetros del pueblo, sales a la puerta y estás en el monte con unas vistas increibles". La interiorista Isabel Pedroso les ayudó a encontrar la casa y la constructora Rase ran consiguió dar forma a sus sueños.
"Por fuera hemos respetado mucho las líneas y la arquitectura cántabra, pero por dentro le hemos dado un giro totalmente diferente, sobre todo buscando la luz y los espacios abiertos. Así que lo que hace diferente a nuestra casa frente a otras cántabras es que hemos sacrificado gran parte de la primera planta, para poder aprovechar la luz que pasa a través de las claraboyas, iluminar la planta baja y poder disfrutar de ella tanto en verano como en invierno", cuenta Nikolas. El interiorismo no responde a ningún estilo concreto, sino más bien a la trayectoria de Nikolas y su mujer durante varios años que queda refleja en los muebles, los objetos..." Lo bonito de esta casa es que está decorada con piezas que se han ido acumulando a lo largo de nuestra vida. En la entrada hay unas sillas que estaban en una finca de la familia en Segovia; en el salón, una butaca de los años 50 de una casa de mis suegros en Salou; tenemos un armario que perteneció a mi bisabuelo y que, después de viajar por medio mundo y sobrevivir a varias guerras, ha acabado aquí; compras de anticuarios en Berlín, fotos de nuestros viajes por África..."
Las obras de Nikolas tienen mucha presencia, pero se muestran tímidas y quedan integradas sin buscar apenas protagonismo en diferentes estancias de la casa. "Hay muchas piezas mías, pero no pongo mucho énfasis en convertir esto en una sala de exposiciones; es nuestra casa y la hemos decorado con nuestro pasado y presente", nos cuenta. Adora tanto su vivienda que le resulta difícil decantarse por un rincón favorito ("nos sentimos muy a gusto en toda la casa") pero, tras pensarlo un poco, el mirador del comedor es uno de los elegidos "es un rincón que atrae a todo el mundo; estás ahí, en la butaca, y como estás en lo alto del monte tienes unas vistas impresionantes; también me encanta mi espacio de trabajo, porque desde la mesa puedo mirar a través de la ventana... y cada ventana de la casa es como un cuadro, por eso, toda la carpintería está remetida en los muros", aclara. De su personalidad, quizá la curiosidad sea la faceta más presente en la casa: "como ves, hay tantas cosas diferentes aquí juntas, sin tener prejuicios de que sea antiguo o moderno... lo que importa es que sea bueno".
Esa misma curiosidad que le ha llevado a seguir una trayectoria sorprendente. Estudió Communication Design en la Escuela de Bellas Artes de Berlín, y tras dedicarse al mundo de la publicidad como director creativo (ya afincado en España), pasó a trabajar con el hierro... "Conocí a mi maestro herrero que me convenció para dedicarme a esto. Lo que me atrajo fue que veías a un señor en la forja, con un martillo, fuego... y convertía un trozo de hierro en, por ejemplo, una cabeza de dragón, tan sólo con esas herramientas. Yo quería saber si podía realizar una idea de principio a fin, además de la necesidad de hacer algo realmente útil". Y de ahí comienzan a surgir piezas icónicas como el banco Cuéntame o las leñeras W, que despiertan la duda de si clasificarlas como muebles o esculturas; "eso dejo que lo decidan mis clientes", apunta Nikolas. Algunos de estos clientes sencillamente quieren una pieza de Piper "porque sí" y otros "acuden porque no han encontrado solución a un problema estético, a algo que necesitan. Lo que sí comparten todos ellos es la ilusión por tener una pieza mía". No es para menos.
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