Pamela Anderson ha compartido en sus redes sociales una imagen a cara lavada que acompaña de unas palabras en las que reconoce disfrutar al dejar a la vista sus pecas y tener tanto el cabello despeinado como la cara despejada. El icono pop que fue demonizado por performar la feminidad más extrema abraza ahora la naturalidad, una palabra que también se impuso en la alfombra roja de los premios Goya, donde Sara Sálamo posó sin maquillaje para rebelarse contra los dictámeneos de belleza que obligan a las mujeres a pasarse horas maquillándose para ser fotografiadas.

"Una mujer quiere abrir paso a que otras nos podamos ahorrar tener que producirnos por OBLIGACIÓN"

Mientras que algunas dudaron de su palabra ("Sí llevaba maquillaje. Yo también iba a cara lavada, pero no lo pongo en Instagram", aseguró Nerea Barros), figuras como Rigoberta Bandini han salido en su defensa. “Llevo dos días viendo cómo la criticáis y la cuestionáis por esa decisión. ¿Ridiculizando su acción como si ese gesto no fuera suficiente porque no estaba lo suficientemente 'fea'? ¿Porque su marido es futbolista? ¿Porque llevaba un traje de Armani? ¿Pero todo eso qué más da? Una mujer quiere abrir paso a que otras nos podamos ahorrar tener que producirnos por OBLIGACIÓN para otros eventos y la aplaudimos. Se lo agradecemos y seguimos adelante. Y mañana puede aparecer maquillada porque no está diciendo que maquillarse sea malo, sino que sea opcional. Que normalicemos nuestras caras lavadas como algo bello. Y punto. Gracias Sara", escribió en sus stories.

cara lavada
Getty Images
Sara Sálamo en los Goya

Sálamo reconoció que pocos días antes a la gala acudió a un centro en el que mediante terapias manuales y cremas, le hidrataron la piel en profundidad, y es aquí donde tenemos que detenernos un momento, porque ya no estamos hablando de una belleza natural que implica salir de la ducha a la calle en cuestión de minutos, sino de una belleza que en lugar de devolvernos ese tiempo que el maquillaje “nos quita”, como señala Bandini, exige que llenemos la agenda de citas estéticas y el baño, de cremas.

La belleza ‘effortless’ responde a una estética vista desde el privilegio

El verdadero problema es que al hablar de “belleza natural” hemos de plantearnos quién determinó qué belleza era natural y cómo esta se ha convertido en una meta a la que hemos de aspirar. Todas sabemos que el 'make up no make up' no es más que una trampa que exige mucho tiempo ante el espejo para que el maquillaje no se note, porque se castiga a quien no se maquilla (un estudio señala que las mujeres que se maquillan alcanzan salarios hasta un 20% más altos) y a su vez, a quien se maquilla demasiado. La moda y la belleza ‘effortless’ pone a su vez de manifiesto una estética que en realidad responde a una mirada muy estrecha y privilegiada. ¿Acaso el 'nonchalant francés' no se asocia siempre a mujeres cisgénero blancas y delgadas de clase media? “Parece que la gente piensa que ser transgénero me hace menos femenina, casi como si tuviera que esforzarme más para ser hermosa, y luego la gente no me mira, una mujer trans, como hermosa sin esfuerzo”, aseguraba a Elle la estudiante Madison Werner.

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The Journal Consumer Research realizó en 2017 un metanálisis en 2017 que indica que “los consumidores juzgan a las mujeres que se involucran en ciertos tipos de trabajos de belleza extensos como poseedoras de un carácter moral más pobre. Estos juicios ocurren solo para el trabajo de belleza con esfuerzo percibido como algo transformador (que altera significativamente la apariencia) y transitorio (que dura un tiempo relativamente corto), de modo que hablamos de los cosméticos y del bronceado, pero no del cuidado de la piel ni del ejercicio”. Es decir, condena a las herramientas de belleza accesibles para la inmensa mayoría, mientras que ese 'no make up' idealizado y aspiracional es aplaudido. La naturalidad, al parecer, es también un privilegio…

Al mirar al maquillaje desde la vanidad estamos impidiendo que se asocie al empoderamiento


En realidad, lo importante es dejar de asegurar que el maquillaje es algo banal, pues puede ser un símbolo de expresión o puede ayudar a camuflar algo que nos hace sentir inseguras. Al mirar al maquillaje desde la lente de la vanidad estamos impidiendo que se asocie al empoderamiento. Tenemos que dejar de señalar que quien se maquilla lo hace para atraer miradas o porque es víctima de los cánones estéticos patriarcales, pues hay quien se maquilla para expresarse, para liberarse o incluso para construir una armadura. El conflicto radica en que el aspecto de las mujeres sigue juzgándose y sigue siendo objeto de debate y que los cánones de belleza siguen siendo estrechos y ajenos a la diversidad.