Es posible que no te esperaras este comienzo, pero ahí va: ¿Sabías que la media de vida del ser humano es de unas 4.000 semanas? No te damos este dato para que te replantees tu estilo de vida, sino para que saques el máximo partido a tu tiempo sin quebraderos de cabeza innecesarios y sin que el asfixiante yugo de la “productividad”, te angustie. La gestión del tiempo no es un problema exclusivo de nuestros días, pues desde la antigua Grecia hasta la actualidad, han sido muchos los pensadores, como Séneca en ‘Sobre la brevedad de la vida’, que se han planteado que la brevedad de la vida es el problema que define la existencia humana.
La noción del tiempo ha cambiado con la historia. En el pasado no existía la necesidad de pensar en el tiempo como algo abstracto y diferenciado de la vida. Por ejemplo, el tiempo de la cosecha lo dictamina la naturaleza y no un calendario, algo que empujó a los historiadores a hablar de esta forma de vida como de una “orientada a la tarea”, pues los ritmos de la vida emergen orgánicamente de las propias tareas. Sin embargo, la presión del tiempo que vivimos actualmente proviene en gran parte de fuerzas externas; de la economía feroz, de la pérdida de las redes de seguridad sociales y familiares, y de la expectativa sexista de que las mujeres deban brillar en el trabajo al mismo tiempo que asumen la mayor parte de las responsabilidades en casa. Para luchar contra esta presión, el escritor y periodista británico Olivier Burkeman, autor de 'Cuatro mil semanas. Gestión de tiempo para mortales' (Planeta), recomienda encontrar el tiempo necesario para dedicarlo a lo que para nosotros nos parezca importante y no lo que a priori parece serlo.
Somos conscientes de que la mayoría de los consejos sobre gestión de tiempo fomentan la idea de que un día podremos hacerlo todo y convertirnos en los dueños de nuestro tiempo, totalmente optimizados y emocionalmente invencibles. Partiendo de esta idea, queremos ofrecerte dos visiones diferentes de cómo sacar partido de cada minuto. Por un lado nos encontramos con las propuestas de Oliver Burkeman, que se ha basado en las ideas de filósofos, psicólogos y maestros espirituales antiguos y contemporáneos para crear una guía para construir una vida con sentido, unos objetivos alcanzables y una apuesta por todo aquello que realmente vale la pena. Lo primero que nos recomienda hacer es abrazar la doctrina de Martin Heidegger. Confesamos, antes de continuar, que al pensar en cómo controlar el tiempo, nos hemos imaginado al angustiado conejo de 'Alicia en el País de las Maravillas', por lo que hablar de repente de Heidegger nos ha descolocado, pero lo cierto es que Ee filósofo señalaba cómo nuestra existencia está ligada de forma inextricable a nuestro tiempo limitado. Oliver Burkeman nos invita a fijar nuestra atención en lo extraordinario que es existir, y en el poco tiempo que tenemos para hacerlo, para que así experimentemos un cambio palpable en nuestra forma de estar aquí. ¿Listas para conocer los secretos para sacar el máximo partido a nuestro tiempo?
Cómo lograr que tu agenda sea fiable
Burkeman viene a echar por tierra (¡Gracias a Dior!) el mito del ‘multitasking’ infinito, pues recomienda fijar un número máximo de proyectos en los que trabajar de forma simultánea. ¿El tope? Según los expertos en gestión de tiempo, no más de tres a la vez. “Introducir este modesto cambio en mi forma de trabajar tuvo un efecto sorprendente. Ya no podía ignorar el hecho de que mi capacidad de trabajo tenía unos límites estrictos, porque cada vez que seleccionaba un elemento de mi lista de tareas pendientes y decidía seis que sería uno de los tres proyectos que tendría en marcha, me veía obligado a reflexionar sobre todos los que inevitablemente estaba dejando de lado para centrarme en aquel”, explica. Asegura que fue así cómo logró dejar atrás la obsesión por la gestión del tiempo, logrando de esta forma un aumento de la productividad. En este campo es en el que Rick Pastoor, fundador de 'El método Grip' (Roca Editorial) nos recomienza aprender a priorizar haciendo uso de un elemento tan común como la agenda, aunque para que resulte útil, ha de estar realmente al día. “¿Quieres que tu agenda sea absolutamente fiable? ¿No quieres volver a pasar por alto un plazo o un compromiso importante? Entonces, a partir de ahora, respeta siempre lo que dice. Si en ella aparecen tareas que nunca llevas a cabo, es el momento de eliminar esos compromisos. No lo pienses más. ¿Hay una reunión periódica a la que nunca asistes? Cancélala”, recomienda.
Abraza el fracaso y no subestimes "el tiempo perdido"
Al ser nuestro tiempo y energía limitados, inevitablemente acabaremos rindiendo por debajo de nuestras posibilidades, pero Oliver Burkeman nos aconseja emplear el fracaso estratégico como herramienta. ¿Cómo? Decidiendo de antemano en qué vamos a fallar. Por su parte, Rick Pastoor recomienda que no obviemos el tiempo “perdido” que tendemos a olvidar, razón por la cual siempre nos parece que el tiempo jamás es suficiente. Incluir el tiempo de desplazamiento a una reunión, por ejemplo, es esencial, porque los viajes pueden ocupar una parte importante de la agenda. “Una forma sencilla de evitar este riesgo es coger el hábito de programar el tiempo de desplazamiento cuando se planifica una cita. Tampoco te olvides del tiempo de preparación. Prepararte las reuniones es una forma de hacer que el tiempo que les dedicas sea más efectivo. Para estimar el tiempo que necesitas, pregúntate: ¿qué necesito para que esta reunión se desarrolle sin problemas?”, asegura. También hemos de aprender a encontrar en lo mundano la novedad. Para hacerlo, hemos de prestar más atención a cada momento, pues si experimentamos nuestra vida con el doble de intensidad de lo habitual, nuestra experiencia será el doble de plena de lo que es ahora y recordaremos cada período de nuestra existencia como si hubiera durado el doble.
Cómo concentrarte y enfrentarte al aluvión de emails diarios
Ambos autores coinciden, cómo no, en la importancia de la concentración, pero todos sabemos lo difícil que resulta alcanzarla en la era de la atención líquida. Por ello, Rick Pastoor da algunas claves para lograrla, sin olvidar nunca que según un estudio de la Universidad de California de 2005, la concentración absoluta la podemos mantener un máximo de 11 minutos. Silenciar las notificaciones en todos tus dispositivos (el propio el creador de El método Grip ha configurado su Mac para que el dock y la barra de menús se oculten automáticamente), cerrar los programas que no estás usando, emplear unos buenos auriculares, tener a mano el género de música que te ayude a trabajar (él recomienda la lista de Spotify Maximum Concentration), cambiar de paisaje (ya sea mirando hacia una pared o hacia una ventana) y hacer una sola cosa a la vez son algunos de sus consejos.
Pastoor se plantea cómo es posible pese a ser el papel del trabajo vital en nuestra vida, no se nos enseñe cómo abordarlo de una forma adecuada. El autor explica lo habitual que es comenzar la semana con la sensación de que el trabajo va a un ritmo distinto al tuyo. Seguro que te suena lo de llegar el lunes a la oficina, encender el ordenador y sentir de forma inmediata que de alguna forma, ya vas con retraso. “Lo peor de todo es que la sensación de que estás perdiendo el control puede paralizarte. Y esto no ayuda a sacar el trabajo adelante”, comenta. La esencia de su método consiste en algo aparentemente tan sencillo como no compaginar el correo electrónico con otras tareas, sino reservarle un espacio fijo durante el día. De esa forma, durante ese tiempo podrás gestionar tantos mensajes como puedas, centrándote más en la tarea de lo que quizá nunca hayas hecho.
Por supuesto, para finalizar por todo lo alto (y pudiendo suspirar), tampoco podemos olvidarnos de nuestra parte preferida (¡Culpables!) del plan: ejercitar nuestra capacidad de no hacer nada, algo que Oliver Burkeman considera indispensable. “Si no puedes soportar la incomodidad de la inacción, es mucho más probable que tomes malas decisiones sobre nuestro tiempo, aunque solo sea para sentir que estás haciendo algo”.
Cuatro mil semanas: Gestión del tiempo para mortales (No Ficción)
