Cuando un trabajador llamado Luo Huazhong subió una fotografía en la que estaba tumbado en absoluta oscuridad junto al mensaje “Descansar es justicia”, los millennials encontraron en sus palabras un grito de guerra. Luo aseguró que descansar era “su movimiento sofista", haciendo así alusión a Diógenes de Sinope, que se cree vivió en un barril para criticar los excesos de los aristócratas de Atenas. Huazhong reivindicó con esa imagen tan icónica el derecho de los trabajadores a vivir de forma calmada. El descanso, por tanto, se erige así como la resistencia. Tiempo después, la pandemia nos empujó a replantearnos el papel que el trabajo desempeña en nuestras vidas y nuestra relación con él, así como a preguntarnos una cuestión esencial. ¿Y si la ambición es una trampa para hacernos creer que amamos nuestro oficio y le dediquemos así todo nuestro esfuerzo?

"La ambición puede centrar la mirada en la carencia"


Sergio del Prado, experto en desarrollo profesional, nos cuenta cuál es el problema más habitual que rodea a la ansiedad y cómo combatirlo. "La gente viene a mis sesiones hablando positivamente de lo maravillosa que es su ambición, pero al final, también puede tener sus costes, y uno de ellos es la ansiedad. Cuando decimos que somos ambiciosos y que queremos conseguir cosas, estamos mirando al futuro y lo que no tenemos ahora, lo que nos falta, lo que no somos y lo que queremos llegar a ser. A veces, cuando esto sucede, no estamos conformes con lo que somos ni con lo que tenemos ahora. La mirada está centrándose en la carencia, y como queremos ser y conseguir algo, hay unas expectativas. Estamos ansiando lo que no tenemos, ansiamos un futuro que no se está dando", explica. "Es esencial diferenciar entre aceptar el momento presente, y conformarse. Es genial tener objetivos, pero desde la puesta en valor de lo que somos y tenemos en la actualidad. Es muy importante agradecer todo el rato tanto lo que somos como lo que tenemos. Al ser la evolución inevitable, como nos vamos a transforma, tenemos que liderar esa transformación nosotros", asegura.

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¿Es la ambición un arma de doble filo?

No es casualidad que Apple TV haya lanzado precisamente ahora ‘Separación’, una serie que cuestiona las dinámicas laborales del presente e invita al espectador a plantearse si está viviendo para trabajar. Sus protagonistas han sido programados para que en sus cabezas solo haya hueco para sus vidas laborales, pues sus recuerdos personales han sido eliminados de sus mentes, una narrativa distópica que presenta a los trabajadores como máquinas programadas para trabajar sin descanso y que se alimentan de la idea de que la ambición les hará mejores. El escalofrío llega, cómo ocurre siempre con las distopías, cuando nos damos cuenta de que tenemos mucho más en común con sus personajes de lo que pensamos...

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’Mad Men’ alaba la ambición sin límites


La ficción televisiva siempre le toma el pulso a la situación social. 'Mad Men' nació en el año 2007, y las vivencias de sus personajes se encargaron de ocupar la pequeña pantalla hasta 2015. Sus protagonistas amaban su trabajo (casi) tanto como sus cigarrillos y fueron aclamados con entusiasmo por una audiencia que entonces se hallaba sumida en el culto al trabajo. Ahora, en cambio, aplaudimos ‘Industry’, que explora hasta dónde estamos dispuestos a llegar en aras del éxito laboral y ‘Succession’, que señala la ambición como un veneno capaz de acabar con todo tipo de relaciones.

"Solo el 48% de los millennials se siente motivado en el trabajo"

El ‘burnout’ se ha convertido en un silencioso virus que según la Guía del Mercado Laboral 2022, afecta al 43% de los profesionales españoles. El agotamiento vinculado al trabajo, e incluso la forma en la que muchos se enorgullecen al reconocer en alto odiarlo, hizo a un analista de una multinacional escribir en un chat laboral unas palabras que desataron las alarmas: “Odio este trabajo, odio este banco, quiero saltar por la ventana”. El departamento de recursos humanos se apresuró a estudiar el estado de salud mental de su descontento empleado sin saber que su respuesta sería aún más demoledora que sus palabras iniciales: “Es una opinión consensuada. Todos nos sentimos así”. Aunque no queremos que los miembros de los departamentos de recursos humanos entren en pánico, una reciente encuesta de HAYS, aunque en clave mucho menos dramática, le da en cierto modo la razón al asegurar que solamente solo el 48% de los millennials se siente motivado en el trabajo. Teniendo en cuenta que también asistimos al 'burnout' de la ambición, que responde a la peligrosa idea de que nuestro trabajo está vinculado de forma inextricable a nuestro valor e identidad, no cabe duda de lo necesario que es eliminar la vergüenza que persigue a quienes no triunfan en el trabajo para poner en su lugar el foco en aspectos de nuestra vida ajenos a la oficina.

"Nos hacen sentir que si no podemos con todo es porque somos demasiado perezosas"

Anteponer la salud mental al trabajo ha sido precisamente el motivo por el que Naomi Osaka se ha convertido, sin pretenderlo, en una de las fuerzas de esta corriente que prefiere dejar la ambición en un segundo plano. “He pensado que lo mejor era luchar por cuidarme”, aseguró. La tenista ha señalado, al ponerse a sí misma por encima de su carrera, cómo la cultura actual vincula el concepto del empoderamiento con el trabajo, el ethos del ‘hustle culture’, el orgullo de las horas extra y la necesidad de llevar el mensaje del ‘girlboss’ como bandera. La filosofía de que podemos tenerlo todo lleva entrelíneas el mantra de que hemos de abrazar el trabajo más extenuante sin contemplaciones, pero cada vez estamos menos dispuestas a aceptar la trampa de las súper mujeres. Así lo explica la plataforma de psicología Therapy Chat, que nos invita a desconfiar de las píldoras motivacionales que gritan “Tú puedes”, “No te rindas” y “Sigue adelante”, frases que se estacionan en el estandarte de un movimiento positivista que quiere empoderar y devolver la confianza las mujeres, pero se olvida de valorar si al hacerlo, está obviando el insoportable peso que la sociedad está poniendo sobre sus hombros. Estas frases sencillas y sin mala intención pueden terminar dando forma a una cultura del “sí se puede”, cueste lo que cueste. De esta manera, muchas mujeres pueden sentirse presionadas a estar a la altura de las expectativas, las propias y las ajenas, a hacer lo que se supone que deben hacer y a tener éxito en todos los ámbitos de su vida. Es en ese momento cuando las frases pensadas para motivarnos y empoderarnos terminan provocando el efecto contrario, nos hacen sentir que si no podemos con todo es porque somos demasiado perezosas, no nos esforzamos lo suficiente o, sencillamente, no somos capaces de conseguirlo”, explican.

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’Separación’, la serie que cuestiona la cultura laboral actual

“Es perfectamente normal no sentir una pasión especial hacia tu trabajo. Le hemos vendido a las generaciones venideras la idea de que tienen que amar su trabajo y que este ha de ser la fuente de su felicidad, pero la mayoría de la gente trabaja para ganar dinero, y no hay que avergonzarse por ello. De hecho, la frase “el trabajo te ha de hacer feliz” ha hecho mucho daño, porque cuando la gente que ha crecido con este lema no logra encontrar un trabajo que adora, siente que tiene un problema. Lo mejor sería enseñar a las personas a encontrar un trabajo que no se les dé mal y que no odien. Encontrar un trabajo que te apasione es como ganar la lotería: si pasa es estupendo, pero si no ocurre, no es un fracaso”, le dice Alison Green en ‘The Cut’ a una lectora que comenta con frustración que su trabajo, aunque no le disgusta, no le apasiona. El movimiento anti ambición nos invita a cambiar nuestra filosofía laboral para que en lugar de preguntarnos cómo podemos enfocar nuestra carrera para tener el trabajo soñado, busquemos la fórmula para conseguir que el trabajo nos deje tiempo y energía para disfrutar de nuestra vida fuera de la oficina. El que el mensaje "No quiero tener un trabajo: quiero sentarme en el porche" de una internauta en Twitter lograr 85.000 retuits cuenta ya con muchos adeptos.

Quizás la mejor forma de cerrar el tema sea recordar una frase mítica: la que dice que el trabajo es tan malo que incluso nos pagan por hacerlo. Si has leído este texto bebiendo de una taza que dice "I love my job", por favor, no nos odies.