- A Tutiplén (03/05/2024): planes de gastronomía, tendencias y buena vida con estilo
- A Tutiplén (26/04/2024): planes de gastronomía, tendencias y buena vida con estilo
- A Tutiplén (19/04/2024): planes de gastronomía, tendencias y buena vida con estilo
¡Qué de moda está la coctelería! Lo pensaba la otra noche mientras tomaba un aperitivo antes de cenar en el restaurante Tendiez, del Sofitel Barcelona Skipper, donde me alojaba. Una tarde ventosa y fresca de primavera me impidió hacerlo en su fabulosa azotea ElCielo con vistas al mar, aunque los originales combinados del ‘bartender’ Andrew Castaño se saborean en ambos espacios. Hace unos años, ante una propuesta informal de tapeo mediterráneo como la de este hotel (o ante cualquier otra) no se habrían visto en las mesas tantas alternativas de mixología como ahora. En España, estamos por fin dispuestos a sustituir la caña o la copa de vino por un clásico dry martini, un pisco sour, un margarita e incluso por algo más creativo, como el long life elixir por el que me decanté en este caso, a base de vodka infusionado con citronela y flor de guisante de mariposa, cordial de saúco y un ‘bitter’ de apio.
Al día siguiente, allí mismo en la Ciudad Condal, me topé por casualidad, de camino a otra cena con amigos, con un esquinazo icónico de la arquitectura de los 70 en Poblenou, la droguería reconvertida en bar Balius, donde disfrutar de un concierto de jazz con su famoso milk punch en la mano en un interior que transporta al mejor Brooklyn. Tampoco vi cervezas, ni siquiera el habitual gin tonic: el público pedía cócteles.
Diría que fue mi querido Diego Cabrera -a quien por cierto debo una visita en Florería Atlántico Barcelona para ver cómo ha unido fuerzas con Tato Giovannoni replicando aquí una de las coctelerías más aclamadas de Argentina- el responsable. Sobre todo, si hablamos de Madrid, donde empezó a hacerse conocido tras las barras de Le Cabrera, ¿te acuerdas?
La capital siempre ha tenido templos del ‘bartending’, qué duda cabe. Ahí está el centenario Bar Cock, ejemplo de cómo seguir de moda un siglo después. Chicote, que ha tenido menos fortuna en este último sentido. Del Diego, claro que sí, en la línea de clásicos más modernos, cuando en los 90, dicho en su momento por el propio Fernando Del Diego y sus hijos, Madrid era una ciudad “paleta” en este aspecto . Cabrera aterrizó en los 2000 para cambiar esto y vaya si lo consiguió: su Salmon Guru está en el puesto 16 de la lista de los 50 mejores bares del mundo y, junto a su más tabernero Viva Madrid, es un plan irrefutable si eres amante de un buen trago.
Esta lista es claro paradigma de la buena salud de la coctelería en nuestro país. La encabeza Sips, el santuario de Marc Álvarez y Simone Caporale de nuevo en Barcelona, aunque con réplica en el Glass Bar del hotel Urban madrileño. En cuarto lugar está Paradiso, a cuya daliniana sala se accede a través de una nevera de una tienda de pastrami y que es toda una experiencia que sigue generando fila en la puerta, premio al trabajazo de Giacomo Giannotti. Ellos son los abanderados, maestros gracias a los que el foco se ha ido dirigiendo a otros grandes.
Ahí están Miguel Pérez, en el fabuloso Isa del hotel Four Seasons tras pasar por Solange. Ahí está Alberto Fernández, en su purista Momus, en Chueca, y tantos otros. Han conseguido lo que parecía imposible: que esta forma de beber se torne actual, joven y que desbanque a las fórmulas más tradicionales ya no solo en estos negocios específicos, en casi cualquier restaurante, en cualquier nueva apertura. El genial Carlos Moreno fue el primero en desmarcarse trabajando para los grupos Larrumba y Carbón, reyes Midas de la hostelería que cuentan desde casi sus inicios con oferta coctelera adaptada a cada uno de sus conceptos y públicos. El último: Pabblo, que ya te recomendé días atrás.
En esta zona de AZCA (y también proveniente de Buenos Aires), Parque Bar Botánico fue pionero en su apertura el pasado año, cuando tampoco había nada similar aún aquí. Este cocktail bar con bebida y cocina viajera y apariencia selvática sirve fantasiosas combinaciones con nombres del mundo (Parque Tayrona, Kinabalu o Shiretoko) y platillos que van desde los tequeños a las empanadas criollas pasando por las croquetas de la abuela. Lo más importante, no obstante, según ellos mismos destacan, es lo líquido y pasarás un buen rato brindando con ello.
Me sorprende aún más, si cabe, cómo la coctelería ha trascendido los aperitivos, almuerzos, cenas o sobremesas para saltar a la pista de baile, a las copas, a los garitos nocturnos, terreno exclusivo de la ginebra, el whisky o el vodka hasta hace dos telediarios. ¿Cómo es de divertido ChinChín, que también ha aparecido ya en esta columna algún viernes? Las noches más ‘cool’ de Madrid se suceden ahora en esta coctelería con ‘overdose’ kitsch donde agitan a muy buen rimo peligrosos margaritas, mis favoritos.
¿Y Gilda Haus, donde en tardeos y noches se termina bailando a lo loco mientras vas picando algo aquí y allá? Su ‘bloody Mary’ es de lo más demandado. ¿Cómo es de ‘chic’ el triángulo que el escocés Murray MacDonald ha diseñado en Salesas con su Ficus, su Jack’s Library, tras el espejo de una floristería y, ahora, con la preciosa coctelería de inspiración japonesa Masaru, frente a Los 33? ¿Cómo son de animadas las quedadas en el oaxaqueño de barrio Marrufo, recetas con mezcal y tequila en mano con la atmósfera más ecléctica? Sí, sin duda la coctelería está de moda. ¡Y me quedo corto!
Entre mis pendientes tengo anotado Yeite, también a ritmo de DJ en Conde Duque, DosRombos, novedoso ‘ice Cream’ bar, o FatCats, con escondido interiorismo de Alejandra Pombo que retrotrae a los sofisticados ‘seventies’ tras una vitrina de una joyería en Las Letras. La lista es, como ves, interminable.
