«A mi amiga le ha dejado su novio, ¿qué libro le puedo comprar?». Pues te diría que tu amiga lo que más necesita es un buen viaje. Y otro novio le vendría bien, pero regalar novios está muy, muy feo. Recibo muchas preguntas así. Algunas son tristes: «Se ha muerto mi padre, ¿qué libro le puedo regalar a mi madre?». Sin duda, El año del pensamiento mágico, de Joan Didion, que es un libro precioso sobre el duelo: «La vida cambia deprisa. La vida cambia en un instante. Te sientas a cenar y la vida que conocías se acaba».
O La ridícula idea de no volver a verte, de Rosa Montero: «El verdadero dolor es indecible. Si puedes hablar de lo que te acongoja estás de suerte: eso significa que no es tan importante. Porque cuando el dolor cae sobre ti sin paliativos, lo primero que te arranca es la palabra».
«A mi amiga le encanta la música, pero no le gusta nada leer». Chica, yo entonces la llevaba a un concierto, la verdad, pero si te empeñas: Cosas que los nietos deberían saber, lo escribió el cantante de The Eels, Mark Oliver Everett. Es bonito, tierno y tiene humor. «La vida está llena de belleza impredecible y extrañas sorpresas. A veces, esa belleza es demasiado para mí. ¿Conoces esa sensación? ¿Cuando algo es simplemente demasiado hermoso? Cuando alguien dice algo, escribe algo o toca algo que te conmueve hasta el punto de las lágrimas, tal vez incluso te cambia».
En los últimos meses, he recomendado libros a una amiga que tiene a su hermana enferma y mi amiga únicamente quería reírse. La entiendo. Empezamos con Prohibido nacer, de Trevor Noah, que es una gozada. Es la historia real de un chico mestizo en la Sudáfrica del Apartheid contada por el protagonista.
Y seguimos con Aventuras y desventuras del chico centella, de Bill Byrson, que lo he regalado mil veces y todavía no he tenido ni una sola queja. «¿Cómo saben las aves migratorias a qué pájaro seguir? ¿Qué pasa si el pájaro líder sólo quiere estar solo?».
Hay gente rara empeñada en regalar libros porque creen que siempre hay uno que puede alumbrar el camino o al menos sirve para acompañarnos. Ahora que lo pienso, a la que le dejó el novio, que pruebe con La uruguaya, de Pedro Mairal. Y que se vaya de fiesta. Eso también...