• Lo mejor de Inès de la Fressange es que en casi todas las fotos de faranduleo parece estar pasándoselo genuinamente bien. Aquí está en 1988 en Chantilly con Jean Louis Dumas, que reinventó Hermès con exquisitez, humor y un código deontológico férreo.
  • En un rato voy hacia el dentista, gruñendo y arrastrando los pies. No es solo el pánico que le tengo y que jamás se me quitará, son los 250 euros por visita. Pero, como todo en salud, lo entiendo como una inversión (que tengo el privilegio de poder hacer). No voy a negar que pongo el PIN con mucha lastimica, calculando en qué maravillas podría gastar ese dinero. Antes de cada cita me recomiendan que tome un Diazepam, pero solo lo probé una vez y no sirvió de nada. Estaba igual de nerviosa y tuve que luchar contra el aturdimiento para poder seguir las instrucciones. El miedo no es más fuerte que la química, pero sí más profundo.
  • En la entrevista de Christian Salmon a Milan Kundera en el Paris Review (1984) no usaron grabadora: escribieron a máquina la conversación, y con tijeras y pegamento ambos fueron conformando la edición.
  • En Francia prefieren las ideas a las obras.
  • Con frecuencia me llegan peticiones de consejos al buzón de Instagram. Tentación de convertirse en profeta de estar por casa. Hay que evitarlo a toda costa.
  • Un estilo educativo peliagudo cuando se traslada a las relaciones humanas: todo lo que cuesta esfuerzo es virtuoso.
  • El alma: puramente de paso por el cuerpo, viniendo de quién sabe dónde y yendo después hacia quién sabe qué destino. Sede de la vida tranquila. Escollos: los impulsos irracionales del deseo, el engaño de los sentidos, el impacto de las emociones. Desplazo la mirada hacia mí (sin por ello renunciar al otro) con la escritura, la lectura y la conversación. La introspección, la ‘culture de soi’, no es un ejercicio en soledad, sino una práctica social.
  • La confesión siempre llega en el desamparo, en la desubicación. Cuando nos van bien las cosas no soltamos prenda, somos impenetrables.
  • Horror: descubro que los días que cobro estoy más guapa.
  • Hay mucho patafísico suelto, que lo es sin saberlo. Nihilistas, irónicos, de un desapego zen. En las reuniones de Queneau, Ionesco, Genet y Vian en una pequeña cafetería del barrio latino de París no debatían nada, porque no encontraban motivos para discutir: estaban perfectamente de acuerdo en que todo es absurdo.
  • Esa diferencia que notamos cuando somos pequeños, y que nos aterroriza: la imaginación. En clase, algunos niños ven los objetos por lo que son: una planta, una silla. Para el imaginativo, todo es un pasadizo a otra cosa. La realidad le sobrepasa tanto que se marea de intensidad.
  • Cuando veo una película con un adolescente, casi siempre siento que ese adolescente fui yo. Con los personajes adultos nunca me pasa.
  • Escribir algo de cero implica no una renovación de mi identidad sino, con un poco de suerte, una renovación de mi anonimato.