«A Nacho le encanta que le leamos o, mejor dicho, que le mostremos los cuentos. Nos mira embobado cuando imitamos voces y nunca se cansa si se los hemos contado 40 veces y se los sabe de memoria. De hecho, parece que lo que le gusta es aprendérselos, conocer las melodías y poder predecir lo que va a pasar. Tiene libros pop-up, para la hora del baño, los de Pepe & Mila, el interactivo '¡A la luna!', con el que despega hacia el espacio... Es un apasionado de las historias», asegura Cristina Gullón (Madrid, 1986). A su hijo de un año y medio le sucede igual que a la periodista y presentadora de Real Madrid TV, algo mágico se despierta en su interior cuando escuchan las palabras «Érase una vez...». Ella se niega a perder a la niña que lleva dentro, y Nacho la mantiene despierta ante lo desconocido y sus posibilidades, ante el misterio. Le abre a diario esa puerta que lleva a la magia de volver a ser un crío. Con sus mentes inquietas y espíritus rebeldes, ambos ponen de manifiesto que en lo mini está lo más grande.
Leo en tu perfil de Twitter: «Luchadora e inconformista. Ser realista es el camino más común hacia la mediocridad». ¿Hay que atreverse a soñar?
Debería de ser la filosofía de vida de todos nosotros. Los sueños nos impulsan a ser valientes, a actuar, a arriesgarnos por conseguir cosas mejores y a luchar por lo que queremos. Si no los tenemos, ¿para qué estamos aquí? Son una razón por la que levantarse cada día y dar ese último aliento, ese esfuerzo de sí puedo más, aunque no lo crea.
¿Tú cómo lo mantienes?
Lo intento aplicar a todo. A nivel personal siempre he sido muy deportista e intento salir de mi zona de confort practicando diferentes disciplinas. Me exijo ese plus que a lo mejor la cabeza te dice que no y al final puedes con ello. Y en lo profesional me planteo retos y creo en el aprendizaje constante. Apuesta por darte un poquito más cada día. Verás cómo hace mucho.
¿Qué te devuelve a tu centro?
Todas las semanas tengo un rato para mí. Me encanta leer, viajar, tener una vía de escape con mi pareja... Esos momentos hacen que coloque de nuevo las prioridades en su sitio. Nos absorbe tanto la fábrica de generar, producir, que la vida nos pasa por delante.
¿Recuerdas qué querías ser de niña?
Actriz. Siempre me ha gustado el mundo del teatro y soy un poco peliculera. Estudié para ello, pero luego me picó el gusanillo del periodismo.
¿Y qué te hace regresar a la infancia?
Nacho. Para él todo es nuevo y excitante. De repente abre un cajón y descubre cosas que no ha visto nunca, como una lata de atún, y mira qué tontería. También verlo jugar con mis padres o escuchar juntos canciones de cuando era pequeña. Le entusiasma la música. Si vamos por la calle y ve un violinista, se queda mirando intrigado.
¿Ser madre cómo ha cambiado tu visión de la vida?
Descubres cosas en ti que no sabías que existían. No era miedosa y ahora sí, bien por perderme cosas que haga o por que le pueda pasar algo y yo no esté. Ese es mi mayor terror. Mi tiempo con Nacho es oro. Cuando estamos juntos, cero teléfonos, redes sociales, televisión, ordenador..
¿Qué te enseña tu hijo?
A asombrarme, a preguntar, a seguir el instinto, a vivir el momento con intensidad, a ser más humana, a estar orgullosa de los logros, la inocencia, la dulzura... Son algunas de las lecciones que aprendes de los niños si estamos atentos. Porque no hay maestro pequeño y debemos dejar que sean ellos los que nos eduquen: tienen mucho que enseñar y los adultos, mucho que asimilar. Incluso podemos reaprender de la niña que sigue dentro de nosotras. Yo me niego a renunciar a ella. Sólo hay que rescatarla.
Todos somos un poco Peter Pan.
Me apasiona el mundo infantil, la idea de que desear es poder. Me ayuda a recordar que yo fui pequeña. La vida tiene sus tiempos y debemos respetarlos. Hay que tratar a los niños con cuidado, porque están hechos de sueños, y es importante no perder la perspectiva de cómo se vive la vida en esa etapa.
¿Qué otra clase de revuelta defiendes?
La más poderosa de todas: la revolución de la imaginación.
