«Ahora mismo, no estoy preparada para no ganar en París, pero sé que tengo que trabajarlo, porque el deporte son etapas y nos sometemos a demasiada presión a nosotros mismos. Quiero ganar, sí, aunque también debo tener claro que hay que seguir si no lo consigo», reconoce María de Valdés (Fuengirola, 1998), como si al decirlo en alto se grabase todavía más ese mantra en su cerebro.

maria de valdes x elle
Pedro Walter
Traje de baño con estampado geométrico de Esprit y falda de organza de Acromatyx.

Y es que la nadadora está viviendo un momento muy dulce en su carrera deportiva (en febrero se colgó la medalla de plata en el Mundial de Natación Doha 2024 en los 10 kilómetros de aguas abiertas, garantizando su plaza en los próximos Juegos Olímpicos), pero también ha tenido etapas muy complicadas que han cambiado su forma de ver y entender la vida y el deporte. No consiguió clasificarse para los JJ OO de Tokio cuando todo su entorno, y hasta ella misma, lo daban por hecho. Sufrió una lesión en el hombro que afectaba a su rendimiento (tuvo que abandonar una carrera clasificatoria para el Mundial de Natación de Corea en 2019 por el dolor) y a su día a día. Sin embargo, tras una segunda intervención, ha conseguido recuperarse... de eso. Porque el golpe más fuerte y definitivo fue la muerte de su padre el pasado noviembre. «Verlo morir fue el día más duro de mi existencia. Era como si cada vez que me levantaba, apareciera otra piedra en el camino. Y esto me hizo preguntarme si valía realmente la pena todo lo que estaba haciendo. No veía la luz al final del túnel», recuerda emocionada. Él, además de ser un referente, como su madre y su hermana, fue la razón por la que empezó a nadar. «Y mi tío (que actualmente es nadador internacional). Ambos adoraban la natación y nos la inculcaron a mi hermana y a mí desde niñas», afirma. Así que no sabe si por el destino o por la influencia de «ese ángel que me cuida desde el cielo», sólo tres días después de la muerte de su padre tenía que viajar a Italia para concentrarse un mes con la Selección y después realizar todas las competiciones para hacer realidad su sueño olímpico. «Era un momento horrible, aunque pensé: “¿Qué querría él?”. Tenía una hucha para ir a verme a París, así que me dije: “Voy a sacar fuerzas en su honor”. Cada día que me levantaba era por eso, para conseguir el objetivo que teníamos juntos desde que era pequeña. La fuerza que mostré en el mundial nunca me había salido, me la ha dado mi padre», asegura saboreando por fin el placer del éxito.

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Pedro Walter
En ambas fotos: Chaqueta ‘cropped’, falda ‘midi’ y ‘culotte’ de rafia, todo de Dior, y zapatillas ‘beige’ de Veja x Reformation.
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Pedro Walter

El 8 de agosto de 2024 vas a nadar 10 kilómetros en el río Sena para intentar llevarte una medalla en tus primeros Juegos Olímpicos, ¿te lo crees?

¡No! (risas). Tiene que ser algo tan increíble... Si cuando quedé segunda en Doha entré en shock, y sigo aún en una nube, si gano una medalla, imagínate.

¿Qué recuerdas de la carrera del mundial?

Fue muy emocionante. El objetivo era ese billete para los Juegos, la medalla fue una sorpresa. Son dos horas nadando, así que te da tiempo a pensar de todo, bueno y malo. Tenía la carrera muy meditada, llevaba meses trabajándola con mi psicóloga. El camino hasta ahí no había sido fácil, pero sabía que era el todo o nada, la última oportunidad para esa clasificación que tanto deseaba. Y salió.

¿Cuál ha sido la receta del éxito?

Resistir las caídas y saber levantarte con una sonrisa. Ser fuerte, sobre todo mentalmente. Desde que era pequeña siempre me han dicho que hay que hacer las cosas con cabeza, con humildad y con mucho trabajo. Ha sido como una carrera de resistencia, literalmente, en todos los aspectos. Y, aunque por motivos personales a veces me pueda la tristeza, poco a poco, tengo que ir asimilando lo que me está pasando y disfrutar de la felicidad.

¿Te ayuda tu psicóloga deportiva a conseguirlo?

Totalmente. Empecé a trabajar con ella en la pandemia y me ha cambiado la forma de pensar y de afrontar las cosas. Se está dando mucha visibilidad a la salud mental en el deporte y es algo necesario. Antes era un tema tabú. Es importante expresar cómo nos sentimos, hablar de las etapas más oscuras. No todo es de color de rosa en la élite deportiva y hay que contarlo sin miedo, por nuestro bien y por el de las futuras generaciones.

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Pedro Walter
Traje de baño asimétrico de Etam.

Durante la pandemia, viviste una de esas etapas oscuras. ¿Qué supuso para ti no clasificarte para Tokio 2020?

Fue durísimo. Creí que ahí se había terminado mi carrera. No quería saber nada de la natación ni de cualquier cosa relacionada con el agua a nivel deportivo. Me costaba hasta meterme en la ducha. Estuve desde finales de agosto hasta octubre de 2020 sin entrar en el agua. Pensaba que no iba a volver nunca y sufría, porque no entendía si iba a ser la misma sin la natación. Pensaba: «Todo el mundo me conoce como María la nadadora, ¿y ahora qué va a ser de mí? ¿Se van a acordar de mí sin el agua?». Era un conflicto interno brutal porque, a la vez, me decía: «¿Cómo puedo plantearme dejarlo si la natación es mi vida?». Fue una etapa en la que no sabía dónde ir ni qué hacer, una incertidumbre absoluta. Trabajé con la psicóloga volver poco a poco a relacionarme con el agua hasta disfrutar de nuevo. Y mi entrenador también me ayudó mucho a levantarme. Ahora miro atrás y sé que ese bache me sirvió para reforzarme y llegar hasta aquí.

¿Qué te llevó a caer en esa situación extrema?

Seguramente la presión. Me habían inculcado que los Juegos eran la mejor competición, el objetivo de cualquier deportista de élite y todo el mundo daba por hecho que iba a estar ahí, y me lo llegué a creer. En el momento en que no me clasifiqué, sentí que había defraudado a mi entorno y a mí misma, y que la gente ya no iba a querer saber nada de mí. Pensaba que no era nadie. Me daba vergüenza ver a muchas personas importantes para mí, les había fallado. Me preocupaba más por ellos que por cómo estaba yo.

¿Esa actitud ahora ha cambiado?

Sí, con mucho trabajo, pero sí. He aprendido que tengo que mirar por mí y disfrutar del camino, esa es la única forma de llegar al objetivo. En este ciclo olímpico lo he afrontado todo de forma diferente. Iba a entrenar, día a día, sin pensar en la clasificación. Estoy trabajando al 100% y si salen los resultados, genial, si no, esto ya me está haciendo feliz. Creo que en París lo podemos hacer muy bien, pero tengo los pies en la tierra. Estar en unos Juegos luchando por una medalla ya es un sueño hecho realidad. Todo deportista que llega ahí quiere ganar, obviamente, aunque si en esa carrera doy lo mejor de mí, voy a estar contenta con el resultado, quede primera o última.

¿Qué es lo más sacrificado de dedicarse al deporte de élite?

Estar sola, saber que mi familia se encuentra a muchos kilómetros y perderme acontecimientos importantes. Mis padres no querían que saliese de casa hasta que terminase bachillerato. Fueron años muy exigentes, compaginando estudios y entrenamientos, levantándome a las 6 de la mañana y volviendo a las 10 de la noche, y ellos me ayudaron. Pero, con 18 años, surgió la oportunidad de irme a A Coruña (en donde vive actualmente) para entrenar en el club Liceo y estudiar. Me matriculé en un grado superior de Educación Física y, aunque fue una época difícil, todo el mundo me acogió tan bien que se han convertido en mi segunda familia. Ahora, compatibilizo la natación con el grado de Psicología en la UCAM a distancia. ¡Y es durísimo! (risas).

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En ambas fotos: Chaqueta ‘cropped’, falda ‘midi’ y ‘culotte’ de rafia, todo de Dior, y zapatillas ‘beige’ de Veja x Reformation.
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Pedro Walter

¿Alguna vez te has arrepentido de tus decisiones?

No. He tenido que hacer muchas renuncias, pero estoy muy satisfecha de cada camino que he tomado, porque esto es lo que siempre había soñado y ha valido la pena.

Y para el futuro, ¿qué planes tienes?

Me gustaría llegar a Los Ángeles 2028, pero también pienso mucho en la vida más allá del deporte. Siempre he dicho que quería ser madre joven. ¿Cómo lo vas a hacer en tu mejor momento? Y cuando se acabe la élite, ¿cómo integrarme en el mercado laboral? Es complicado gestionar todo eso. Prefiero concentrarme en París y después ya veremos. Quedamos en un par de años (risas).

*MAQUILLAJE Y PELUQUERÍA: PAOLA GARCÍA (ONE OFF ARTISTS) PARA CHANEL. ASISTENTE DE ESTILISMO: DIEGO SERNA.