Pere Riba (Barcelona, 1988) cuenta que en seis años apenas ha tenido vacaciones. Desde que este ex jugador de tenis profesional dejó la competición, se ha convertido en el entrenador de moda en el circuito femenino, y eso tiene un precio. También premio: él es el artífice del éxito de dos de las mejores tenistas del mundo, la china Qinwen Zheng y la norteamericana Coco Gauff.

Su amor por este deporte le viene de lejos, cuando empezó a entrenar motivado por un primo suyo algo mayor, al que soñaba con ganar. En unos años, su talento le acabó llevando al número 65 del ránking mundial, hasta que, cuando tenía 30 años, un accidente de tráfico le obligó a una retirada temprana. Ese infortunio, sin embargo, le permitió empezar una nueva vida como entrenador, primero con grupos de competición con jugadores de la ATP como Pedro Martínez Portero y a Roberto Carballés y la primera mujer con la que trabajó, Varvara Lepchenko, a la que desde el puesto 280 posicionó entre las 100 mejores. Esa progresión hizo que en 2021 le contactara el equipo de Qinwen Zheng.

"Al principio le ayudaba en preparación física”, recuerda Pere, pero enseguida se empleó a fondo con la tenista china, que en meses pasó del puesto 180 del mundo al 17. Poco después hizo obró otro “milagro”: su trabajo con la estadounidense Coco Gauff la llevó a ganar su primer 500, su primer Masters 1000 y su primer Grand Slam. Fue un boom.

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Ana Fardy
Pere Riba, entrenador de la tenista china Qinwen Zheng.

Al terminar aquella temporada Pere, con residencia en Estados Unidos, regresó a Barcelona para visitar a su madre, que en ese momento no estaba bien de salud, y decidió priorizar a la familia. Y a finales de 2023 retomó la relación profesional con Qinwen, quien llegó a la final del último Open de Australia y actualmente figura entre las diez mejores tenistas del mundo.

Lo más importante para un entrenador es que tu mensaje le llegue al jugador

Hoy, a punto de que Qinwen regrese al circuito europeo de los WTA Championships –primero competirá en Stuttgart, después en el Madrid Mutua Open y después Roma y Roland Garros–, hablamos con el entrenador de moda.

¿Cómo cambia un entrenamiento dirigido a mujeres?

Principalmente en la manera en que das el mensaje. Y para ello hay que tener consideraciones biológicas: las mujeres por naturaleza tienen cambios hormonales y eso hay que saber manejarlo. Lo más importante para un entrenador es que tu mensaje, lo que quieres transmitir, le llegue al jugador de la mejor manera posible. Así que tienes que cambiar la manera en que lo transmites, para que sea más efectivo. Cada persona es diferente así que, en el momento que entiendes eso, creo que es más fácil llegar donde quieres.

¿Y cómo son ellas en la dinámica física de un entrenamiento?

Yo es que he tenido la gran suerte de que a las chicas a las que he entrenado, tanto Coco como Qinwen, son muy muy trabajadoras. Tienen unas éticas de trabajo muy grandes y una enorme capacidad de trabajo. En lo físico las entreno igual que lo haría con un hombre, lo que cambia es la forma del mensaje y la empatía: tienes que intentar entender las cosas desde su perspectiva.

¿Cómo ha sido tu relación con las mujeres?

Tengo una hermana pequeña y tal vez por eso puedo entender un poquitín más a las chicas a las que he entrenado que, además, son muy jóvenes. Pero también por eso has de entender su situación familiar. En ocasiones, a nivel profesional, la sobreprotección que pueden tener puede jugar un poquitín en contra. La clave está en dejar también que ellas tomen sus propias decisiones, ya sean acertadas o no. Si son acertadas pues perfecto, hay que apoyarlas. Y si no son acertadas pues apoyarlas también pero que entiendan dónde está el error y en qué puede mejorar.

¿Cuánto importan las emociones en el deporte?

Mucho. Para un entrenador es muy importante conocer la gestión emocional de las jugadoras, además del ambiente personal de su entorno. Alrededor hay mucha gente y lo ideal es que todos, equipo, familia o managers vayan en la misma línea.

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Cortesía de Pere Riba
Qinwen Zheng y Pere Riba tras el pasado Open de Australia, donde la tenista llegó a la final.

Entiendo que una de las partes más complicada de tu trabajo es ganarte la confianza de todos…

Claro. Lo perfecto sería que todo el mundo confiara en ti pero muchas veces, cuando hay tanta gente, es imposible que esa decisión llegue a contentar a todos. Por eso yo lo que hago siempre es poner a la jugadora por delante de todo el equipo, incluso por delante de mí mismo. Yo puedo aconsejar, pero al final la última palabra la tiene la jugadora. Al menos así es como me gusta trabajar: quiero que los jugadores sean independientes, que entiendas los porqués, que sepan dónde quieren llegar . Si trabajas de esa manera al final es mucho más profundo a la hora de tomar decisiones y mejora su seguridad. Las mujeres funcionan mejor tomando sus propias decisiones que con otras impuestas. Además de que sentirse partícipes de sus propias decisiones es la manera que también tienen de crecer más rápido.

Es decir, enseñarlas a pescar en vez de darles peces mejora su confianza.

Exacto, la confianza es autoestima y con ello aprenden a dar un paso adelante ante una dificultad, y yo creo que eso es muy importante. Sobre todo cuando son jugadoras muy jóvenes hay que trabajar eso: que estén bien con ellas mismas porque hay mucha presión, y hay muchas cosas personales que acaban en la pista. Hay que procurar que el estado emocional esté muy bien equilibrado y que haya confianza para poder hablar de cualquier tema. Si no creas ese vínculo de confianza, muchas cosas las se las van a callar y al final no solucionas los problemas.

¿Te has encontrado mucho síndrome de la impostora?

Yo he visto muchísimas tenistas en el circuito que son buenas pero que podrían ser muchísimo mejores, con cualidades espectaculares. Pero tal vez no creen en sí mismas. A veces simplemente ves cómo juegan, ves que físicamente están bien y, aunque obviamente no se puede saber qué hay detrás, detectas que falla algo, porque el potencial que tienen es enorme.

¿Y eso cómo se trabaja?

La confianza tienes que ir trabajándola día a día. En el tenis las correcciones no siempre tienen que ser negativas, también tienes que apoyar y hacer entender que lo están haciendo lo están haciendo muy bien. Y cuando quieres corregir algo que es negativo siempre va bien primero dar un impulso positivo y que haya un cierto equilibrio, porque en el circuito la presión es muy alta.

Las mujeres me parecen más comprometidas, eficientes y disciplinadas que los hombres

¿Y qué has aprendido de las mujeres que no supieras antes?

Yo siempre digo que las mujeres, en general, son mucho más profesionales. No quiero decir todas, porque hay chicos que también lo son. Pero, al menos por mi experiencia, si les demuestras que estás involucrado y comprometido, ellas me parecen más comprometidas, eficientes y disciplinadas que los hombres.

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Cortesía de Pere Riba
Pere Riba y Coco Gauff, cuando la norteamericana ganó el torneo WTA 500 de Washington.


¿Y en lo personal qué te ha enseñado a ti el tenis?

El tenis me lo ha enseñado todo. Empecé a viajar solo con 13 años y eso creo que eso me hizo madurar mucho más rápido. Y luego, por supuesto, los valores del esfuerzo, la disciplina y el compañerismo.

Ahora, ¿cuáles son tus próximos retos?

De momento, seguir con Qinwen y perseguir los objetivos que nos marcamos cuando empecé a trabajar con ella. En 2021 le dije que íbamos a por el top ten, y lo conseguimos; le dije que ganaría su primer Grand Slam y hemos estado cerquita… Creo que en el deporte tienes que soñar en grande y tener mentalidad de ser número 1. Cuando te pones metas altas, si no la cumples, al menos te acercas. Y yo creo que ella está preparada para conseguirlo. Obviamente después hay muchos factores: lesiones, presión, que sepas gestionar las emociones… pero va en el buen camino. Tiene 21 años y tengo mucha confianza en ella.

¿Y para cuándo un gran éxito femenino en España?

A mí me encantaría. Obviamente mi pasaporte y mi sangre es española y un día me gustaría poder trabajar con una tenista española. Es una pena que fuera valoren más a los entrenadores, pero ojalá haya una oportunidad en el futuro.