Resulta que Menorca, la calma hecha costa –y qué 216 kilómetros de costa– da para algo más de un centenar de playas y calas. No hay intención de detallarlas todas, pero sí de remarcar la sensación de felicidad que recorrerá cada centímetro de tu cuerpo cuando te sumerjas en aguas tan apetecibles como las de Mitjana, Turqueta o Macarella. Las prisas y el estrés habrá que dejarlos en la puerta de embarque. Exceso de equipaje si hablamos de la isla más oriental de las Baleares donde impera un modo de vida reposado, casi en sincronía con el vaivén que marcan las olas del mar.

En Menorca resisten muchas huellas de lo que un día fue, como sus más de 1.500 yacimientos talayóticos (II milenio a.C.) o las trazas de los más de 70 años bajo dominio británico durante el siglo XVII. Mientras, lo que entendemos como un paraíso para el turista es realmente un modo de vida para el local. Y es que pocas cosas son tan espontáneamente mediterráneas como esta Reserva de la Biosfera donde siempre merece la pena pararse a contemplar; a respirar. Hay quien la considera la nueva Formentera, por ese punto exclusivo en alza y por sus playas paradisíacas, que funcionan como refugio para quienes están saturados de tanta península. Sea como sea, esta isla es una de esas joyas nacionales que da para tantas escapadas diferentes como permita el bolsillo. Menorca es todo eso y más... pero empecemos por estos diez imprescindibles.

Mahón desde las alturas

Vista del puerto de Mahón en Menorca
Douglas Pearson

Tras patear la capital menorquina, con sus cafés, sus tiendas y sus callejuelas, te proponemos examinarla desde otra perspectiva, sumando centímetros en cualquiera de los miradores de la ciudad. La ruta de los balcones que se asoman sobre la bahía de Mahón comienza en el de Sant Francesc y continúa hasta el de Miranda, ofreciendo distintas perspectivas del puerto y de 's’altra banda'. Hay otros menos conocidos, como el que corona el majestuoso edificio Ca n'Oliver, que nos acercará a algunos de los tejados y fachadas más icónicos de la ciudad: la Iglesia de Santa María, Casa Mir, la Iglesia del Carmen, Pont de San Roc e incluso la Fortaleza de la Mola al fondo. Objeto de demoliciones y reconstrucciones, este complejo militar es buen ejemplo del pasado británico con el que cuenta Menorca. Batallas aparte, no olvidéis alargar el aperitivo en el Mercat de peix o en la terraza Sa Plaça que encierra el Mercado del Claustro.

El puerto de Es Castell

Puerto de Calesfonts en Es Castell, Mahón
Cortesía Hotel Barceló Hamilton / VER CAMPO TEXTO

Llegar a Calesfonts, el pequeño puerto que resume la coqueta localidad de Es Castell, será como transportarnos hasta cualquiera de los rincones más deseados –e instagrameados– de la costa mediterránea. Entre fachadas de colores y llauts amarrados –la embarcación pesquera tradicional– se improvisa un paseo marítimo donde no faltan terrazas en las que probar el pescado y marisco más fresco e incluso direcciones como Avarca Shop para hacernos con unas tradicionales avarcas, rebautizadas como "menorquinas". Antes conocido como Georgetown, Es Castell le debe su aire ‘british’ al ya desaparecido Castillo de San Felipe. ¿Otro detalle digno de quesito? Su ubicación, cerca de Mahón, le ha valido el romántico título de primer amanecer de España.

El 'Sky Bar' de Barceló Hamilton Menorca

Hotel Barceló Hamilton Menorca en la bahía de Mahón
DR

Las puertas acristaladas de este hotel situado frente a la bahía de Mahón te recibirán con unas indicaciones muy claras: prohibido no hacer fotos. Y es que este establecimiento ‘Adults Only’ invita a contemplar la belleza menorquina que lo rodea, bien sea desde alguna de sus habitaciones con vistas al mar o desde la terraza del Blue Sky Bar –con seis tentadoras bañeras de hidromasaje– que corona su azotea. Si buscas un campamento base donde te mimen con experiencias personalizadas, dos piscinas, solárium con camas balinesas y un U-Wellness repleto de tratamientos, el hotel Barceló Hamilton Menorca es tu lugar. Mención especial para la carta de Sa Casa, donde el chef logrará que se te salten las lágrimas con los platos e ingredientes tradicionales de la gastronomía menorquina. Y, después, te invitamos a volver a la última planta para disfrutar de un cóctel amenizado por los ritmos ‘chill out’ del DJ mientras contemplas cómo regresan los veleros a puerto. ¿Alguien da más?

La caldereta de 'Es Cranc'

Caldereta de langosta Es Cranc
Loreto Blanco

Sobrasada, Carn i xua, queso de Mahón, ensaimada, mariscos… Hagas lo que hagas y elijas lo que elijas, no puedes abandonar la isla sin probar la famosa caldereta de langosta menorquina. Como ya te adelantamos en los mejores restaurantes en los que reservar mesa si planeas devorar la isla, aquí no faltan mercados en los que tapear el género más tradicional ni propuestas vanguardistas. Ahora, si hay un nombre que retumba con fuerza es el de Es Cranc en Fornells. Aquí sirven la versión más sabrosa de este colorido guiso y una cosa adelantamos: te preguntarás cómo has podido pasar tantos años sin deleitarte con este manjar. Aprovecha la parada para recorrer Fornells, uno de los pueblos más bonitos de la isla, siendo Cala Tirant con sus vistas a las casitas blancas el punto emblemático por excelencia.

Los atardeceres de la Cova d'en Xoroi

Atardecer en la  Cova d'en Xoroi Menorca
Cortesía: Cova d'en Xoroi / Ver campo texto

Sí, es un clásico explotado y sí, es la dirección que te recomendarán hasta la saciedad en cuanto pronuncies la palabra "Menorca" pero créenos cuando aseguramos que no encontrarás lugar en el mundo –o por lo menos en la isla– donde la copa sepa mejor. Su hora punta es durante la puesta de sol, cuando la gente se agolpa en sus terrazas a diferentes alturas para contemplar el espectacular ocaso sobre el mar. Además, durante los meses de verano esta cueva ‘chill out’ está abierta desde las 11:30 h hasta el anochecer. Ver cómo rompen las olas bajo el acantilado, pomada en mano –la bebida tradicional de la isla a base de limonada y Gin Xoriguer– es un placer incomparable así que nos parece obligado preguntar, ¿a que cruzar la isla en coche después de la caldereta para rematar el día en Cova d’en Xoroi ya no suena tan mal?

Las Bodegas de Binifadet

Terraza de las bodegas Binifadet en Menorca
JORDI ESCANDELL SEGUI

Volver a las raíces, a la identidad de la isla, a la esencia de Menorca. A cinco kilómetros de Mahón encontramos la apuesta personal de la familia Anglés por recuperar la cultura vinícola que esta isla descuidó hace décadas. Gracias a un clima tan estable como excepcional, las Bodegas Binifadet se caracterizan por producir caldos afrutados, frescos y muy fáciles de beber que reúnen a locales cada tarde en la terraza de su 'wine bar'. Su carta permite elevar la experiencia del maridaje a base de arroces, pescados y carnes donde nos quedamos con un ‘best seller’ autóctono: el salmón marinado en Gin Xoriguer y tzaziki. Si la carta gusta, el lugar enamora. Prueba de ello es el espectacular ambiente que se cuece en su porche cubierto, entre barriles, bombillas y parras a modo de enredaderas. Menorca lleva más que agua salada en su ADN, por eso estas bodegas te invitan a probar sus experiencias: a que te cases aquí, a que completes una visita guiada por sus viñas o a que disfrutes de un atardecer en el ‘late brunch’ que ofrecen entre música en vivo y buenos vinos.

El casco histórico de Ciutadella

Barcos en el puerto de Ciutadella, Menorca
Bill Heinsohn

Si hay una imagen icónica en Menorca es la que obtendremos al recorrer el Passeig des Moll, con los barcos del puerto de Ciutadella, los restos de la muralla medieval y la silueta del imponente edificio del Ayuntamiento –antiguo Real Alcázar de fondo. Justo aquí arranca la Plaza des Born, fácilmente reconocible por el imponente obelisco de 22 metros de altura que conmemora la resistencia de la ciudad ante el ataque turco del siglo XVI. Será el punto de partida perfecto para recorrer las calles históricas de esta antigua capital menorquina, donde su Catedral gótica y su Convento y claustro de San Agustín son dos de las direcciones más repetidas. Ciutadella es la mezcla de diferentes culturas, distintas épocas, y eso se respira a cada paso. Comerás bien, podrás darte un capricho en sus numerosos comercios y comprobarás que las calas paradisíacas están a un solo paso: Algaiarens, Turqueta y Macarella son buen ejemplo de ello.

La costa norte de Pregonda y Cavallería

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Artur Debat

A la pregunta de cuál es la mejor cala de Menorca, Turqueta y Macarella son precisamente dos de los nombres que más suenan. Súmale Mitjana y ya tendrás la ruta más transitada de la costa sur menorquina. Espectaculares, sí, pero hasta los topes en plena temporada alta. Por eso, queríamos reivindicar el atractivo del litoral norte. Pregonda, con sus tonos rojizos y sus islotes despuntando en medio del azul turquesa, o el más de medio kilómetro de arena que da forma a la playa de Cavallería –con un cómodo parking cercano– y que culmina en un apartado nudista. Si llegas hasta aquí, no olvides continuar hasta el Faro de Cavallería para disfrutar de un rojizo atardecer sin precedentes. Uno de esos pequeños placeres de la vida.

Una muestra de su interior, Alaior

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La “falsa” villa de pescadores de Binibequer Vell, los restaurantes en primera línea de Fornells, el acogedor puerto de Es Castell, las no tan explotadas casitas encaladas de Cala Alcaufar… Menorca vive por y para su costa, pero queremos romper una lanza a favor de su interior. Famosa por sus fiestas populares, sus quesos y su calzado, en Alaior despuntan sus calles tan auténticas como estrechas y su Iglesia Santa Eulalia. El antiguo claustro del Siglo XVII reconvertido en el popular Pati de Sa Lluna tampoco se queda atrás. Quien visite Alaior deberá aprovechar para descubrir sus alrededores, como los yacimientos prehistóricos de Torre d’en Gaumés y Torralba d’en Salort que resisten a apenas 7 kilómetros. Y, por último, una imagen difícil de olvidar: las cuevas artificiales y los acantilados que forman el espectacular conjunto de Cales Coves.

La vuelta a la isla por el Camí de Cavalls

Faro de Faváritx en Menorca.
Pol Úbeda Hervas photo

Se cree que los orígenes de este sendero histórico que cubre la isla se remontan al Siglo XIV y que su finalidad era la de conectar puntos estratégicos y vigilar las costas. A día de hoy es uno de los grandes atractivos de Menorca para quienes quieren explorar la isla paso a paso. Con 185 kilómetros de longitud y ostentando el distintivo europeo de GR (gran recorrido) 223, no es de extrañar que Camí de Cavalls atraiga a amantes del senderismo de todas partes del globo. Hay quien prefiere recorrerlo en bicicleta o incluso a caballo, lo que sea por conocer los entresijos de un territorio que combina paisajes escarpados, calas escondidas en las que resulta obligado detenerse, atalayas y faros para contemplar el atardecer. Se divide en 20 tramos debidamente señalizados que oscilan entre los 6 y los 13 kilómetros, por lo que es una propuesta accesible. En la foto, el faro de Faváritx en uno de los extremos más orientales de la isla.