Las redes sociales han cambiado la forma en la que comemos no sólo por haber introducido tendencias en el menú gracias a plataformas como TikTok, sino también a cómo antes de dar el primer bocado, hacemos una fotografía al plato con un encuadre estratégico y unos buenos filtros para asegurarnos de que Instagram, y no sólo nuestro estómago, es testigo de este ‘match’ gourmet. Sin embargo, en el otro lado de la balanza se posiciona una tendencia que aboga por la imperfección e incluso por el feísmo. Sin duda, la llegada de BeReal, que notifica espontáneamente a los usuarios que compartan una foto en un período de tiempo de dos minutos, por lo que la imagen resultante es inevitablemente más natural y menos posada, ha tenido que ver con este movimiento.

comida anti instagram
Hinterhaus Productions//Getty Images
Fotografiar comida en Instagram

“También forma parte de la cultura del agotamiento. Por un lado está la opción de desplazarte por imágenes del feed increíblemente hermosas, lo que puede ser un buen medio de escapismo, pero creo que también ha habido una reacción contra esa estética. Existe esta búsqueda de la realidad cuando todo se siente falso, fuera de control”, explica Emily J.H. Contois, co-editora de ‘Food Instagram: Identity, Influence, and Negotiation’ a ‘Thrillist’. Incluso existen cuentas de Instagram que son una auténtica oda a los platos con peor aspecto, como Foodies Fuera, en los que no faltan imágenes de rodajas de piña de lata con jamón serrano, san jacobos o platos con piña, tacos de jamón cocido, queso fresco, maíz dulce y cebolla morada. Porque una buena digestión es maravillosa pero, ¿acaso no lo es también una buena carcajada?

La comida tradicional ha dado un codazo al emplatado y a las esferificaciones

El confinamiento hizo que el 'beige food', es decir, la comida de toda la vida más tradicional y que ofrece confort, diera un codazo al emplatado y a las esferificaciones. Abrazar este tipo de platos y retratarlos sin postureo previo no es otra cosa que el reflejo de cómo nos enfrentamos a la comida en tiempos de crisis, cuando buscamos platos que nos remitan a la nostalgia y a la tranquilidad. “Está pasado de moda el emplatado. Mi oferta es actual, prima la sencillez desde la tranquilidad, y no es nada ostentosa: no hay ni brotecitos ni florecitas. ¡Eso es del año 2000!”, explicaba a ‘Elle Gourmet’ Tomás Abellán, que sigue la senda de su padre, cuya cocina ha evolucionado hacia la sencillez (no confundir con la simplicidad) basándose en el producto.

Ugly food son esos platos no pensados para triunfar en Instagram, pero que está deliciosos

No es de extrañar que ahora las redes sociales de tantos restaurantes hayan dejado atrás las imágenes profesionales con iluminación planificada en aras de fotografías tomadas por el equipo del restaurante, por lo que no hay ni ángulos mágicos ni emplatados exagerados, sino que es el producto el absoluto protagonista. Nos hallamos ante el triunfo de lo que el chef David Chang denomina 'ugly delicious, un tipo de comida más cercana a la que comemos en casa simplemente para calmar el apetito que a las fórmulas de los restaurantes y que se refiere a esos platos que no han sido concebidos para triunfar en Instagram y que sin embargo, están deliciosos.

Las fotos que ahora se suben de comida a las redes se parecen más un diario visual

Podríamos decir que ahora las fotos que se suben de comida a las redes se parecen más un diario visual de la comida del día a día a una galería de fotografías con iluminación perfecta. No es casualidad que al haberse convertido las redes sociales en un maravilloso escaparate para aficionados a la cocina que no se dedican de forma profesional al universo de los fogones, sus platos no estén tan estéticamente cuidados, algo que ha influido en la forma en la que se captura ahora lo que comemos.

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Alexander Spatari//Getty Images
Cómo fotografiar comida en redes

La serie ‘The bear’ y la película ‘Hambre’ son dos buenos ejemplos de las dos estéticas. Los restaurantes en los que prima la pisa, servir ese “comfort food” (bien sean los bocadillos de la serie de ‘HBO’ o los platos de tallarines del largometraje), no se preocupan por la estética del plato, mientras que los templos gourmet hacen de la estética su seña de identidad. Tras el furor por los platos de apariencia más cercana a la de un museo que a la de la cocina, la gente busca imágenes más reales con las que poder empatizar y en las que lejos de despertar cierta envidia, se transmita el confort. Por fin queremos comer simplemente para disfrutar de los sabores y de la experiencia y no tanto para presumir. La importancia ahora está en el interior y sobre todo, en el sabor.