1. Las prendas no son mágicas. Sin embargo, cuando incorporamos el conocimiento a nuestra forma de comprar y de vestirnos, podemos llegar a hacer maravillas. Cuando entres en crisis con tus prendas, es importante que no lo tires todo a la basura en un ataque de ira. Arreglar una prenda la hace única para ti.
  2. El color es un gran chivato de la mala calidad. El color está para ayudarte a decir quién eres. Es mucho más importante cuando hablamos de color, saber combinarlo y utilizarlo para reforzar nuestro mensaje, que averiguar cuáles son los colores que mejor van con el tono de nuestra piel, de nuestro pelo, de nuestros ojos, o de la temporada.
  3. Si tu madre opina sobre tu estilo y sobre tu cuerpo, no debes escucharla. Ella no eres tú. Podéis tener el mismo cuerpo o no, pero es imposible que seáis la misma persona y que tengáis las mismas circunstancias vitales. Si tu madre te da un consejo sobre lo arreglada o no que debes ir a un evento, debes escucharla. Hacen falta muchos años para cogerle el pulso correcto a cómo vestir en determinado tipo de eventos.

No le pidas a otras personas consejo, sobre cómo vestirte. Pídeles que te describan y utiliza esa información para completar la descripción de tu personalidad desde otro punto de vista.

4. Los pantalones no le caen a todo el mundo igual. Un pantalón, por mucho que tenga un determinado patrón y también por mucho que lo arregles, a ti te caerá a la altura de la cintura de una forma diferente que a tu mejor amiga de la guardería. El pantalón vaquero azul no combina con todo. Tampoco el blanco.

5. Un básico es una prenda que para nosotras resulta imprescindible en diferentes momentos y de forma habitual independientemente de su color y su sencillez pero que sí sobrevive al paso del tiempo en nuestro armario. Un básico para ti puede no serlo para tu hermana, madreo o amiga.

    El fondo de armario está compuesto por la suma de todos tus básicos. Y por lo tanto nadie es quién para diseñar tu fondo de armario perfecto. Ya que tus prendas básicas solo las conoces tú. La desventaja principal del uniforme es la eliminación del estado de ánimo de tu forma de vestir.

    La mejor vestida es un concepto erróneo que empuja a las mujeres a competir, pero que además no tiene ningún tipo de sentido si empezamos a entender la moda y por ende nuestra forma de vestir como una idea individual, personal e intransferible.

    6. “Vestirse es la concepción del mundo que llevamos puesta sobre nosotros mismos.

      ¿A quién se le ocurriría llevar puesto algo que es contrario a su personalidad y que lo contradice cada minuto que lo lleva puesto?” – Henri Michaux

      7. Para traducir un sentimiento a una prenda, fíjate en tus gustos, intenta conectarlos con tus emociones, eso te ayudará a tomar decisiones en el futuro sabiendo por qué las tomas. Las emociones desempeñan un papel crucial en nuestras decisiones de compra de ropa, todas ellas deberían estar dirigidas por el conocimiento y un cierto número de herramientas personales.

        Debes comprender que tener un mal día no significa que nos tengamos que disfrazar. Al revés, tenemos que ser más nosotras que nunca, eso nos va a dotar de una seguridad a prueba de bomba.

        8. Sentir que vas acorde con el entorno, con tu silueta y con tu estilo y que todo lo encapsula un envoltorio de sofisticación, ni es sinónimo de gastarse un dineral, ni por supuesto es sinónimo de estrenar. La comodidad es la mejor arma a la hora de vestir en cualquier tipo de situación. Si no estás cómoda sufrirás. Y la comodidad va de la mano de sentirte más tú que nunca.

        9. Es muy importante ser conscientes de la diferencia que existe entre educar tu visión en la diversidad para ser capaz de aceptar y valorar a todo tipo de mujeres y cuerpos (con el objetivo de aceptar y valorar el tuyo) y utilizar imágenes de cuerpos diferentes para consolarte y así pensar que tú no estás mal. Ese no es el objetivo. En cuanto a complejos, hay que luchar por aceptarlos. Pero en ningún caso vestirse para esconderlos.

        10. Uno de los denominadores comunes de las mujeres con clase, es la seguridad en sí mismas que estas últimas desprenden.