«Soy mucho más feliz y estoy más completa ahora que hace 20 años», afirma con rotundidad Esther Cañadas (Albacete, 1977). La modelo y actriz, uno de los nombres propios de la historia de la moda española e integrante del icónico grupo de top models de los años 90, siempre ha tenido muy claro cuáles eran sus objetivos. De hecho, se marchó de casa de sus padres a los 15 años persiguiendo el sueño de hacerse un hueco en la moda. Los comienzos no fueron fáciles, pero, con mucho esfuerzo y perseverancia, lo consiguió. «Siempre he estado dispuesta a sacrificarme, y eso ha sido clave. Al igual que la constancia. Pasé tiempos duros, pero no desistí. Cada Navidad me decía: “Lo intento un año más y si veo que este tampoco, lo dejo”. Tenía que ser realista. No podía estar comiendo arroz blanco toda la vida», recuerda.
Pero se dio la oportunidad de intentarlo y su momento llegó. Lo de rendirse no va con ella. Tampoco lo de conformarse o quedarse estancada. «Me apasiona aprender, es lo que me mantiene feliz y entusiasta. Siempre he dado todo de mí en cada proyecto, no sé hacerlo de otra forma. Y es algo que quiero transmitirle a mi hija. Ahora, si realizo una portada o un shooting, me gusta que lo vea y que de mayor recuerde a su madre como una mujer trabajadora y que ha luchado por lo que tiene, porque esa es la única forma de conseguir que los sueños se hagan realidad», añade.
Esther está a punto de cumplir otro, ya que lleva años estudiando interpretación y dentro de poco la podremos ver en alguna producción audiovisual. Y, a la vez, saborea el presente dulce que vive en su comeback como modelo (el año pasado deslumbró en los desfiles de Dsquared2 y Mugler y acaba de ser una de las protagonistas del último show de Balenciaga en París). De hecho, en este reportaje estrena su nuevo rol como imagen de la colección Carrera Women 2024, una amplia gama de gafas de sol y monturas ópticas diseñadas por la firma italiana para mujeres únicas, contemporáneas y con una actitud natural para destacar. Es decir, que prácticamente llevan su nombre. «Me identifico con ese espíritu libre y con esa mujer fuerte que representa Carrera. Sus gafas son atrevidas, desafiantes, con personalidad y muy especiales. Las llevo usando mucho tiempo, así que me encanta que trabajemos juntos», explica.
¿Eres de las que no pueden vivir sin sus gafas?
Amo las gafas de sol. Soy una persona a la que, por mi fisionomía, con unas facciones grandes, creo que es un accesorio que me pega. Tuve una época en la que prácticamente sólo me compraba cinturones y gafas de sol (risas). La fiebre de los cinturones ya ha pasado, pero la de las gafas, no. Es un complemento muy fácil y socorrido, que te acompaña. Según el color que te pongas, vas más elegante, más divertida... El modelo que elija transmite mucho el estado en el que me encuentro.
¿Qué debe tener un proyecto para que le digas sí?
Pienso mucho lo que hago. Tienen que ser propuestas bonitas, en las que crea y que me gusten, porque quiero hacer las cosas bien y con coherencia. Pero, en realidad, eso no ha cambiado, siempre ha sido así. Tenemos la suerte de dedicarnos a un trabajo en el que vendemos magia y sueños, y es sencillo encontrar proyectos atractivos. Hay muchísima creatividad y arte a nuestro alrededor. Es muy inspirador.
¿En qué ha cambiado la moda desde tus comienzos?
En esa parte creativa, afortunadamente, en nada. Pero ahora todo es mucho más rápido y accesible. Antes había pinceladas de asuntos como la inclusividad, la diversidad de tallas y razas... Porque diseñadores como Donna Karan y Jean Paul Gaultier ya lo hacían, aunque hoy cada vez está más generalizado. Y es muy gratificante presenciarlo.
Y la edad, ¿sigue siendo un hándicap para trabajar?
Este siempre ha sido un sector centrado en unas edades determinadas, igual que ocurre con los deportistas. Son carreras que se acaban pronto. Y, aunque es verdad que ahora hay más posibilidades que antes, la mayoría de modelos son de la misma edad que siempre, muy jóvenes. Pero los que tenemos la suerte de haber trabajado mucho y contar con una carrera en la moda somos una excepción. Y además están en auge los remembers, lo de volver a épocas que creo que han sido irrepetibles y que las generaciones de ahora admiran y valoran. Así que es un momento muy dulce. Poder vivir todo otra vez es un regalo.
¿Sientes algún tipo de presión al cumplir años?
La presión social existe, pero, realmente, somos nosotros los que nos la ponemos. Y yo pienso que da igual lo que me presione, porque no va a cambiar nada. Obviamente, me cuido, aunque lo hago porque quiero estar sana ahora y en el futuro. No es sólo una cuestión estética, que también. Sé la edad que tengo y no pretendo aparentar otra cosa. Cuanta más normalidad le demos a cumplir años, mejor será para la sociedad, porque se eliminará ese estigma que existe poco a poco. Yo no lo pienso mucho. Los años pasan y se notan. Es ley de vida, aunque a todos nos sorprenda lo rápido que avanza el tiempo. En mi caso, haber sufrido una enfermedad autoinmune (fue diagnosticada de vasculitis, una inflamación de los vasos sanguíneos) hace que me sienta feliz de estar aquí y seguir cumpliendo.
Paraste en seco tu carrera en la moda por esa enfermedad. Mirando atrás, ¿fue la mejor decisión?
No tenía elección. Había que darle prioridad a eso y ya. Sin salud no tienes nada. En la vida hay que enfocarse en lo que a uno le apremia. Si es un sueño, en conseguirlo, y si es una enfermedad, en curarte. Todos tenemos subidas y bajadas, y de lo malo también se aprende mucho.
De hecho, después de eso llegó tu maternidad. ¿En qué te ha cambiado la llegada de Galia?
En todo y en nada. Antes de ser mamá, te haces una idea de cómo quieres ser. Y creo que en las cosas básicas sí que soy como pensaba, pero en otras lo estoy haciendo mejor. La intento criar con mucho amor por sí misma y por los demás. Como madre, mi objetivo es acompañarla mientras se convierte en una mujer independiente, sin miedos, segura de sí misma y de lo que quiere. Ella va a volar algún día, así que intento darle todas las herramientas para que sea lo más feliz posible.
Creció alejada de los focos, ¿entiende tu trabajo?
Se ha criado en México, en una zona donde los niños salen a jugar, alejada de pantallas y rodeada de naturaleza, y eso ha sido una base muy importante para ella. He sido muy afortunada, porque he podido dedicarme a estar a su lado y no me he perdido nada de la vida de mi hija. Por desgracia, en la sociedad actual, eso es un lujo. Ella no ha tenido ni idea de mi profesión hasta que volví a trabajar y le expliqué. Ahora sabe todo y controla el tema de los desfiles de París (risas). Pero le da una normalidad absoluta, como hacen todos los niños. Y yo intento que tenga una infancia lo más normal posible, parecida a la que yo tuve.
¿Qué ha sido lo mejor y lo más difícil de tu carrera?
Lo más complicado, la infancia. Una etapa que considero tan importante, nosotras la cedemos. Estamos a edades muy tempranas haciendo cosas inusuales. Yo me fui de casa con 15 años, que lo pienso ahora y me parece una locura máxima. Pero también hay mucho bueno en esa decisión. He vivido experiencias únicas que no habría atesorado sin esos sacrificios. Es muy enriquecedor ver que tu esfuerzo obtiene resultados.
¿Se valora más el éxito cuando el camino no es sencillo?
Totalmente, aunque yo recuerdo aquellos momentos con mucho cariño y ternura. Fueron duros, pero también bonitos. ¡Aunque no me gustaría volver a vivirlos! (risas). Estoy muy orgullosa de esa niña de 15 años y de todo lo que hice. Hoy sigue sin ser fácil, aunque antes no había redes sociales ni videollamadas. Te ibas de casa y te marchabas al 100%.
Ahora vuelves a centrar todos tus esfuerzos en un nuevo rumbo, la interpretación. ¿Por qué?
En el pasado me enviaron propuestas, pero no estaba lista. Si cojo un proyecto, me lo tomo muy en serio, y el momento no había sido hasta ahora. Llevo mucho estudiando y estoy preparada, así que toca disfrutarlo.
*MAQUILLAJE: RAQUEL ÁLVAREZ PARA CHANEL (ONE OFF ARTIST). PELUQUERÍA: VICKY MARCOS PARA SEBASTIAN PROFESSIONAL. AGRADECIMIENTOS: ALFA ROMEO SPIDER DE COCHES ÚNICOS BY NACHO DE VILLOTA.
