Vivir en un palazzo en Génova
Laura Garbarino, especialista en arte contemporáneo y de posguerra de Christie's, y su familia, cambiaron Milán por esta ciudad, para hacer del Palazzo Giustiniani su propia casa.
Acostumbrados a pasear alrededor del "vicoli" –centro histórico de Génova–, comer en sus restaurantes o tomar una copa en los lugares agradables que conocíamos", así relata Laura Garbarino la forma en que ella, especialista senior en arte de posguerra y contemporáneo de la casa de subastas Christie's, y su esposo Luca, encontraron su lugar. La casa de sus sueños, donde viven con sus tres hijos y su mascota Smilla, no es otro que el Palazzo Giustiniani, un edificio noble construido por Vincenzo Giustiniani a finales del siglo XVI. Catalogado como Palazzo dei Rolli, histórica lista de maravillosas mansiones genovesas, patrimonio de la Unesco desde 2006, "fue su situación en una de las plazas más luminosas que encontramos", indica Laura, lo que les hizo decidirse. Este dato, la nada menospreciable altura de ocho metros de los techos y, podemos presumir que, la profusión de frescos y molduras originales perfectamente conservadas y restauradas, se sumarían a su atractiva localización. "Nos enamoramos de la casa inmediatamente y comenzamos a soñar.
La distribución es concéntrica pero con la ayuda de nuestro amigo, el arquitecto Francesco Maestrelli, acotamos una zona privada y creamos una habitación separada, con vestidor y baño para nosotros", comenta. Un dormitorio considerado como una joya del barroco genovés obra de la Escuela de Poli. "Todas las estancias son grandes pero no hay demasiadas habitaciones así que no sientes que haya demasiado espacio. Además, ¡las ventanas de cinco metros de altura son como tener una terraza!", concluye.
Hicieron falta algunas pautas para su restauración pero "la casa era tan hermosa que no necesita decoración. Solo reunimos todas juntas las piezas que habíamos coleccionado en el pasado", dice. Estas estancias acogieron a nobles y embajadores ilustres y exhiben obras de arte que Laura ha ido coleccionando a lo largo de una década. "Compro arte porque me encanta y luego encuentra su lugar natural en la casa. La primera pieza fue el Yan Pei-Ming. Lo tenía a mis espaldas cuando trabajaba en la galería londinense Faggionato Fine Arts en 2001 y ahora cuelga en la misma posición en mi despacho. La única que compré para esta casa y la primera que se colgó fue el Spalletti, un enorme cuadro monocromo azul que siempre había deseado y cuya profundidad encaja con la del espacio, prosigue. El pigmento natural cambia durante el día y se convierte en un cuadro inacabado". Como su colección, ya en lista de espera: una escultura de Diego Perrone y una pintura de Wade Guyton. "Aunque ¡me gasté todo en la casa!", concluye. •
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