¿Por qué utilizas esos guiños graciosos en la decoración?
Porque la vida ya es demasiado seria y con la decoración puedes emocionar a la gente y ayudarla a vivir mejor.

¿La diversión está reñida con el diseño y con lo chic?
Para nada. De hecho, el diseño que se toma muy en serio a sí mismo no me atrae. Para mí el diseño tiene como fin hacer más fácil la vida a la gente.

¿Hay que estar un poco loco para decorar con humor?

Hay que tener una mentalidad abierta y saber lo que quieres y dar rienda suelta a tu locura.

¿La casa siempre es un reflejo de su dueño?
En general sí suele ser cierto. Aunque curiosamente mi casa es toda gris, no sé si porque en casa del herrero cuchillo de palo... Pero a mí me importa más que las cosas me hagan feliz a que sean perfectas.

¿Cuáles son las claves del smile style?

Siempre arriesgar, aunque teniendo en cuenta en qué. Yo me la jugaría antes en el color de una pared que en la tapicería de un sofá. No hay que quedarse nunca corto y decir “si hubiera hecho esto”. Hazlo, con cabeza para no gastar demasiado, pero no te quedes con las ganas, porque cuando aciertas en una cosa en la que dudas, la satisfacción personal es mucho mayor. Propongo saltarse las reglas: es más divertido.

¿Cómo se puede hacer esto sin caer en lo vulgar?

A mí no me da miedo dar esa impresión. Eso sí, aunque se abuse del color, tiene que haber blanco para que la vista descanse. Tiene que haber un pequeño contacto con la realidad, con lo minimal, que es lo que te salva de pasarte y lo que te hace querer vivir en esa casa. Al fin y al cabo, se trata de una casa, ¡no de un parque de atracciones!

¿En general la gente se arriesga poco?
Poquísimo y es una pena, porque pintar una pared de amarillo o de rosa... Si te equivocas son unos pocos m2 bastante asumibles económicamente. A ver si conseguimos poco a poco que la gente se anime más.

Tus espacios son surrealistas, oníricos... ¿Trasladas tu mundo interior a tus creaciones?
Yo me dejo ser yo; eso es muy importante. Hacer lo que quieres es una de las claves que hace que un ambiente funcione. A lo mejor no le gustas a todo el mundo, pero es una de las cosas que más ayuda.

O sea, que imaginación al poder...
Es que eso es lo que me hace seguir adelante. Las ganas de hacer cosas diferentes y cosas que te hagan feliz a ti. Hay fórmulas establecidas que todos conocemos, pero a mí no me valen. Lo interesante es salirse de las zonas de confort e investigar cosas nuevas, colores que parece que no están de moda... Intentar meterse en lo desconocido es lo que hace que esto sea apasionante.

Uno de tus básicos son las piezas vintage customizadas...

Sí, creo que aportan carácter. A una casa en la que todo es nuevo le falta alma. Me encantan los anticuarios del mercado de Las Pulgas de París y su forma de tratar el color, sin miedo.

Pero ni todo nuevo ni todo viejo, ¿no?
Exacto, hay que mezclarlo. La mezcla de cosas es lo que hace que las casas tengan su personalidad.

Además, aprovechar los muebles antiguos es un buen remedio anticrisis, ¿verdad?
Ahora más que nunca. Pero incluso en los momentos de bonanza siempre me ha llamado la atención cómo la gente tiraba con esa alegría. Si pintas un mueble de un color más llamativo, o retapizas la trasera de un armario te cambia totalmente y hasta le da clase y estilo al sitio en el que estás.

¿Tienes algún motivo recurrente?

Los animales y los juguetes, porque dan vida al espacio. Y los cuentos: yo los utilizo, no desde un punto de vista infantil, sino de que podemos incorporar ese mundo fantástico a nuestra realidad también como adultos, que creo que hace mucha falta. Trato de usar elementos supuestamente infantiles en una decoración que no es infantil.

Sobre todo, veo referencias a los juegos y juguetes de los 80...
Supongo que es por nostalgia. Una de las cosas que perdemos al hacernos mayores es la capacidad de jugar y cuando la gente lo ve, al final se acaba enganchando, y creas un estilo con el que tienes un grupo de seguidores que, aunque no sea masivo, es súper fiel.

¿Cuáles son tus diseñadores favoritos?
Me gusta mucho Pepe Leal, Héctor Ruiz Velázquez, Erico Navazo y Javier Castilla porque cada uno tiene su rollo. Y sobre todo, una que para mí es un referente es Dorothy Drapper, una americana de los años 50 que decoraba de una manera súper divertida, se saltaba todos los cánones a su manera y hacía cosas impresionantes con una especie de glamour de Hollywood, que no sabes si estás en un estudio de Mickey Mouse o en un teatro griego. Es una mezcla apoteósica.

¿Con qué tonos te gusta vestir los espacios?

Mis favoritos son el rosa, el amarillo y el turquesa.

¿Y los que menos te gustan?
El gris, que es como tibio.


¿Cuáles son tus aliados estrella?

Los vinilos. Te permiten hacer ambientes a medida, tienen un plazo de ejecución corto, y si fallas, es muy fácil corregir.

¿Con qué materiales te gusta trabajar?

Adoro las telas, el hierro, la madera natural y los espejos, porque dan profundidad. Es complicado porque tienen que conseguir reflejar sin que sea obvio, que estén disimulados detrás de un mueble te da una profundidad inesperada.

Jonathan Adler habla de la importancia de detalles y accesorios, a veces más importantes que los propios muebles.
Lo que es súper importante es la iluminación, que es con lo que consigues marcar una cosa y otra, pero sí es verdad que con los detalles adecuados consigues dar la vuelta a algo. Los últimos toques son los que te van a decidir si algo está o no está bien. A lo mejor mover un poco un adorno te cambia totalmente. Muchas veces vas a casa de gente y sin hacer nada nuevo mueves cuatro cosas y la gente alucina, porque es muy importante que cada cosa tenga su sitio.

¿Qué no veremos nunca en un espacio decorado por ti?
Es que he hecho tantas veces lo que pensaba que nunca iba a hacer... Precisamente si te cierras a algo, te estás cerrando puertas. Hoy por hoy no usaría los tonos topo, pero a lo mejor mañana lo hago, y si lo hago, no voy a renegar de lo que he hecho antes ni de lo que haré después.

En cuestiones de decoración te aburre...
Me aburren las cosas que se han visto muchas veces: los sofás italianos bajitos, cuadrados, blanquitos, no porque sean feos sino porque están tan copiados, se les ha explotado tanto que ya no me aportan nada. A lo mejor dentro de 20 años sí, pero hoy por hoy no.

Confiesa: te encantaría realizar el interiorismo de...

Un hospital de niños, porque sería muy fácil trasladarme a su mundo y es un proyecto que humanamente me motiva, porque es un lenguaje que controlo. Cuando los niños se paran a mirar el escaparate de mi tienda me encanta, porque eso quiere decir que hay algo que está funcionando, porque el niño tiene la inocencia de que si le gusta se para y si no, no.