"El lujo es quedarse en el mismo lugar del mundo durante una semana", lo dice en este número Federica Viero, CEO de la firma de moda Dsquared2, desde su casa escondida y descubierta por nosotros en alguna parte de la región alpina del Tirol. Podemos entenderlo. Pero no es la única definición de lujo que nos encontramos en las siguientes páginas; de otra manera, los internacionales diseñadores Neri&Hu del laureado estudio del mismo nombre -en el que se ocupan más de cien personas- lo describen como "el honor de trabajar a diario en un sitio donde se hablan 30 idiomas". También nos encanta por todo lo que significa. Y aquí mismo, María Luisa Galardi, impulsora de la firma vasca de mobiliario Ondarreta, considera un privilegio "poder elegir un taller local para producir tus diseños". Nada que objetar.¿De qué hablamos entonces cuando hablamos de lujo? Está visto que cada uno tenemos el nuestro y que, para complicarlo más, ni siquiera es el mismo durante todos los momentos de la vida.

ELLE Decoration tiene también su visión propia, un concepto que mira más allá del impecable diseño de interiores. El lujo que defendemos desde aquí se refiere a poder conocer las nuevas creaciones que se generan en el mundo (pero sin estrés), al aprendizaje continuo y disfrute total de la belleza (pero sin imperativos), al reconocimiento en paz de cuanto la historia ha traído y está por traer para el más alto bienestar en el hábitat. Hablamos de una situación de excelencia que, sin embargo, no tiene ninguna intención de quedarse instalada. Al contrario, siempre avanzando. ¿La compartes? Seguramente. Está en los bellísimos suelos de algunas ciudades europeas, también en las perfilerías acristaladas que supusieron un avance en los interiores del s. XIX y hoy nos seducen como jóvenes, en ese mueble wow que ha dado la vuelta a todo el salón... en los proyectos perfectos que hemos elegido. Sí, hay muchos lujos pero están en éste.