Otro clínex, por favor
“¡Venga ya! ¡Cómo vas a llorar con E.T.!”. ¿Cuántas veces le has dicho esto a una amiga mordiéndote la lengua para no decir que es una de las pelis con las que más clínex has gastado? Y es que, por unas cosas u otras, hay filmes que somos incapaces de reconocer que sacan nuestras emociones a flor de piel. Estos son algunos de ellos.
“E.T.”
El extraterrestre es feo y los niños son cursis a más no poder, pero según transcurre la historia, nos vamos encariñando con la extraña 'familia' que construyen. El muñeco mecánico revestido de poliéster da una sensación inaudita de cercanía, de ser de carne y hueso, y su expresividad enamora. Además, Spielberg consigue crear una atmósfera en la que parece que solo los niños entienden la importancia de lo que está pasando mientras que los adultos se preocupan únicamente por quitarse el problema de encima.
“El cartero y Pablo Neruda”
La historia en sí ya era emotiva: contaba cómo un cartero, encargado de llevar la correspondencia a Pablo Neruda mientras pasaba temporadas recluido en una isla, establecía con el poeta una hermosa amistad que le llevaría a conocer el poder de las palabras para poder seducir a su amor imposible. Pero lo que hacía llorar definitivamente era 'ver morir' al protagonista, Massimo Troisi, en cada escena: la película fue rodada cronológicamente, plano a plano, y falleció al día siguiente de acabar la grabación, víctima de una enfermedad cardíaca que arrastraba desde hace tiempo.
“Bajo el sol de la Toscana”
Película de finde a las cuatro de la tarde que no puedes dejar de ver ni una sola vez. Diane Lane, deprimida tras su divorcio, acepta el regalo de una amiga y se va a pasar unos días a la Toscana. Ya los paisajes que ve por allí son de saltarse las lágrimas a cualquiera, pero es que encima encuentra una casa medio en ruinas y la va arreglando para convertirla en su nuevo hogar. Se va dando cuenta de que lo que importa en la vida son las pequeñas cosas (lágrimas) y cuidar de las buenas relaciones con los amigos y los vecinos (más lágrimas), porque el amor acaba apareciendo solo (lágrimas totales).
“Wall-E”
El mugriento robot limpiador de basura, el único superviviente de la Tierra, ve alterada por completo su rutinaria vida cuando un día aparece EVE, la pulcra y futurista robotita procedente de la meganave espacial en la que se han refugiado los (obesos) humanos. Wall-E se queda totalmente pillado por ella, pero EVE se desconecta y el protagonista debe 'cuidarla' en una de las secuencias más lagrimeras de la historia de la animación, con la música de “La vie en rose” de fondo. Para recordar también su baile entre las estrellas moviéndose con un extintor y también la fuerte crítica al destrozo medioambiental y social que Pixar quiso hacer con este filme.
“Mi vida sin mí”
La historia podría ser un dramón, pero Isabel Coixet la va desgranando a cuentagotas, para que el dolor y la empatía con la familia protagonista se vaya metiendo muy dentro. La jovencísima Ann, con 23 años, lleva una vida sencilla con sus dos hijos, una vida que cambia radicalmente cuando le diagnostican un cáncer de útero terminal y le dicen que le quedan dos meses de vida. Ann se dedicará entonces a dejar todo preparado para que la vida siga cuando ella no esté. La historia es durísima y está contada de manera excepcional, pero ¿quién reconocería que llora con una peli de la Coixet?
“Grease”
¡Qué bien nos lo pasamos, cuánto nos reímos y cómo nos sabemos ya todas las canciones de memoria! Hasta ahí, todos de acuerdo. Pero... ¿a que no es tan fácil reconocer que también nos pegamos una jartá de llorar? Por ejemplo, cuando Sandy canta “Hopelessly devoted to you” con su dulce languidez y sobre todo cuando Rizzo, con “There are worst things I could do”, reivindica el hacer lo que a uno le dé la gana sin que los demás se metan en su vida.
“Up”
Los primeros minutos de este filme de Pixar de 2009 son, probablemente, el arranque más emotivo de una película de animación. Cuenta la historia de amor entre Carl, el protagonista, y su mujer Ellie, desde que se conocieron de niños hasta que él se queda viudo. Son décadas de relación narradas sin diálogos, con brutales elipsis (como la que transcurre entre que preparan la habitación del bebé y el médico les dice que no podrán ser padre o la que se ve el paso del tiempo solo con las corbatas que ella ayuda a atar), que sacan las lágrimas al más duro.
“Armageddon”
No, qué va, esta ni la has visto. En realidad, la película te pone los pelos de punta simplemente con el planteamiento de que un asteroide puede destrozar el planeta, solo un grupo de elegidos es capaz de pararlo y encima todas las cosas les salen mal. Es la película perfecta para escapar de la realidad y, además, para hacerlo con un buen plantel de estrellas y dejarse llevar por la historia de amor entre Grace y A.J. (Liv Tyler y Ben Affleck).
“Big Fish”
Esta película de Tim Burton no tuvo el revuelo mediático de otras, pero encierra una de las historias más bellas de su filmografía. Will Bloom (Ewan McGregor) es el encargado de contar la historia de su padre Ed (Albert Finney), cuyo pasado está lleno de sucesos increíbles. Bloom, agobiado por pensar que su padre se va a morir sin que él sepa quién es, investiga todos esos relatos y descubre que tras las leyendas hay mucho de real (solo que con un poquito de exageración). Deliciosa, poética y de clínex perpetuo.
“Sonrisas y lágrimas”
Inspirada en una historia real, nos cuesta reconocer que uno de los 'summum' de la cursilada fílmica nos provoca más lágrimas que sonrisas. La exabadesa María consigue hacerse con el corazón del duro capitán Von Trapp y desplazar a la sofisticada baronesa, y ya eso es motivo para emocionarnos haciéndonos pensar que no hay obstáculo lo suficientemente alto (algo que Julie Andrews nos recuerda en 'Climb Every Mountain', otro de los momentos 'pelos de punta' del filme).
“Bambi”
La terrible escena de la muerte de la madre ha conmovido a hombres y mujeres, generación tras generación. ¿Cómo es posible que el cazador no se compadezca? La secuencias es terrible, pues vemos al ciervito con ella, que se da cuenta del peligro y le dice que eche a correr lo más rápido que pueda, y les vemos correr juntos hasta que se oye un disparo, dejamos de ver a la madre y cuando Bambi para, la llama desesperado. Sale a buscarla hasta que se encuentra a un ciervo macho que le dice: “Ya no verás a tu madre. Los hombres se la han llevado”. Puro animalismo
“Brokeback Mountain”
Cualquier historia de amor es susceptible de hacerte sacar las lagrimitas, pero si encima tiene algo de imposible, más. Esta peli cuenta el (imposible) romance entre dos vaqueros, ambos casados y presos de una pasión que solo desatan una vez al año. Es un amor que pone los pelos de punta y que se convierte en secreto, un secreto que no solo se circunscribe a los protagonistas (interpretados por Heath Ledger y Jake Gyllenhaal), sino que acaba invadiendo al espectador.
“Mary Poppins”
¿Cuántas veces has echado pestes de esta peli sin reconocer que siempre que la ponen en la tele, no puedes dejar de verla? Cuando ves a Mary Poppins-Julie Andrews llegar volando sobre los tejados de Londres, se te pone la piel de gallina, consciente de que ¡empieza la diversión! Mary le cambia la vida a los hermanos Jane y Michael y, durante las casi dos horas y media que dura la película, les hechiza con canciones emotivas, como la de la mujer que le da de comer a las palomas. Snif!
“Magnolias de acero”
Esta es la típica comedia coral de un grupo de amigas de diversas edades que viven apaciblemente en una localidad del sur de Estados Unidos. Fue el primer papel importante de Julia Roberts, justo antes de “Pretty Woman”, y en él interpreta a una joven delicada de salud que acaba de casarse. La peli (ojo spoiler) acaba mal, pero todos los sentimientos que van aflorando entre las amigas nos hacen saltar las lágrimas en más de un momento.
“Cadena perpetua”
¿Sí? ¿Lloras con un drama carcelario? Pues sí, la verdad, porque si te pones a pensarlo, esta peli no cuenta solo la historia de una fuga. En realidad es un canto a la amistad (entre Morgan Freeman y Tim Robbins) y a la esperanza, pero sobre todo a la idea de que la libertad del ser humano es algo que no se pierde nunca por muy preso que estés. El final es de lo mejorcito que se ha visto en las últimas décadas, ese final de romper a llorar a gusto.
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