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No quiero hablarte de un vino, quiero hablarte de un sueño. Muchas veces, esto de tener una bodega es de ciencia ficción si no es que tu familia lleva cinco generaciones para que sea rentable o eres multimillonario y, en vez de comprar un título nobiliario, quieres ir de guais haciéndote el experto en vino. O eso, o agudizas el ingenio. Nada es gratis en la vida y quien algo quiere, algo le cuesta. Pero es verdad que la vida no va solo de cumplir años. Va de ir cumpliendo sueños (y superar los obstáculos). Y en su cuarentena, David Seijas lo ha conseguido.
No todo es como un cuento: a veces, para que tus sueños se hagan realidad, tienes antes que superar tus peores pesadillas. Por sus problemas de adicción, que valientemente ha superado, David Seijas nunca ha podido tomar una botella de su vino. Este sería un posible titular. Y una gran historia que te ayudará a entender mucho más del por qué de este vino (que es más importante que como dice que está hecho en google).
David Seijas ha renunciado a consumir alcohol pero no ha querido (ni podido) renunciar a su profesión. Leerás estas y más declaraciones a partir del próximo 4 de junio, día de la publicación de su libro "Confesiones de un sommelier", al más puro estilo "Confesiones de un chef" del fallecido Antonhy Bourdain publicado en la editorial Planeta Gastro. Y hasta aquí puedo leer.
Ahora te toca a ti escribir la historia a través de este clima lluvioso y nublado que da estos grandes vinos. Elaborado, ojo al dato, no en una bodega al uso, sino en una no-bodega. ¿Y cómo se come eso? Seijas hace la selección, los cupajes y sigue el trabajo de la viña (que es donde se comienza a diseñar un buen vino) en los sitios que le inspiran: Penedès, Empordà, Navarra y Bierzo. En este caso, y para honrar a su fallecido padre, en Galicia y bajo la denominación de origen (que antaño era un poco la cenicienta) en la zona de Ribeiro. Y que en los últimos años se ha convertido en la reina del baile. Y más cuando proviene de cepas de más de 30 años.
Caja de 3 Botellas de 75 cl.
Con un zapato de lujo, que es la variedad principal treixadura del Valle del Miño, y de un color transparente pero de paso muy firme. Este vino tiene textura en boca y lo hace tremendamente gastronómico y versátil. No en vano, David estuvo durante una decena de años trabajando en El Bulli. Pero si tenemos que quedarnos con un plato es con el pulpo de Ourense. Lo semejante ama a lo semejante, decían los presocráticos.
El cupaje lo redondean las variedades autóctonas godello, albariño y loureiro previamente envejecidas durante medio año con sus lías. Recuerdos a limón, melocotón de viña, manzana granny Smith, jazmín y camamilla. Gallina de Piel Wines: vinos que cuentan una historia auténtica más allá del storytelling.
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