Que tire la primera piedra quien no haya salido de casa alguna vez sin desayunar o haya preferido pasar la hora del almuerzo terminando alguna tarea pendiente. ¿Y sabes qué? No pasa nada, porque llevamos un ritmo de vida tan alto que, a veces, es normal no tener hambre. Pero saltarnos el desayuno o la cena por costumbre ("renunciar a unas cuantas calorías no puede ser tan malo...") puede tener graves consecuencias. "La anorexia o el sobrepeso son algunas de las consecuencias de adquirir el hábito de saltarse las comidas", explica la psiquiatra Kimberli McCallum. A continuación te contamos con todo detalle cómo tu cuerpo se rebela cuando no le proporcionas el alimento necesario y por qué la comida sana debe ser la única alternativa.

1. Tu cerebro se hará PAPILLA.

Digamos que anoche alguien encargó una pizza de pepperoni y piña... y tú no pudiste resistir la tentación y acabaste tomándote una o dos porciones más de lo habitual. Así que pensaste: "¡Tengo una idea: para compensarlo me saltaré el almuerzo de mañana!" El problema es que, aunque solo sea una comida la que te saltes, tu cuerpo reaccionará haciendo que los niveles de azúcar en sangre desciendan en picado al tiempo que se verá afectada tu capacidad para pensar con claridad. "El cerebro funciona principalmente con glucosa", explica la nutricionista Kristin Kirkpatrick. "Cuando no hay suficiente azúcar en el torrente sanguíneo, se pierde capacidad de concentración". En otras palabras, en clase de inglés el hambre no será tu único problema. Tu cerebro no funcionará correctamente y, si además estás siguiendo una dieta muy estricta, la cosa puede empeorar.

2. Estarás todo el día de mal humor.

¿Te pones de mal humor cuando tienes hambre? Al igual que tu concentración, tu estado de ánimo también se desploma cuando lo hacen los niveles de glucosa en sangre, así que empezarás a dar malas contestaciones sin que te des cuenta de que te estás comportando como una maleducada (por la dificultad para pensar con claridad). Pero la cosa empeorará si sigues empeñada en saltarte las comidas. El motivo es que el ayuno hace que tu cuerpo active el modo "supervivencia", una respuesta en forma de estrés que heredamos de nuestros antepasados. El hombre primitivo, ante la posibilidad de sufrir un ataque de un depredador, entraba en tensión y se preparaba para huir o luchar, lo que le permitía superar la situación cada día. "Comienzas a ponerte nerviosa, sufres un ataque de ansiedad y la capacidad para hacerte una idea general de las cosas desaparece", comenta la Dra. McCallum. Este incremento de las hormonas del estrés se traduce en episodios GRAVES de depresión ante situaciones a las que antes no dabas importancia.

3. Cuando comas, lo harás compulsivamente.

Curioso ¿no? Cuando le niegas el alimento al cuerpo, éste reacciona solicitándolo con más intensidad y haciendo que tu apetito se desboque. La próxima no comerás... devorarás todo lo que encuentres en tu camino. Cuida tu cuerpo y las señales de hambre se mantendrán en niveles normales. Es tan sencillo como eso (y las últimas investigaciones así lo corroboran) "Los estudios demuestran que ingerir proteínas a primera hora del día evita que piques entre horas y también hace que comas menos cantidad en el almuerzo", comenta Kirkpatrick.

4. Ganarás peso.

El hecho de comer en exceso tiene mucho que ver con esto, pero la verdadera razón es pasar de saltarse una comida de vez en cuando a hacerlo de forma habitual. En ese momento, tu metabolismo se desequilibra... y todo lo que comes lo empiezas a almacenar en forma de grasas. "Nuestros cuerpos están programados para sobrevivir como sea", explica Kirkpatrick. "Es otra de las herencias de nuestro pasado: si un ancestro nuestro entraba en un bosque y se quedaba sin comida, su cuerpo disminuía el metabolismo y así necesitaba muchas menos calorías para mantenerse con vida hasta que encontrara algo que comer".

5. Perderás vitalidad.

Puede que pienses que nadie se dará cuenta de los malos hábitos que llevas, pero si sigues una dieta nociva para la salud, tu cuerpo no va a dudar en decirle a todo el mundo lo que pasa. "Cada vez que reduces significativamente la ingesta de calorías, también disminuyes los nutrientes esenciales que necesitas para mantener un pelo bonito o una piel radiante, por ejemplo", explica Kirkpatrick. Y tomar vitaminas en pastillas tampoco te servirá, ya que seguirás con una importante carencia de proteínas, uno de los componentes indispensables para la vida (además, muchas vitaminas son liposolubles, lo que significa que tu cuerpo no las asimilará si no incorporas a tu dieta la cantidad de suficiente de grasas).

6. Padecerás de estreñimiento.

No nos andemos por las ramas: seguir una dieta muy estricta durante mucho tiempo puede tener como consecuencia un estreñimiento crónico. "El intestino también deja de funcionar", advierte la Dra. McCallum. Esto sucede porque comer de forma regular es lo que hace que los residuos sigan su recorrido normal a lo largo del sistema digestivo. No deberías jugar con eso...

Vía: Seventeen