En primavera, dos días antes de dar a luz a Bruno, su segundo hijo, Meritxell Juvé seguía al pie del cañón, mejor dicho, al frente, y sin bajar la guardia. Así es la mujer que lleva las riendas de Juvé & Camps, el principal elaborador de espumosos de alta gama de España. Nos recibe en su bodega centenaria, cinco meses después de ser madre, con una gran sonrisa y una disculpa innecesaria: «Me he incorporado hace nada y no he recuperado aún toda mi figura, pero no quería cancelar esta sesión de fotos».

meritxell juve camps
Félix Lorenzo

A sus 39 años recién cumplidos, capitanea el holding familiar desde hace casi una década, y es la mujer más joven en la dirección de una gran firma del sector en España. En este tiempo, ha ido dando forma poco a poco, con mucho sentido, a su proyecto empresarial. Más de dos millones y medio de botellas al año –el 74 por ciento de la categoría de cava ecológico de guarda gran reserva– no pueden estar equivocadas.

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Félix Lorenzo

Hija, nieta y bisnieta de viticultores, Meritxell representa a una nueva hornada que, sin romper con la tradición, está aportando aire fresco. «Mi reto es buscar ese equilibrio entre lo secular y lo innovador, porque no podemos descuidar a las nuevas generaciones», sostiene. Lo hace, sobre todo, con el foco puesto en el paso firme y determinante de la mujer en un ámbito, el vinícola, que era eminentemente masculino. «Llevo más de una década en la compañía y he visto dos grandes cambios: el climático y el del papel femenino en el mundo del vino», explica. Con el segundo siente una satisfacción especial: «La mitad de los currículos que recibimos hoy en día para roles técnicos procede de mujeres. Eso, hace muy pocos años, era impensable».

La revolución resulta imparable, aunque ella sigue echando en falta más presencia en puestos directivos. En otras palabras, Meritxell continúa siendo una rara avis en un entorno aún demasiado dominado por hombres. Y, sin embargo, «el vino en general y el espumoso en concreto es un producto de mucha sensibilidad y de respeto por el terroir, muy artesano. Creo que nosotras tenemos una visión mucho más acentuada en este sentido», explica. «Algunos de los mejores sumilleres de este país ya son mujeres y cada vez habrá más», vaticina.

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Félix Lorenzo

«De hecho, hace no mucho, cuando iba a cenar con mi marido y yo pedía el vino, se lo daban a él para catarlo. Eso se ha acabado. Ya vaya con mi padre, con un amigo o con mi pareja, si yo lo pido, yo lo cato. Es un detalle esencial porque indica que, de verdad, algo está evolucionando por fin en esta sociedad».

Como madre de dos hijos –Bruno tiene una hermana, Siena, de tres años–, su compromiso con una política corporativa de integración de la vida familiar y laboral es total. «Tengo el privilegio, desde mi posición, de transformar las cosas. Por eso creo que ha de haber cada vez más mujeres en los espacios de responsabilidad, para que esos cambios se produzcan de manera eficiente», defiende. «La sociedad se verá enormemente beneficiada. Si mi directora de Recursos Humanos es mujer y madre, nuestra conversación fluirá más, porque ambas habremos vivido lo mismo», ilustra.

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Félix Lorenzo

Fuera de los muros de su bodega en el corazón del Penedés, la gastronomía tiene para Meritxell un protagonismo especial. «Soy mala cocinera, pero muy disfrutona a la hora de sentarme delante de un plato», confiesa. No le van las comidas sofisticadas, al revés, le vuelve loca un plato de jamón ibérico y una copa de cava. «Soy consciente de que la alta experiencia gastronómica requiere de un nivel olfativo y visual elevado y de un emplatado a la altura, pero a mí me pones unos tomates de huerta recién recolectados y se me caen las lágrimas; soy muy fan de los productos básicos, naturales», reconoce. Un amor por lo sencillo que puede intuirse en Juvé & Camps –«representa muy bien ese lujo silencioso del que ahora tanto se habla. No es una marca ostentosa, pero sí deseable»– y en la moda que le gusta –«no me siento cómoda con el exceso de logos, estoy feliz con un vestido o unos pantalones de pinzas»–. En lo laboral, la sobriedad domina su estilismo: «Me rijo demasiado por unos cánones masculinos con los que en realidad no me identifico, aunque ahora que acabo de ser madre por segunda vez, y voy camino de los 40, me ha dado por el color». Es uno de los signos de su cambio vital: «Estoy en la mejor etapa mi vida», confiesa. Brindemos por ello.