Ha vuelto Angelita. No es que se fuera, si acaso lo llegaste a pensar, pero cerró sus puertas durante algo más de un mes para regresar renovado en forma y fondo. ¡Y qué alegría! Hace exactamente 8 años que abrió, en su local de la calle Reina de Madrid, un final de marzo de 2016. Todos lamentamos la marcha de Mario y David Villalón del estupendo El Padre, en Serrano, pero estaba claro que estos hermanos iban a seguir dando titulares y así lo hacen hasta la fecha.
¿Cómo definir Angelita? Es difícil. ¿Bar de vinos, comedor, gastro coctelería? Lo es todo a la vez, ahora más que nunca. Podrás volver a visitarles desde la tarde a la noche, disfrutar de una copa espontánea o de un menú ‘fine dining’ en compañía y rodeada de sus más de ¡tres mil! referencias, pues el fichaje del chef Alfonso Sancho promete y el nuevo interiorismo te sumergirá de lleno en el delicioso mundo del vino.
Si lo prefieres, anímate a uno de sus novedosos cócteles “vivos” en la planta de abajo, inspirados y basados en la huerta familiar de Zamora. Llama a tus amigas: estrenan una sala Hibiki, un reservado para las reuniones más divertidas, y el día 15 acogen la cocina y los tragos de los asturianos Monte y Patio de Butacas. ¡No os quedéis sin plaza!
Hablando de iconos -porque los Villalón ya lo son en la capital-, en estos días me hace ilusión recibir la noticia de que Marbella Club cumple su 70º aniversario. El hotel costero más aristocrático de España es la creación predilecta de Alfonso de Hohenlohe, pionera en todo lo que el antaño pueblito de pescadores hoy significa. Sigue fiel a sus principios de ofrecer hospitalidad, confort, sereno lujo andaluz, bienestar y gastronomía, aunque arrancara como un sencillo motel y en 2024 sea uno de los establecimientos de lujo con más solera de Europa.
Una completa agenda de fiestas llena su calendario, entre las que destaca la inauguración de su proyecto de expansión. Finca Ana María es el antiguo hogar de los Von Bismarck y se adjunta ahora al hotel para multiplicar sus maravillosos jardines, huertos y ofrecer, incluso, ideales experiencias de ‘glamping’. Duermas o no, sabrás que cenar en su restaurante El Grill, es de lo más sofisticado y romántico de la zona. Las mejores carnes de la Costa del Sol se sirven aquí a la luz de las velas y procuro disfrutarlo, al menos, una vez al año. Si decides acercarte pregunta por Triana, su encantador ‘head concierge’, para las mejores recomendaciones allí y en los alrededores.
Seguramente te guíe en alguna ocasión al contiguo Puente Romano Beach Resort, el hermano ‘bon vivant’, que es otro que no deja de festejar cada temporada. Esta no va a ser menos. Si en 2023 inauguraba el ‘dinner show’ peruano internacional Coya o el archiconocido italiano Cipriani, ambos un animadísimo planazo a anotar en tu lista de pendientes, este será el turno del grecomediterráneo Gaia y su ‘speakeasy’ NYX, recién aterrizado de Dubái. Este hotel es, sin duda, un destino en sí mismo, como para no salir de él en todo un fin de semana en el que lucir tus mejores ‘looks’ y entregarte tanto al día como a la noche más hedonista.
Sí, aún estás a tiempo de escaparte para apurar esta Semana Santa pasada por agua. En las islas de la eterna primavera luce el sol y otro resort para olvidarte del reloj es el tinerfeño The Ritz-Carlton Abama. Admito que no me encanta el concepto resort pero en este el descanso, la buena cocina y una de las mejores playas de la isla, una calita casi privada escoltada por acantilados, van de la mano. La culinaria japonesa del gran Akira Back es su gran novedad. El chef, al frente de un imperio de una treintena de restaurantes por todo el mundo, abre el primero en nuestro país en la sede de lo que era el estrella Michelin Kabuki. Su dinámico menú degustación viaja por sus raíces coreanas e influencias del mundo con acento canario. Así, a su famosa pizza de atún AB se unen notas locales como el cherne a la robata con albahaca y 'lemongrass'. Chequea por si encuentras algún vuelo de última hora.
Yo lo hice, te dije que iba a quedarme en Madrid pero lo he cumplido a medias porque la curiosidad y las ganas de viajar terminan pudiendo conmigo. No me gustan los erizos pero estamos en temporada y el fin de semana pasado descubrí maravillado el Festival Internacional del Erizo de Mar en Ericeira, Portugal. No había estado en esta parte de la Costa de Plata lusitana y esta villa a la que da nombre el propio erizo parece sacada de una isla griega o, más bien, de un mosaico de azulejos portugueses. Sus fachadas blanquiazules solo se rompen con los neoprenos que tienden los surfistas, pues es meca de este deporte, y su exquisito aire tradicional, sus coquetas capillas, iglesias y casitas con vistas portentosas al Atlántico, se mezclan con un ‘vibe’ moderno y cosmopolita como en pocos lugares.
Apunta tomar el aperitivo entre los puestos de su mercado de abastos, comer la pesca del día con un ‘twist’ actual en la taberna de aire setentero y contemporáneo Costa Fria, beber un blanco regional frente a la puesta de sol en el bistró Mar das Latas y alojarte en Immerso o en Aethos, dos flamantes cinco estrellas de diseño que bien podrían protagonizar las páginas de Elle Decor. El paseo en bicicleta hasta la Playa de São Lourenço, entre viñedos, se te quedará grabado en la retina.
