Un auténtico palacio del año 1200
En este exquisito palazzo de Brescia, Antonio Scolari y Christian Pizzinini han creado un universo de belleza italiana en el que la arquitectura, el arte y el diseño establecen un diálogo elegante y cautivador.
Adictos al arte, la belleza y la creación, los propietarios de este palazzo italiano, Antonio Scolari y Christian Pizzinini, son auténticos expertos en la magia de recuperar paraísos perdidos. Periodistas y socios en su agencia de comunicación especializada en turismo y lifestyle de lujo, Pizzinini Scolari ComunicAzione, ambos adoran las cosas bellas. La arquitectura, el diseño, el buen gusto y el don de dar nueva vida a antiguos espacios... forman parte de su día a día. Sus propiedades en des Abbesses (París), en Alta Badia (los Dolomitas), en Galatina (Apulia) y este palazzo en Brescia comparten la peculiaridad de estar ubicadas en zonas que se han convertido en Patrimonio de la UNESCO o están en vías de serlo.
El palazzo data del año 1200, aunque fue ampliado en el 1500 y restaurado por completo en 1723. "Nosotros lo encontramos en 2009 y después de dos años completamos el interiorismo. Este lugar solía ser el taller de un famoso artista italiano. Nos conquistó que fuera todo original de 1723 (puertas, ventanas, suelos, frescos, por lo que era algo raro y único) y la vista sobre el templo romano de Vespasiano del siglo I antes de Cristo: era algo impresionante, parecía estar en medio de un teatro de ópera". Un tesoro semejante merecía ser preservado y resaltado, así que Antonio y Christian apenas remodelaron nada: "solo la cama suspendida a media altura y el cuarto de baño; el resto permaneció tal como estaba originalmente." Decorar un espacio que es una obra de arte en sí mismo supone un importante desafío.
"Tratamos de respetar todo lo que encontramos dentro, como los frescos. No se nos permitió hacer mucho porque el edificio está protegido por la superintendencia de Bellas Artes. Añadimos algunas piezas de diseño histórico italiano (lámparas de Stilnovo; sillas Medea de Vittorio Nobili; tótems de Ettore Sottsass; piezas de Gio Ponti, de Barovier & Toso; la lámpara Fil de Fer, de Catellani & Smith...) y algunas obras de artistas contemporáneos como Eduard Habicher, Emilio Scanavino, Roberto Visani, Paul Thorel, Bagnoli y Peter Halley. Nuestro vecino es Massimo Minini, uno de los más importantes marchantes italianos de arte contemporáneo, y nos ayudó a comprar buenas piezas para nuestra casa".
El siguiente reto fue lograr un equilibrio sofisticado, una convivencia elegante entre el diseño y el arte contemporáneo. Un apasionante cometido que podría parecer complicado para alguien con menos experiencia que Antonio y Christian. "El secreto está en crear la perfecta armonía y el diálogo entre objetos, espacios y colores. Las buenas piezas necesitan una exposición óptima, así que es importante dejar hablar y vivir a cada una". Todas las obras y diseños son muy apreciados por ellos pero no dudan al responder al unísono por su pieza favorita: "Los tótems de Ettore Sottsass nos apasionan desde siempre".
La unanimidad se mantiene al elegir el mejor rincón del palazzo: "El comedor con vistas al templo romano. Por la noche el templo se ilumina y, así, parece que vivimos en medio de "La Grande Bellezza Italiana." •
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