Golden Days: El dorado vuelve a la decoración y a la arquitectura

El empleo de los decorados dorados se remonta a épocas de sumerios y griegos. Un ejemplo notable en Japón, aplicado a la arquitectura, es el Pabellón Dorado de Kioto. En esta estancia de una casa madrileña, decorada por la interiorista Isabel López-Quesada, destaca un biombo japonés de seda y pan de oro, de la época Meiji, alrededor de 1900, procedente de Anmoder. El estilo mid-century clásico se completa con el papel adamascado de su estudio y el filo dorado de las sillas y de la mesa.

Las tumbas de los faraones egipcios dan buena muestra de su pasión por los objetos y acabados en oro, material al que daban un sentido más profundo que el religioso. Aquí, el enfant terrible del diseño british David Carter ha elegido un papel pintado a mano, de la serie Chinoiserie, de De Gournay, para llevar el lujo al vestidor. Está oculto tras una pared y una puerta deslizante forrados en espejo, en el baño de un piso londinense, equipado con mosaicos en oro, negro y blanco.

El acabado martelé, apenas usado en la Edad Media, lo emplearon profusamente los metalistas en el Modernismo. Es la textura de estas mesas Wave, de Boca do Lobo, que ha escogido la decoradora Ekaterina Lashmanova, para este salón en una vivienda con vistas a la ciudad de Moscú. El suelo geométrico tricolor las pone en valor y el sof Vamp, de Koket, parece abrazarlas.

En la Edad Media, la ciudad belga de Dinant se hizo famosa por el empleo del latón en objetos decorativos. El estudio Marcante-Testa ha mezclado esta aleación de cobre y zinc con madera de eucalipto en los frentes de los muebles. Un guiño contemporáneo para esta cocina situada en un edificio histórico del s. XIX, del sestiere de San Marco de Venecia. Las molduras rojas que dividen espacios y el papel pintado son las mejores aliadas.