Deco wild
El mix de prints animales, diseños geométricos y tonos atrevidos, convierte esta casa de campo del norte de España en un impactante safari de tendencias. ¿La guía? La interiorista Marta de la Rica, que ha aderezado la arquitectura tradicional de la zona con una decoración étnica. ¿Te vienes de viaje?
Cuando uno entra en esta casa podría pensar por un momento que se ha trasladado a un refugio de África. Pero no hay que irse tan lejos. En realidad, se encuentra en un pequeño pueblo del norte de nuestro país, en pleno campo y cerca del mar. La responsable de este evocador viaje decorativo es la interiorista Marta de la Rica, que ha plasmado su espíritu cosmopolita (vive entre Madrid y Nueva York) en esta residencia de vacaciones. Distribuida en dos plantas de 150 m2, se proyectó a partir de una pequeña construcción destinada a guardar los aperos. En el exterior se respetó la arquitectura tradicional de la zona –piedra, cal y madera–. En el interior, se le dio protagonismo mediante la conservación de ciertos elementos originales, como las vigas vistas, que evidencian toda la altura de la casa, tanto en el salón como en las habitaciones. Según explica la decoradora, "la intención era conseguir una caja con elementos tradicionales y toques contemporáneos. Por eso decidimos arriesgar con los espacios y el colorido".
El llamativo color marsala de la madera elegida para la puertas y los suelos -"es completamente natural, no es un tinte", aclara Marta-, fue el punto de partida de la decoración. "Con él como base, pensamos en el resto de tonalidades de las habitaciones y el salón", cuenta. De hecho, es uno de los protagonistas de este espacio, gracias a una imponente librería de obra que ocupa las dos alturas de la casa. El otro rol estelar lo desempeña el clásico (pero siempre efectivo) binomio de blanco y negro: una pareja muy bien avenida que se materializa, por un lado, en vibrantes estampados de rayas, y por otro, en armónicos tonos lisos. Todo ello sirve de marco a un acogedor mobiliario, en el que se mezcla lo vintage con lo contemporáneo. ¿El resultado? Un ambiente muy dinámico realzado por el inmenso torrente de luz, que penetra a placer por los amplios ventanales y que la interiorista se encargó de complementar con un original planteamiento de la iluminación: tres lámparas de techo en formato XL, sujetas con cuerdas a la pared como si fuesen poleas.
Mención aparte merecen los dos dormitorios de la casa, donde el color sube de voltaje. En uno de ellos, el burdeos es el protagonista del mobiliario del baño, que se oculta tras un medio tabique revestido con un precioso papel de flores, que hace las veces de cabecero. Le acompañan potentes rosas y naranjas, que se instalan en cortinas, piezas retro muy femeninas y el suelo del aseo, con figuras geométricas que crean un impactante efecto óptico. El otro cuarto está vestido con refrescantes tonos verdes y morados. El aseo integrado, aquí se independiza con un pequeño murete con un espejo, tras el que se oculta el lavabo. En ambos casos, los baños cobran una importancia excepcional, y Marta nos explica la razón: "Queríamos dar protagonismo a la arquitectura. Por este motivo, en lugar de estar pensados como espacios separados, forman parte de las habitaciones y marcamos la transición de una zona a otra con un cambio de pavimento, un cabecero, un espejo...". ¡Todo un acierto!
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