Ser una mujer en 2019 es un reto mayúsculo. Hasta tener pelos en las axilas parece una ofensa nacional. Por eso de vez en cuando hay que hacer como las protagonistas de 'The Bold Type' en su primer episodio: gritar todo lo fuerte que se pueda para liberar las frustraciones.

Ellas le gritan a un metro en marcha (porque hacerlo en plena calle quizás sería demasiado escandaloso) como si le gritasen al sexismo diario, a la dificultad de alcanzar los sueños en la gran ciudad, a no tener un duro en la cartera, a dormir en un salón minúsculo que en Idealista es "una estancia acogedora", a comer pasta cuatro veces a la semana, a no ser tomada en serio por sus superiores, a ser peones en un mundo en el que no toman las decisiones importantes. Gritan, y nadie escucha, pero sus pequeñas batallas diarias son las que mantienen el progreso social en movimiento.

Alojada en el catálogo de Amazon Prime Video en España, esta serie es la perfecta combinación de discurso feminista y entretenimiento ligero que estábamos esperando. Es una versión rejuvenecida y concienciada de 'Sexo en Nueva York' y prima-hermana de 'Younger', con tintes de otras 'rom-com' como 'El diablo viste de Prada' o 'Cómo perder a un chico en 10 días'. Sí, como estas películas, transcurre en la redacción de una revista de moda, en la que aprovechan para reflexionar sobre el estado del periodismo moderno con la entrada de internet y las redes sociales.

Es, además, un homenaje a una revista de esta casa, Cosmopolitan, con un personaje directamente inspirado en su legendaria redactora jefe en Estados Unidos, Joanna Coles. Tras una primera temporada que apuntaba maneras, Amanda Lasher (que fue productora ejecutiva de series como 'Gossip Girl' y 'Sweet/Vicious') tomó el control como showrunner y la serie se volvió mucho más mordaz a la hora de radiografiar las dificultades del trabajo, la vida y el amor de tres mujeres neoyorquinas.

¿Qué hace a esta serie una de las más pertinentes del momento? Repasamos las grandes aportaciones que el show ha hecho al panorama actual, a todos los debates que genera el discurso feminista y las dificultades del periodismo.

MEGHANN FAHY, AISHA DEE, KATIE STEVENS
Philippe Bosse

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FEMINISMO PARA EL SIGLO XXI

El feminismo no es un dogma estático, sino un movimiento social que crece y se reinventa cada día al ritmo de la evolución (e involución) del mundo. Las mujeres de la Segunda Ola en los años 70 tuvieron que enfrentarse a una serie de retos (desde leyes que obligaban a las esposas a depender económicamente de sus maridos y estaban desprotegidas de la violencia doméstica hasta un ideal de la feminidad que empezaba a ponerse en cuestión) que hoy en día se han convertido en combatir una ola de misoginia avivada por el 'haterismo' de las redes sociales, un retroceso de derechos promovido por los partidos de ultraderecha y la matización de las áreas grises que parecen existir en nuestras leyes, y de las que tomamos conciencia cuando aparecen casos tan mediáticos como el de La Manada.

A esos nuevos retos se enfrentan Jane (Katie Stevens), una aspirante a periodista que quiere dejar de hablar de zapatos e investigar temas políticos para ser precursora del movimiento #MeToo; Kat (Aisha Dee), una experta en 'social media' que intenta deshacerse de los privilegios otorgados por su familia y encontrar una voz propia como mujer birracial en un país liderado por un racista, y Sutton (Meghann Fahy), una joven de madre alcohólica y recursos limitados que busca hacerse un hueco en el diseño de moda, intentando separar sus logros personales de su relación con Richard (Sam Page), miembro de la junta directiva del grupo editorial que posee la revista, del que la separan diez años y el contexto económico. Las tres formarán una piña en la revista 'Scarlet', donde su jefa, Jacqueline (Melora Hardin), lucha por que deje de ser un panfleto de moda y complementos para ser la voz de una nueva generación feminista.

Esta historia no está exenta de contradicciones, y 'The Bold Type' sabe afrontarlas con un tono entre la seriedad y el idealismo más ingenuo. No es necesariamente un defecto: es una fantasía feminista que satisface a un tipo de público hambriento de historias de sexo y periodismo en la Gran Manzana, que hemos visto infinidad de veces, pero le aporta la conciencia política de nuestra actualidad, relacionando sus tramas personales con el momento político de la presidencia de Donald J. Trump, el auge de un racismo que ya no se esconde y sobre todo la necesidad de un feminismo que se cuestione a sí mismo.

Uno que debe ser transversal, que incluya el conflicto de raza (que no despista de ningún objetivo, sino que los amplía para el beneficio de todas) que representa Kat, y que va a lugares que normalmente no vemos en las series 'mainstream', como el cáncer de mama al que podría enfrentarse Jane (y que la llevan a congelar sus óvulos a una edad muy temprana) o las consecuencias de no denunciar el acoso laboral, que golpean a Jacqueline con la realidad de que su silencio frente al ataque de uno de sus jefes provocó el sufrimiento de las mujeres que vinieron después de ella.

Como redactora jefe de una revista de moda, también se enfrenta a las contradicciones de hablar de empoderamiento femenino en una página y tener modelos de 14 años completamente sexualizadas en la página siguiente. También de vender al mundo un canon estético determinado que excluye a la gran mayoría de los cuerpos femeninos y les condena a sentirse insuficientes en un mundo obsesionado con la perfección. Y con Instagram.

A través de las tres temporadas de la serie, Scarlet va viviendo multitud de cambios internos que la acercan más y más a lo que las mujeres jóvenes necesitan leer para quererse a sí mismas y ser conscientes de los problemas reales del mundo, que nada tienen que ver con cuáles son los zapatos de moda o qué pintalabios va mejor con su tono de piel. Aunque, huelga decirlo, esa información sigue estando ahí para quien quiera consultarla.

the bold type serie
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ABORDAR LAS ZONAS GRISES

Hace unos años, un relato publicado en The New Yorker se hizo viral en las redes y levantó un debate bastante acalorado que obligó a muchos a replantearse sus relaciones sexuales y los límites del consentimiento. Titulado 'Cat Person' y escrito por Kristen Roupenian, relataba una situación tan normal como chica conoce chico, chatean, se conocen y practican sexo, pero la insatisfacción constante en la mente de la protagonista hacía reflexionar sobre esos silencios y concesiones sexuales que las mujeres regalan con demasiada normalidad sin que su compañero se cuestione nada en absoluto.

Era una crítica a la actitud ciega de ciertos hombres frente a los deseos de la mujer a la que desesperadamente se quieren llevar a la cama. Con una referencia clara a esta historia real, 'The Bold Type' se sirve de uno de los hombres de la redacción de Scarlet, Alex (Matt Ward), para enfrentarle a sus experiencias pasadas y reconocer que en más de una ocasión se impuso sin saberlo a los deseos de su pareja.

Este ha sido un gran debate en la era del #MeToo, muy presente en la serie, donde aprendemos que las relaciones entre poder y género son muchos más complejas que un 'Sí' o un 'No'. Pero este no es el único tema peliagudo que el show se atreve a tocar, sin perder en ningún momento su narrativa ligera e idealista, que se ensombrece en muy contadas ocasiones.

La posesión de armas ocupa todo un capítulo, en el que Sutton defenderá su derecho a tenerla (porque, dice, sabe perfectamente cómo utilizarla) mientras Jane, su compañera de piso, se mostrará horrorizada por haber estado viviendo, sin saberlo, con algo tan peligroso en casa. También las luces y sombras de las copas menstruales y la higiene femenina, un tema invisible en la cultura popular, o el uso de cuotas de diversidad en el acceso a puestos de trabajo, que crearán un conflicto de intereses en una frustrada Jane en el paro.

La lista sigue con una denuncia de la gentrificación en la ciudad de Nueva York, que en cierto capítulo lleva a cerrar uno de los pocos bares frecuentados por lesbianas de la ciudad y un lugar en el que Kat se acabó encontrando consigo misma. Para salvarlo, celebran una especie de fiesta de fin de curso, pero no la que 'Stranger Things' recordaría con nostalgia entre bailes lentos, sino la que muchos miembros de la comunidad LGTBI nunca pudieron tener en su adolescencia por estar ocupados escondiéndose de la homofobia y el odio de toda una sociedad.

Kat es también la que se enfrenta a una experiencia pasada con el aborto, al que recurrió después de un embarazo no deseado. "A medida que se reducen los derechos de aborto, es importante que las personas hablen sobre cuántas personas los han tenido y sus motivos: cuanto más podamos desmitificarlos y normalizarlos, mejor", contaba la showrunner en una entrevista para Bitch Media, que se siente orgullosa de poder normalizar los procesos de salud reproductiva, del que siempre se muestra una imagen negativa.

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SOBREVIVIR AL PERIODISMO Y LA POLÍTICA

Lo personal es político, decía el famoso lema feminista de los 70, y 'The Bold Type' lo lleva a sus últimas consecuencias, haciendo que sus protagonistas vivan todas y cada una de las decisiones de su vida privada como un drama filosófico. Y es que los cambios, y ser coherente con tus ideas, empiezan en las pequeñas decisiones del día a día.

Pero la serie también entra en la esfera pública con un fuerte discurso político, que representa (una vez más) el personaje de Kat, que en la tercera temporada decide presentarse a las elecciones de su barrio. En ese proceso reflexionará sobre cómo conseguir un cambio real para la gente, pero también vivirá en sus propias carnes los juegos sucios de la política, especialmente por parte de aquellos que no quieren que nada cambie. Con esta subtrama, la serie busca el reflejo de las nuevas voces de la política norteamericana, como la de la neoyorquina Alexandra Ocasio-Cortez.

El eco de las nuevas caras de la política lleva a hablar también de representación de la diversidad y de racismo institucional. El personaje que mejor representa esta historia es el de Adena El-Amin (Nikohl Boosheri), la primera mujer árabe que viste 'hijab' y exhibe su personalidad 'queer' en una serie norteamericana. No es poco.

"Con un personaje como este, sabes que vas a ofender a algunas personas, pero solo espero que anime a otros creadores, que la gente quiere ver personajes que no encajan en una etiqueta determinada y que se consideren no tradicionales", aseguraba la actriz en una entrevista con Glamour UK, donde esperaba que su personaje "no sea la única excepción a la regla". En los Estados Unidos de Trump, Adena se ve atrapada en la frontera y repatriada a su país, donde corre el riesgo de ser asesinada por sus convicciones.

En la serie también afrontan una reflexión sobre el papel de los medios de comunicación contemporáneos en este cambio entre la política y el racismo. En la temporada que Jane vive fuera de Scarlet, la vemos trabajar un tiempo como 'freelance' (el show no mitifica esta situación, sino que muestra lo dura, precaria y frustrante que puede llegar a ser) hasta que le llega la oportunidad de trabajar en uno de esos medios nacidos con internet, y que han llevado el sensacionalismo a otro nivel. Allí, la periodista aprende (y los espectadores también) la fuerza dañina de un titular que busca la confrontación, las consecuencias de la búsqueda del clic a toda costa y el engaño de un periodismo basado en derribar y no en construir.

En este contexto, las redes sociales se llevan la palma. Pero si hay algo interesante que aprender de las historias de Kat, Jane y Sutton es que todo ese odio que se vierte en plataformas como Twitter o Instagram solo es una pequeña parte de un medio lleno de posibilidades. La más importante: crear comunidad. 'The Bold Type' lo hace, cuestionándose ciertos aspectos de la vida, la política y el feminismo sin dejar de ser una fantasía mediática ligera y disfrutable. Hay drama, pero también mucha comedia, y sobre todo hay sororidad.

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Vía: Fotogramas ES