La británica Juno Birch, que difumina las líneas entre la masculinidad y la feminidad con sus esculturas y cómo no, con sus looks, ha sido la encargada de tomar las riendas del consultorio del amor de Bershka, donde por supuesto, el sentido del humor está tan presente como la pintura de colores. “El humor siempre ha tenido un lugar destacado en mi vida, incluso cuando me he encontrado en situaciones serias. A veces, es la habilidad de reírme de mí misma la que me ayuda a no tomarme la vida demasiado a pecho. En otras ocasiones, funciona como coraza”, dice.
El maquillaje como reflejo del interior
Sus divertidos tutoriales de maquillaje han enamorado a los expertos de la industria y a iconos del maquillaje como Trixie Mattel, a la que ha maquillado con la icónica Jennifer Coolidge de testigo. “Sinceramente, casi me da algo. ¡Jennifer es mi ídolo! Amo su trabajo, su talento y su capacidad de improvisar y de crear personajes tan divertidos. Por si fuera poco, es absolutamente preciosa, por lo que fue un sueño hecho realidad”, confiesa.
Aboga por experimentar con el maquillaje y por verlo como un aliado no para escondernos, sino para alcanzar la diversión. Prueba de ello es que entre sus tutoriales nos encontramos con uno en el que se maquilla empleando la mítica caja de patatas fritas de McDonald´s como plantilla para marcar sus mejillas con colorete. “Cuando me maquillo no sigo unas normas. A veces creo que la forma en la que me maquillo es el reflejo de cómo soy en mi interior”, asegura.
En alguno de sus vídeos de YouTube, donde tiene casi 400.000 seguidores, recuerda a sus ‘followers’ que debajo de todo ese maquillaje, hay una mujer trans. “A los 14 comencé mi transición. No fue fácil. Siempre supe que había algo diferente en mí, y no me sentía bien teniendo el cuerpo de un hombre. No se trata de que me afectara lo que dijeran de mí los demás, sino de lo que sentía al mirarme en el espejo y ver un cuerpo masculino, especialmente al alcanzar la pubertad. Me recomendaron que no llevara a cabo la transición en el colegio y que no llevara falda, porque llamaría demasiado la atención. Pensaron que me iban a hacer más bullying si lo hacía, pero no tenía otra opción: no iba a hacer lo que me dijeran. Al día siguiente, fui al colegio con mi falda, y esa es una de las cosas de la que estoy más orgullosa”.
Su sello de identidad, su piel pintada completamente de colores (suele apostar por el azul o por el rosa), lo hemos visto incluso sobre la pasarela de la mano de marcas como Moschino. ¿Qué sintió al ver el desfile otoño/invierno 2018 de la marca, en el que las modelos lucían un maquillaje tan similar al suyo y que según Jeremy Scott (reconocido fan del universo drag) se inspiraba en la disparatada teoría conspiranoica de que Jackie Kennedy era un alien? “Creo que Moschino siempre se inspira en artistas pequeños. Personalmente, no me enfadé al ver cómo mis esculturas y mi estética drag desfilaban en su pasarela, pero hubiera sido icónico si me hubieran pedido que desfilara. Me imagino perfectamente a mí misma desfilando con un carrito de la compra. Lo que sí es molesto es cuando gente que no me conoce me dice “oh, estás haciendo tu look alien de Moschino’. Entonces sí que quiero gritar: Bitch, ¡yo lo hice antes!”, exclama. El que Juno Birch hubiera formado parte de un desfile de la marca italiana no habría sido incoherente con el ‘storytelling’ de Moschino, pues hace cuatro años, la ganadora de RuPaul's Drag Race, Violet Chachki, se encargó de cerrar uno de sus desfiles.
La celebración de las diferencias
El que hombres heterosexuales blancos cisgénero sean aplaudidos por llevar vestidos y por maquillarse, como ha ocurrido con Bad Bunny, ha sido muy criticado al poner en evidencia que desdibujar los límites entre lo femenino y lo masculino parece solo estar permitido a los que no pertenecen al colectivo LGTBIQ+. Cuando le preguntamos a Juno qué opina de que Bad Bunny sea aclamado cuando prueba el 'drag' en su vídeo ‘Yo perreo sola’, se marca un espontáneo Mariah Carey-Ariana Grande, pues cuando le preguntaron a la diva por Grande, aseguró no saber de quién se trataba. “La verdad es que no tengo ni idea de quién es Bad Bunny”, responde Juno Birch, y lo peor es que estamos seguros de que lo dice de verdad.
Tras años intentando encajar en la sociedad, su disforia de género le hizo comprender que podía ser quien le viniera en gana para cumplir el objetivo de su vida: pasarlo bien. “De joven intentaba encajar en la sociedad y ser un ser humano “normal”, pero alcanzar el nivel de seguridad que ahora tengo con mi cuerpo me ha ayudado a celebrar mis diferencias, y creo que eso es maravilloso”, asegura, pese a ser consciente de que la mayoría habitamos dos mundos, el real y el digital, en el que los retoques son tan comunes que terminan por empujarnos a cuestionarnos siempre nuestra imagen. “Creo que los filtros son muy divertidos, pero nos tenemos que dar cuenta de que las redes sociales no representan la vida real. No creo que haya nada malo en ellas, pero tenemos que tomárnoslas menos en serio, como hacíamos durante los primeros años de internet”, dice.
