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A veces ocurre que la historia de la trastienda de una película le da más publicidad que la propia campaña que, a base de millonarios presupuestos, han orquestado competentísimos equipos de marketing. Uno de los últimos casos es la polémica de 'No te preocupes, querida', el segundo largometraje como directora de la actriz Olivia Wilde (el primero fue 'Súper empollonas', otro ejemplo de traducciones lamentables del cine).
'No te preocupes, querida', que se estrenó a nivel mundial en el pasado Festival de Venecia y que formó parte de la sección Perlak del Festival de San Sebastián, ya tenía una historia bastante 'cotillita'. Básicamente, a Florence Pugh no le pareció nada profesional que Olivia Wilde tonteara con Harry Styles mientras la entonces pareja de Wilde, Jason Sudeikis (el protagonista de 'Ted Lasso'), viniera al set a visitarla acompañado por los dos hijos que tenían en común.
Otra movida vino dada porque el actor que inicialmente iba a interpretar el papel de Styles era Shia Laboeuf, pero a Florence Pugh no le pareció buena idea que un actor acusado de abusos participara en una película sobre feminismo e igualdad. Salió además a la luz un vídeo de Olivia Wilde rogando a Laboeuf que se incorporara al rodaje, con lo cual había varias versiones de por qué el actor de 'Indiana Jones 4' no estaba ahí.
La promoción de la película quedó bastante afectada... pero no en un sentido negativo. Todas estas historias, bulos, rumores, etc. sirvieron para que, en Venecia, cuando se presentó ante las cámaras el equipo de 'No te preocupes, querida' con una tensión en el ambiente que se cortaba con un cuchillo, los fotógrafos se agolpaban para sacar la foto de ¿la reconciliación? ¿La falsedad más grande?
Según la sinopsis oficial, "Alice (Pugh) y Jack (Styles) tienen la suerte de vivir en la comunidad idealizada de Victoria, una ciudad experimental creada por una compañía en donde los hombres que trabajan para el "Proyecto Victoria", de alto secreto, viven con sus familias. Pero cuando empiezan a aparecer grietas en su idílica vida, exponiendo destellos de algo mucho más siniestro que se esconde bajo la atractiva fachada, Alice no puede evitar cuestionarse exactamente qué están haciendo en Victoria, y por qué".
En la comunidad donde viven Alice y Jack todo es sospechosamente limpio y ordenado. Los hombres se van en coche a hacer tareas 'top secret' en sus trabajos mientras las mujeres se quedan haciendo las cosas de casa hasta que salen de 'shopping'. La pareja parece enamoradísima, no tienen hijos (ni parecen quererlos) y sus amigos son todos parejas. Sin embargo, esta vida tan ideal de toda la comunidad comienza a hacer aguas...
Ciertamente, el meteorito que va a 'reventar' el proyecto Victoria se llama Alice; es decir, Florence Pugh, que hace una de las mejores interpretaciones de su trayectoria y demuestra que es capaz de llevar todo el peso de una película ambiciosa sobre sus hombros. Alice provoca una revolución porque el lugar en el que vive es un caldo de cultivo para lo peor del heteropatriarcado.
La película está llena de tópicos, es bastante previsible y toca una cantidad de temas 'random' que nos vuelven un poco locos (conformismo, los roles de género, las teorías de la conspiración, el gaslighting, la masculinidad tóxica, el sexo, la maternidad, la tecnología...), pero tiene una buena cualidad y es que se deja ver (pero mucho).
Wilde, como demostró en 'Súper empollonas', tiene buena madera de realizadora, con dinamismo, suspense, diversos tipos de intensidad en la narración... y además tiene a Florence Pugh y a su personaje para tapar todos los desastres que comete como directora. Y lo bueno es que el resultado final nos anima a pensar más en lo que has visto en la pantalla que en lo que ocurrió detrás de ella.
