El inicio de la gira de Alpha Tour de Aitana ha estado marcado por la controversia a causa de la coreografía que la cantante ha puesto en marcha para la canción ‘Miamor’, pues multitud de usuarios han denunciado en las redes sociales que el baile, que consideran extremadamente sexualizado, no es una buena influencia para los menores que acudieron al concierto. “Es significativo que veamos como algo «normal» que nuestras hijas canten al amor romántico y a las rupturas, que aprendan a sufrir a través de las canciones, pero no al placer. La preferimos llorando por amor que cachondas. Es curioso también que cuando Maluma hace movimientos provocativos en el escenario nadie diga que «qué van a aprender los niños con eso». De hecho, parece existir una especie de pacto masculino de "mira y aprende" para poder hacerle eso que le vuelve locas a las chicas”, escribe Roy Galán.

"El problema que el deseo femenino se haga explícito"

“El problema es cuando Aitana canta «cómo me gusta lo que me hacía, dándome lo que yo quería». El problema es siempre el deseo femenino, que se haga explícito, que aparezca y reclame lo que es suyo y derribe ese mito de que hombres y mujeres deseamos cosas distintas y de maneras distinta”, explica.

¿Empoderamiento o trampa?

La sexualización a la que tantas artistas son sometidas por parte de la industria musical no es ni mucho menos reciente, pero es llamativo el hecho de que pese a que la sociedad cada vez avanza más hacia la libertad, una coreografía haya despertado semejante polémica. “El revuelo no nos está diciendo que vivamos en una sociedad puritana, sino que no estamos siendo responsables de todo el avance. Estamos avanzando en la sexualidad, pero no hay una educación sexual que nos ayude a gestionar esa información que rompe con nuestras normas y convencionalismos. El revuelo se debe a que no estamos siendo consecuentes”, explica a ‘Elle’ la sexóloga Mariona Gabarra. “Hay grandes cambios a nivel sexual, social y educacional. Queremos sacar el mayor partido de ellos, ser más libres y abiertos, pero somos capaces de llevar a niños a un concierto en el que basta con escuchar las letras para intuir que habrá algo de sexualización. El perfil de Aitana ya se ve en sus videos y se escucha en las letras. Ese revuelo no es culpa de Aitana. Si queremos libertad, hay que saber cómo utilizarla y gestionarla”, asegura.

"La industria musical exige a las mujeres que pasen por un peaje pornográfico"

Por su parte la Dra Laura Redondo explica en sus redes sociales que la industria musical, mayoritariamente dirigida por hombres, exige a las mujeres que pasen por un “peaje pornográfico”. “Esto supone una discriminación sutil, donde el mensaje que se expone es que nosotras no podemos ser valoradas por el mero talento, sino por la exposición de nuestros cuerpos dentro del imaginario masculino, que se refleja, refuerza y reproduce en la pornografía. Y alguien podría decir “que haga lo que quiera”. Pero es que no funciona así. Lo personal es político y esto supone la exposición de un modelo de sumisión, donde el objeto de consumo es la propia mujer. Y nos afecta a todas”, escribe. “Pues si en el imaginario social somos objetos, no somos sujetos. Esto es vital comprenderlo, pues cuando se nos violenta es precisamente por percibirnos como objetos, lo que fomentan estos modelos. No es cuestión de señalarla, sino de ir a la raíz e increpar y exigir a la industria musical y a la propia sociedad a que se nos respete y no se nos venda como objetos de consumo, que es lo que aquí se representa”, opina.

aitana
fotopress//Getty Images
El polémico concierto de Aitana

Desde Leticia Sabater hasta Ruth Lorenzo no han dudado en alzar la voz para apoyar a la cantante. “Aitana está creciendo como ser humano, como artista y lo que está haciendo en el escenario es absolutamente maravilloso. Yo no sé si lo habéis visto, pero yo para nada veo a una mujer como la están describiendo. Veo a una mujer que está creciendo y a una mujer empoderada, bella, y a quien no le guste pues no vaya al show", ha dicho Lorenzo. “Creo que el crecimiento como artista te lleva a descubrirte y a explorar y para nada la veo sexualizada", añade.

En realidad, el problema vuelve a ser que a la industria no le molesta sexualizar a las artistas, pero cuando son ellas las que deciden hacerlo, sí. Las músicas llevan décadas poniendo en marcha medidas para reivindicar su propia sexualidad, pero en demasiadas ocasiones, quienes rompen las reglas terminan por pagar un alto precio, pues su talento y su trabajo son ensombrecidos por las críticas y los juicios.

Cuando las cantantes se presentan como unas adultas sexuales, deseables y deseantes, muchos se echan las manos a la cabeza al señalar que tras cada expresión sexual hay una explotación por parte de la industria. El hecho de que los ídolos musicales de los jóvenes se sexualicen, ¿empodera y libera de clichés y estigmas o hace que el sexo se mercantlice? “Lo que es perjudicial es que esta sexualización ocurra en edades más tempranas. Si un adulto ve imágenes hipersexualizadas de sus ídolos, ya ha tenido las experiencias suficientes y vivencias para tenerlo organizado en el cerebro para tener respuestas ante posibles consecuencias. Una persona adulta decide ir vestida por ejemplo de forma sexualizada y si se encuentra con alguna situación incómoda, tiene recursos suficientes, por lo que no hay problema en que una persona de cierta edad vaya sexualizada si está eligiendo. Pero la hipersexualización para jóvenes es un problema, porque se toparán con situaciones para las que no están preparados”, advierte para finalizar Gabarra.

"¿Por qué molesta tanto que las mujeres se apropien de su sexualidad?"

El debate acerca de si en el contexto del postfeminismo, las cantantes son libres de elegir la forma en que expresan su sexualidad, sigue en pie. Ante esta conversación hay tres posturas: la del capital erótico (el feminismo de la diferencia señala que ese capital tiene que ser explotado por la mujer), la que considera que la sensualidad rompe con esa mujer ideal puritana de antaño, dinamitando así ese modelo, y la que se cuestiona hasta qué punto la mujer es libre de elegir o no sexualizarse. Lo positivo del revuelo generado por Aitana es que al menos, volvemos a reabrir este debate y a preguntarnos al hacerlo por qué molesta tanto que las mujeres se apropien de su sexualidad.